Los raperos de Gaza desaf¨ªan al dominio islamista
J¨®venes de la franja de Gaza desaf¨ªan las normas religiosas y el poder a ritmo de Hip Hop
"El bloqueo... hi¨¦reme hasta que me desangre, pero no podr¨¢s quitarme la libertad..." Ayman Mghamis y Khaled Harara , raperos de referencia en Gaza, corean uno de sus temas favoritos en un dormitorio infantil que les prestan unos vecinos. La casa de Ayman sucumbi¨® a las bombas israel¨ªes el a?o pasado. Su padre muri¨® en el ataque. Estos j¨®venes raperos sue?an con montar un estudio de grabaci¨®n con los materiales que llegan por los t¨²neles desde Egipto. Pero tambi¨¦n sue?an con una Gaza m¨¢s tolerante, donde quepa cualquier estilo musical, incluido el hip hop.
Mghamis y Kharara viven en una franja de tierra cerrada a cal y canto desde hace m¨¢s tres a?os por Israel. Estos d¨ªas circulan anuncios oficiales sobre un posible levantamiento parcial del embargo. De hacerse realidad, afectar¨ªa a las mercanc¨ªas, en ning¨²n caso a las personas. S¨®lo salen y entran a la franja los enfermos y el pu?ado de afortunados con alg¨²n permiso especial. No es el caso de los raperos para los que Internet es su ventana al mundo exterior. Facebook, My Space y cualquier ciberforo que se tercie es el segundo hogar de estos j¨®venes que como tortugas se desplazan con el ordenador a cuestas, siempre en la mochila. Gracias a la Red mezclan temas con voces de raperos de Cisjordania o incluso de palestinos que viven al otro lado del Atl¨¢ntico. "Vivimos en una prisi¨®n. El rap nos da alas; nos permite volar", dice Harara, ahora estudiante universitario, antes polic¨ªa militar. "God bless Internet (dios bendiga a Internet)" es uno de sus gritos de guerra.
En Europa y en Estados Unidos empiezan a hacerse con un nombre, pero aqu¨ª, en Gaza en el mejor de los casos no se les conoce. A menudo se les desprecia y se les "acusa" de importar la poco estimada cultura estadounidense. Mghamis sabe mucho de eso. Se acuerda del concierto en Khan Yunis, al sur de la franja. Se subi¨® al escenario y empez¨® a cantar... "hasta que llegaron los barbudos. Se escuch¨® a alguien gritar "Allahu Akbar [Al¨¢ es grande] y empez¨® la pelea".
Estos j¨®venes forman parte de la veintena de raperos que circulan por la franja de Gaza de forma m¨¢s o menos underground como les gusta decir a ellos. Con las letras de sus canciones se enfrentan al ej¨¦rcito israel¨ª en una suerte de intifada verbal, pero tambi¨¦n desaf¨ªan al todo poderoso Gobierno de Ham¨¢s en la franja y a una cultura conservadora que no les acaba de aceptar. Sus canciones hablan sobre todo de la "jodida situaci¨®n", de los soldados israel¨ªes y de la "complicidad" de los pa¨ªses occidentales. Pero tambi¨¦n de "los de verde", en alusi¨®n a la gente de Ham¨¢s, y de George W. Bush y Osama Bin Laden, "unos locos que matan a gente en nombre de la religi¨®n".
Ser diferentes y atreverse a verbalizar la disidencia les ha empezado a salir caro. Hace poco m¨¢s de un mes las autoridades de Gaza se presentaron en un concierto de B-Boy, clausuraron el evento y enviaron a los cientos de espectadores a sus casas. Sin explicaciones. Ahora, a PR, el grupo de Mghamis , el primero que naci¨® en la franja, les han prohibido actuar tras inspeccionar las letras de las canciones que ten¨ªan previsto cantar. "Cuando [las autoridades] dicen no es no. Es mejor no enfrentarse al Gobierno", sostiene Mghamis, que cree que la presencia de chicos y chicas en los conciertos y los bailes m¨¢s o menos sensuales son unas de las l¨ªneas rojas para los islamistas en el Gobierno. El centro palestino para los derechos humanos de Gaza ha emitido una protesta formal por la cancelaci¨®n del concierto B boy y ha pedido al ministerio de Interior que deje de reprimir manifestaciones culturales.
En un caf¨¦ de la ciudad de Gaza, Harara, miembro de Black Unit , una de las bandas de la llamada segunda generaci¨®n de raperos gaz¨ªes desgrana parte de su filosof¨ªa y explica por qu¨¦ su arte no gusta a muchos de los suyos. "Queremos luchar contra la idea de que o somos terroristas o somos v¨ªctimas que miramos al cielo para ver cu¨¢ndo caer¨¢n los pr¨®ximos misiles. No necesitamos comida; no somos mendigos. Necesitamos que dejen funcionar nuestras f¨¢bricas. Somos gente creativa, capaz de hacer muchas cosas, de resistir". "El problema" -contin¨²a- "es que nuestro Gobierno no entiende que con nuestras letras podemos cambiar m¨¢s cosas que con los cohetes Kassam. Nos acusan de traer aqu¨ª la cultura americana".
En el cuartel general de la polic¨ªa de Gaza, el general Ayman Al Batniji, portavoz del cuerpo asegura que al margen de casos puntuales, ellos autorizan cualquier manifestaci¨®n cultural, pero explica donde reside el problema. "Hay que respetar la tradici¨®n, la cultura de la gente de aqu¨ª que rechaza a esos j¨®venes. Esa m¨²sica no es isl¨¢mica, no es ¨¢rabe. El rap aqu¨ª no tiene sentido".
Ahmed Yousef, presidente del comit¨¦ de derechos civiles del Parlamento en Gaza tambi¨¦n dice estar a favor de las manifestaciones culturales, pero en seguida se le llena la boca de peros. "Nuestra religi¨®n tiene sus propios modales y los bailes de esos chicos han traspasado nuestros l¨ªmites".
Mghamis y Harara medio se r¨ªen de esos argumentos. A pesar de su juventud, les ha tocado ver casi de todo. La incomprensi¨®n de las autoridades y de buena parte de sus compatriotas es s¨®lo uno m¨¢s de los obst¨¢culos a los que se enfrentan cada d¨ªa. Dicen que la paciencia y la perseverancia son dos armas que nadie les va a arrebatar. Y hacen buen uso de ellas cada tarde, en alg¨²n caf¨¦ de la ciudad de Gaza, mientras idean nuevas canciones, pipa de agua en mano.
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