Ponce y Manzanares pierden por la espada

La corrida se abri¨® con un insignificante toro, adem¨¢s de condici¨®n mansa en varas. No hab¨ªa toro por ning¨²n lado. Y no hubo faena, claro. Ponce abrevi¨®. En el segundo turno salt¨® un toro rebrincadito que dur¨® m¨¢s de lo previsto en principio. Manzanares, apoyado sin condici¨®n por el paisanaje, puso actitud y compromiso. Le sali¨® m¨¢s logrado el toreo al natural. M¨¢s redondo. Cuando todo apuntaba al clamor dej¨® un bajonazo que hizo guardia. Adi¨®s al ¨¦xito. De tercero se jug¨® otro torete. Casta?o ¨¦l. De poca fuerza pero muy noble. Daniel Luque fue m¨¢s compostura que otra cosa. Abus¨® del pico, se despeg¨® del toro, pero lo tumb¨® de una estocada. Y en estos casos el premio prevalece sobre el rigor. En el cuarto la corrida tom¨® vuelo. Algo remol¨®n el toro pero con cierta clase, dej¨® a Ponce desarrollar su m¨¢s pura versi¨®n. Insaciable faena, pero malogrado el triunfo por la espada. El quinto tom¨® la muleta algo gazap¨®n. Encimista Manzanares, no termin¨® de entenderse con ¨¦l, que adem¨¢s lo agobi¨® en alg¨²n trance. El sexto fue otro torete. Luque le atac¨® tanto que el toro acab¨® agobiado. Faena un punto acelerada que remat¨® de nuevo contundente con la espada. Los cuatro toros de Domingo Hern¨¢ndez, nobles pero de poca fuerza, apenas tuvieron entidad. Los dos de Las Ramblas, bien presentados, salvaron la dignidad del toro.