"La palabra miedo no entra en mi vocabulario"
Es el hombre al que m¨¢s veces se le ha preguntado si tiene lo que hay que tener. Ret¨®ricamente, por supuesto: lo tiene. "La palabra miedo no entra en mi vocabulario", asegura. Audaz aviador, as de caza con 13 derribos de aeroplanos alemanes en la II Guerra Mundial (cinco el mismo d¨ªa), combatiente en Vietnam y osado piloto de pruebas, el general del arma a¨¦rea estadounidense Chuck Yeager (Myra, Virginia, 1923) es una leyenda viviente de la historia de la aviaci¨®n y de la Historia a secas. Ha tripulado m¨¢s tipos de aviones -amigos y enemigos- que nadie en el mundo, entre ellos los m¨¢s extra?os y peligrosos prototipos, y, sobre todo, pese a la controversia, est¨¢ acreditado como el primero que rompi¨® la barrera del sonido, el muro s¨®nico (bum), en el famoso Bell X-1, volando sobre el Mojave a velocidad Mach 1 (1.225 kil¨®metros por hora), el 14 de octubre de 1947, hace ahora justo 63 a?os.
Hace 63 a?os fue el primer hombre en volar m¨¢s r¨¢pido que el sonido
Yeager, que tiene un papel esencial en el libro de Tom Wolfe sobre la aventura aeroespacial de los EE UU Lo que hay que tener(Anagrama) -Wolfe lo describi¨® para siempre como "el m¨¢s honorable de todos los poseedores de lo que hay que tener"- y en su versi¨®n cinematogr¨¢fica Elegidos para la gloria (donde lo encarnaba Sam Shepard, nada menos), se encuentra estos d¨ªas en Sort (Lleida). Aqu¨ª, el Memorial Democr¨¢tico de Catalu?a y el Ayuntamiento de la localidad rindieron ayer homenaje a Yeager y a todos los aviadores aliados evadidos a trav¨¦s de los Pirineos durante la II Guerra Mundial, gente sin duda con suerte. El entonces joven piloto de 21 a?os fue derribado el 4 de marzo de 1944 cerca de Angulema por un Focke Wulf 190 y la resistencia francesa consigui¨® pasarlo a Espa?a. Tras penosas experiencias, Yeager arrib¨® a Sort y luego, gracias a gestiones diplom¨¢ticas, pudo regresar a Gran Breta?a para seguir volando y combatiendo.
Aquel d¨ªa del derribo, Yeager tripulaba un caza P-51 Mustang con el nombre de la que ser¨ªa su primera mujer, Glennis, fallecida en 1990, en el fuselaje. Dado que llega precedido de su fama de hombre de car¨¢cter y carente del defecto de la modestia -"soy condenadamente bueno, y si existe el mejor, resulto como m¨ªnimo un buen candidato"-, parece buena idea propiciarlo, as¨ª que le llevo de regalo un modelo a escala de Mustang -"Cadillac del cielo", que dir¨ªa Jim Ballard-. Se muestra extremadamente cordial. "He volado en todo en todas partes, 360 tipos diferentes de aviones, unos mejores que otros, pero el Mustang ha sido para m¨ª especial, me gustaba mucho, pilot¨¦ varios en la II Guerra Mundial, siempre les pon¨ªa de nombre Glamorous Glennis".
Entre los r¨¦cords de Yeager, est¨¢ haber sido uno de los primeros aviadores aliados que derrib¨® un Messerchsmitt Me-262, el rutilante reactor alem¨¢n. "Bueno, no fue muy deportivo", dice quitando importancia con una de sus grandes manos -las manos que han disparado, han sufrido quemaduras y han empu?ado firmemente los mandos en los picados m¨¢s extremos-. "Lo abat¨ª mientras aterrizaba, porque en el aire era frustrante, no pod¨ªas cogerlos, adem¨¢s procuraban evitar los dogfigths e iban a por los bombarderos. Le fui por detr¨¢s y le dispar¨¦; se estrell¨® en una nube de polvo y humo. Hubiera preferido tumbarlo en combate a¨¦reo al hijo de puta, pero no fue f¨¢cil, con toda la artiller¨ªa antia¨¦rea de su base tir¨¢ndome".Yeager tuvo la ocasi¨®n de pilotar un Me-262 capturado y m¨¢s tarde otro letal enemigo y aparato hist¨®rico, el Mig 15 de la guerra de Corea. "El jet alem¨¢n no lo considero un buen avi¨®n y el Mig, aunque apreciable, era una m¨¢quina estrafalaria y ruda que mat¨® a un mont¨®n de sus propios pilotos porque entraba en barrenas de las que era imposible recuperarlo".
Para ¨¦l, el mejor avi¨®n alem¨¢n de la II Guerra Mundial era el Focke-Wulf 190, "pero lleg¨® muy tarde". Yeager recuerda combates estremecedores: "En una ocasi¨®n vi llegar lo que parec¨ªa una nube, era una masa de dos centenares de cazas enemigos. Mi escuadrilla derrib¨® 55". El aviador ha sido amigo de varios pilotos alemanes, como Galland y Steinhof. "Eran buenos tipos, luchaban por su pa¨ªs, yo por el m¨ªo: cuando combates no odias a los pilotos rivales, destruyes los aviones". Con el primero explica que fue a cazar en varias ocasiones. Tambi¨¦n caz¨® perdices con Franco, cuando estuvo destinado con los Super Sabres en las bases de Mor¨®n, Torrej¨®n y Zaragoza. Pero no quiere hablar de ello, ni de la Espa?a que conoci¨®: "No me meto en pol¨ªtica, no es mi trabajo", sentencia.
Nacido en un ambiente rural de los Apalaches -de ni?o hac¨ªa punter¨ªa alcanzando invariablemente a las ardillas en la cabeza-, a Yeager le encantan la caza y la pesca: opina que las truchas del Noguera Pallaresa no pueden competir con los salmones de Alaska. Su legendaria vista sigue bien y recuerda que su madre le¨ªa el peri¨®dico a los 94 sin gafas.
Le pido que explique c¨®mo fue el d¨ªa m¨ªtico en que se apunt¨® cinco derribos de cazas alemanes y se convirti¨® en as. "S¨ª, ace in a day", dice mostrando luego con las manos -al puro estilo piloto de caza- la forma en que se produjeron las acciones. "Dos de las victorias fueron sin disparar, el piloto de un Me-109 gir¨® bruscamente al colocarme en su cola y choc¨® contra el de al lado". ?Qu¨¦ se siente al matar a otros aviadores? "Era una cuesti¨®n simple: esos aviones atacaban a nuestros bombarderos y nosotros los proteg¨ªamos. No era personal. No pensabas que estabas matando a otra persona".
?Nunca ha tenido miedo de nada Chuck Yeager? "No", responde sin dudarlo, un instante, como si fuera lo m¨¢s natural. "El cielo no es un buen sitio para tener miedo, no hay tiempo para esas cosas. Si tienes miedo pierdes segundos que te puede salvar". In¨²til pues hablarle de Milton, de la terrible poes¨ªa de la ca¨ªda, del v¨¦rtigo. Yeager parece confundido. No es un hombre refinado. Es un piloto nato, que lleg¨® a volar gracias a la guerra. Empez¨® como mec¨¢nico de aviones. Su padre le dio dos consejos cuando a los 21 a?os se enrol¨® en el ej¨¦rcito: "No juegues y nunca te compres una camioneta que no sea General Motors". Reconoce que no es ducho en historia ni ha le¨ªdo mucha literatura sobre aviaci¨®n. Ni Saint-Ex¨²pery, ni Beryl Markham, ni James Salter. Puestos a citar un libro, menciona su autobiograf¨ªa, Yeager (1985), un best seller en EE UU.
"He le¨ªdo algunos libros de aviadores y el problema siempre es el mismo, es dif¨ªcil recordar el pasado y en general mienten. Incluso hay quienes dicen que yo no fui el primero en romper la barrera del sonido, que lo hicieron un piloto de Me-262 u otros. Pero no hay ninguna documentaci¨®n, no hay evidencias". Yeager se refiere al alem¨¢n Mutke, que habr¨ªa roto la barera en abril de 1945 con su reactor y a George Welch que le habr¨ªa precedido en un mes volando con un Sabre (v¨¦ase Aces Wild, the race for Mach 1), de Al Blackburn (1999), un libro que Yeager considera lleno de falsedades.
?Qu¨¦ tal fue su d¨ªa supers¨®nico? "El X-1 fue lanzado desde un B-29. En el momento de la ruptura de la barrera no not¨¦ nada especial; fue muy suave, la aguja del mach¨®metro salt¨® fuera de escala; antes hubo un bamboleo, un temblor, y luego un fluir suave. 1.05 mach. Me sorprendi¨® que no pasara algo m¨¢s fuerte". Desde luego Yeager no es un rom¨¢ntico. "?Rom¨¢ntico?, no entiendo qu¨¦ quieres decir. ?Emociones del vuelo? Mira hijo, lo hac¨ªamos, vol¨¢bamos, era el deber. Lo importante es el deber, el deber lo es todo".
?Qu¨¦ opina de la gente que tiene miedo a volar? "?Pilotos?". No, pasajeros. "Ah, que no vuelen, no pasa nada. Y si han de hacerlo, que sepan que no hay raz¨®n para tenerle miedo al avi¨®n. Los pilotos ya nos preocupamos de que no se caiga, por la cuenta que nos trae". ?Qu¨¦ le pareci¨® Elegidos para la gloria? "As¨ª, as¨ª, demasiado larga. Pero lo que explica Tom Wolfe es verdad: los primeros astronautas eran pilotos de pruebas de las Fuerzas Armadas. ?Porqu¨¦ no fue ¨¦l astronauta? "Porque no ten¨ªa estudios, no pas¨¦ de la escuela". Lo dice sin ambages. Su mujer desde 2003, Victoria, 36 a?os m¨¢s joven, que tambi¨¦n pilota, le echa un cable. "Y...". "Y porque no quer¨ªa limpiar la mierda de mono". Ambos r¨ªen con la broma: los astronautas no eran entonces pilotos sino simples pasajeros, para lo que hac¨ªan era igual que el cosmonauta fuera un mono, como lo fue, de hecho, el primero, el macaco Albert, en 1948. "Ser astronauta era muy aburrido, pero se llevaron la gloria".
En algunas cosas Yeager es muy conservador pero no en su opini¨®n sobre las mujeres piloto: "No hay diferencia, he volado y he sido amigo de varias grandes aviadoras, como Jackie Cochran, colega de Amelia Earhart o Pancho Barnes (Florence Lowe). Las admiro mucho". ?Cu¨¢l ha sido el momento m¨¢s hermoso de su vida en el aire?, insisto. El viejo piloto pone cara de perplejidad. "No sabr¨ªa decir, cumplir el objetivo, eso es lo mejor, s¨ª, eso es". Yeager, con 87 a?os, sigue volando. "Skill, stamina and courage, man".
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