Beethoven, en el laberinto de Calixto Bieito
El director de escena estrena en la ?pera de M¨²nich una versi¨®n de 'Fidelio' en la que sustituye los fragmentos declamados del libreto por textos de Borges
Para el director de escena Wieland Wagner (1917-1966) "la exigencia de fidelidad a la ¨¦poca en que una obra fue escrita" le parec¨ªa falsa, "ya que", argumentaba, "conduce fatalmente, si uno la respecta, a una puesta en escena anticuada". Y conclu¨ªa que "se debe escenificar cualquier obra de teatro musical como si acabara de ser compuesta". El nieto de Richard Wagner lo explic¨® en una de las entrevistas que mantuvo con el music¨®logo Antoine Golea a prop¨®sito de su puesta en escena de Fidelio, de Beethoven. Calixto Bieito no ha sentido necesidad de ampararse en ning¨²n m¨ªtico renovador de la direcci¨®n de escena para sacudir el mundo de la ¨®pera en la ¨²ltima d¨¦cada. Pero no duda el director de escena espa?ol en elogiar la modernidad del Wieland Wagner cuando habla de su propia versi¨®n de Fidelio, que acaba de estrenar en la ?pera de M¨²nich,uno de los grandes teatros l¨ªricos de Alemania y del mundo, con las entradas agotadas para todas las funciones desde hace meses y con 15 minutos de aplausos sazonados con algunos abucheos, pocos para lo que se auguraba que el conservador y rico p¨²blico del coliseo muniqu¨¦s regalar¨ªa al enfant terrible de la escena l¨ªrica en la noche deestreno.
Quien se llev¨® la bronca de verdad fue el director de orquesta italiano Daniele Gatti, cuya direcci¨®n musical, de contrastados tempi que a veces recordaban a Rossini, no gust¨® a una audiencia que, como la detodos los teatros alemanes, conoce a la perfectamente y venera la ¨²nica ¨®pera de Beethoven.
Discusiones hubo entre el p¨²blico de la ?pera de M¨²nich en el entreacto y al finalizar la representaci¨®n la noche del estreno a prop¨®sito de si el teatro deb¨ªa haber presentado la obra no como Fidelio sino como una versi¨®n a prop¨®sito de Fidelio. Y es que Calixto Bieito transforma el canto a la esperanza y a la fidelidad que Beethoven plasma en su ¨®pera en un espectacular y desasosegante laberinto por el que transitan, perdidos f¨ªsica y mentalmente, los personajes de la obra, y a su juicio tambi¨¦n la sociedad actual.
Borges y Cormac McCarthy
Pero adem¨¢s del concepto, que no siempre permite reconocer a los personajes del argumento original -una mujer que en el siglo XVIII se disfraza de hombre con el prop¨®sito de trabajar en la c¨¢rcel en la que presume est¨¢ encerrado su marido por motivos pol¨ªticos para poder liberarlo-, el director de escena suprime los di¨¢logos hablados de la ¨®pera por a?adir los dos poemas sobre el laberinto escritos por Jorge Luis Borges, uno de los cuales es recitado justo cuando se levanta el tel¨®n antes de que suene la obertura Leonora III -15 minutos de puro sinfonismo beethoveniano-, fragmentos de uno de sus cuentos y breves textos del escritor estadounidense Cormac McCarthy.
"Ten¨ªa claro que no quer¨ªa hacer una ¨®pera pol¨ªtica. De hecho, la trama pol¨ªtica de Fidelio es d¨¦bil, en realidad m¨¢s que pol¨ªtica es una ¨®pera filos¨®fica, de emociones", cuenta Bieito. Pero pese a tener claro qu¨¦ es lo que no quer¨ªa hacer, no lograba acertar con la idea de c¨®mo plasmar todo ello escenogr¨¢ficamente. Junto a la alemana Rebecca Ringst, su escen¨®grafa, trabaj¨® en varios proyectos con la idea de reproducir una prisi¨®n americana, desechados luegopor ser una imagen demasiado vista, sea en reportajes televisivos o fotograf¨ªas de prensa.
Al final dio con lo que buscaba: "Personas prisioneras de sus pasiones y emociones". Y esa prisi¨®n emocional y f¨ªsica se ha traducido en una gran estructura de metacrilato y ne¨®n en forma de laberinto vertical, de nueve metros de altura, por la que suben y bajan los cantantes del espl¨¦ndido reparto encabezado porla soprano Anja Kempe -muy cre¨ªble en el personaje de Leonora/Fidelio-, y el medi¨¢tico tenor Jonas Kaufmann -un deprimido Florest¨¢n deambulando en pijama de hermoso timbre y perfecto estilo-, tratando de encontrarse o liberarse del laberinto mental en el que est¨¢n encerrados.
Magn¨ªficos, estremecedores e intensos momentos
Es ese laberinto, magn¨ªfica creaci¨®n de Ringst, que se abate a tel¨®n abierto al inicio del segundo acto, el que se erige en aut¨¦ntico protagonista de la representaci¨®n. Pero la met¨¢fora visual no tarda en agotarse. Ello no quita que la propuesta de Bieito est¨¦ salpicada de magn¨ªficos, estremecedores e intensos momentos, como la negaci¨®n, al inicio, de Leonora de su condici¨®n de mujer vend¨¢ndose a la vista del p¨²blico los pechos para pasar por un hombre; el suicidio, por ahorcamiento, de un preso mientras canta "?Hablar bajo! ?Conteneros!/ Nos esp¨ªan con orejas y ojos"; o el descenso en tres jaulas -evocando los campos de concentraci¨®n- de los m¨²sicos del Cuarteto Ode¨®n mientras interpretan el molto adagio del Cuarteto de cuerda n¨²m. 15, opus 132, de Beethoven tras el primer final en el que Leonara rescata a Florest¨¢n de su prisi¨®n, aqu¨ª atrapado en si mismo en una prolongada depresi¨®n.
Para el segundo final, Bieito echa mano de un golpe de efecto al hacer aparecer a Don Fernando, ministro del rey en visita por sorpresa a la prisi¨®n para excarcelar a los presos, transmutado en el Joker, el achienemigo de Batman en versi¨®n Heath Ledger de El caballero oscuro. Don Fernando representa el poder y Calixto Bieito no duda en dibujarlo como un psic¨®pata, desaprensivo e impredecible. De hecho, se carga a Florest¨¢n de un disparo justo tras liberarlo para luego, inmediatamente, resucitarlo. El sue?o de la utop¨ªa beethoveniana en el que el director de escena no cree. "Nadie te puede salvar, pero siempre puede haber alguien que ayuda a vivir", concluye Bieito.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.