Un juez ordena retirar de Mallorca el 'falso' piano de Chopin
Una sentencia decide cu¨¢l es la celda que habit¨® el m¨²sico Chopin con George Sand y descalifica la autencidad de uno de los dos instrumentos que se exhiben
?Qu¨¦ piano toc¨® Chopin durante su invierno en Mallorca? ?Qui¨¦n puede publicitar y sacar r¨¦ditos de aquella simb¨®lica huella del siglo XIX? Los turistas y visitantes locales no pueden ser enga?ados, as¨ª lo afirma una juez de lo mercantil de Palma que ha ordenado, en sentencia recurrible, que se "retire el piano expuesto actualmente en la celda n¨²mero 2 de la Cartuja de Valldemossa , ya que lo est¨¢n mostrando como el pobre piano mallorqu¨ªn [cita hist¨®rica] de manera fraudulenta". El instrumento que se exhibe no hab¨ªa sido construido en 1838 cuando Chopin estuvo en Mallorca y por ello no pudo tocarlo el compositor. En otra celda distinta se muestra otro, un pianianino Pleyel, que si us¨® en algun momento el c¨¦lebre pianista. No se puede hacer publicidad il¨ªcita, rese?a la jueza.
Dos empresas familiares patrimoniales insulares (los Quetglas, herederos del banquero radicado en Mallorca, Canut, que atendi¨® al m¨²sico, y los Ferr¨¤ nietos promotores culturales Ferr¨¤-Boutrox, relacionados con Joan Mir¨®) disputan desde hace d¨¦cadas el honor y el r¨¦dito comercial de poseer las celdas cartujas y el piano aut¨¦ntico que us¨® Chopin, que viaj¨® con la escritora George Sand. Ambas compa?¨ªas son titulares dos bloques de celdas -abandonadas por los monjes en la Desamortizaci¨®n del XVIII- la dos y la cuatro. Los Ferr¨¢, estipula la juez tendr¨¢n que "retirar toda la publicidad que referencia la estancia de Chopin y George Sand en cualquier de sus propiedades al haber morado en la actual celda 4 (la de los Quetglas)".
Ex votos, cartas, cabellos, partituras, dibujos de los hijos de Sand se muestran en visitas culturales, previo pago. La tercera generaci¨®n de los propietarios -ambos potentados patrimoniales- ha llevado a los juzgados su disputa que se ha traducido antes en libros censurados y desavenencias personales. Los Ferr¨¤ que mantienen el c¨¦lebre festival Chopin de los veranos de Valldemossa tienen una de las mejores colecciones chopinianas, pero el piano -seg¨²n la juez- no.
Para Mallorca, Chopin es un gran gancho tur¨ªstico por su estancia en Valldemossa en aquellas semanas de 1838-39 tan bien retratadas por su pareja la escritora feminista George Sand en Un invierno en Mallorca, un buen libro de viajes -pol¨¦mico entre los nativos insulares antiguos- del que se han vendido cientos de miles de ejemplares en m¨¢s de un siglo. El flujo de cientos de miles de visitantes anuales genera en Valldemossa un negocio millonario. Y tambi¨¦n la disputa por el honor de poseer y exhibir la celda y el piano que el m¨²sico polaco us¨® en aquella estancia.
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