Fuente Ymbro echa un borr¨®n
Decepcionante corrida de Ricardo Gallardo en la primera de Castell¨®n
Sali¨® rana la corrida de Fuente Ymbro, en presencia y esencia. De muy desigual dibujo, hubo toros bien hechos como los dos primeros aunque tambi¨¦n cortos de trap¨ªo. Muy anovillado el jabonero que salt¨® tercero y de mejor porte los de la segunda mitad. Con todo, el quinto, el m¨¢s toro del sexteto, fue bastorro, con hechuras morucheras y comportamiento de tal. Excepto el cuarto que, sin clase, fue bueno para el torero, mansearon tras salir del caballo, buscaron las tablas y rechazaron la pelea. Cantaron muy pronto la gallina, en fin.
El ¨²nico premio de la corrida se lo llev¨® Mat¨ªas Tejela del cuarto por una faena voceada, ligera y a destajo. Cupieron muchos pases dentro de una labor larga. No todos bien facturados, pero casi todos con una marcha de m¨¢s. Mat¨® bien a ese toro Tejela y toc¨® trofeo. El toro que abri¨® plaza se acul¨® a tablas nada m¨¢s cumplir en banderillas y no result¨® f¨¢cil sacarlo de la querencia de los mansos. Floje¨® tambi¨¦n ese toro con el que Tejela puso a salvo su dignidad.
YMBRO / TEJELA, PINAR, VALLS
Toros de Fuente Ymbro, desiguales de presentaci¨®n. Mansos y rajados, excepto el cuarto, que fue bueno.
Mat¨ªas Tejela: estocada (silencio); entera (oreja)
Rub¨¦n Pinar: entera (silencio); dos pinchazos y descabellos (saludos)
Abel Valls: media (palmas); media perpendicular y trasera (palmas)
Plaza de Castell¨®n, 27 de marzo. 1? de La Magdalena. Poco m¨¢s de media.
Ninguno de los dos toros de Rub¨¦n Pinar fueron para florituras. Todo lo contrario. El segundo sali¨® del caballo con solo una vara pero de castigo notable. Tanto que pareci¨® afectarle para los restos. Sin una pizca de fondo el de Fuente Ymbro, que nunca quiso envite con el torero, sirvi¨® apenas para que Pinar se enfrentara machac¨®n: combate nulo. El feote quinto, fiel a su estampa de toro de calle m¨¢s que de plaza, se pase¨® por todo el ruedo escarbando y barbeando tablas como huyendo de su sombra. La pelea y la sincera voluntad de Pinar tampoco dieron sus frutos.
El anovillado tercero quedaba en simple caricatura ante la envergadura f¨ªsica de Abel Valls. Todo acab¨® entre las tablas con el toro dando cabezazos defensivos, despu¨¦s de pasearse al hilo de la barrera, y el torero buscando las vueltas a una misi¨®n poco menos que imposible. El sexto amag¨® con ir a por la muleta al principio. Valls no termin¨® de cogerle el aire al toro, como si cada uno fuera por su lado o hablaran idiomas diferentes. Con el de Fuente Ymbro a menos, el torero se decidi¨® por la cercan¨ªa. Si la espada no le vuelve la cara, el paisanaje generoso le hubiera pedido premio.
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