Madrid evoca a Rosal¨ªa de Castro con un documental que resalta el compromiso social de la poetisa
La proyecci¨®n de 'Sombras sen sombra' tiene por escenario la Casa de Galicia en Madrid
Rosal¨ªa de Castro, escritora gallega que ha pasado a la historia literaria como pionera y culmen de la l¨ªrica ib¨¦rica, recibe hoy homenaje a su vida y obra a trav¨¦s de un medio original: un documental de casi una hora de duraci¨®n, exhibido por primera vez en esta tarde a las ocho en Madrid durante el Dia das Letras Galegas. La proyecci¨®n de Sombras sen sombra tiene por escenario la Casa de Galicia en Madrid, enclavada en la calle de Casado del Alisal, frente a la iglesia de los Jer¨®nimos y apenas a un suspiro del Museo del Prado.
La filmaci¨®n fue ideada y concebida hace dos a?os por Jos¨¦ Antonio Dur¨¢n, intelectual vinculado a la cultura gallega por numerosos lazos. La realizaci¨®n, impecable, corresponde a Jorge Dur¨¢n, que emplea copioso material documental f¨ªlmico y literario. El filme incorpora una mirada totalmente nueva sobre la poetisa. Su litetaratura alberga una profunda cr¨ªtica social caracterizada por un discurso antise?orial y de progreso.
Nacida en 1837, presumiblemente en Santiago de Compostela, hija natural de un desconocido y de una mujer, Teresa de Castro, definida por su hija como "m¨¢s tierna que la ternura", Rosal¨ªa no sufri¨® privaciones en su infancia. Llev¨® una existencia alegre en su mocedad, estimulada por una abuela depositaria del arcano y una madre narradora privilegiada de historias y cuentos. Dos t¨ªas, Mar¨ªa y Maripepa, completaron la formaci¨®n de la ni?a que, no obstante, ver¨ªa su vitalidad paulatinamente eclipsada por avatares adversos que cobraron expresi¨®n en la fatiga derivada de su condici¨®n de mujer y progresista, en una Galicia herida por estigmas seculares que han lastimado la existencia de tantas mujeres hasta bien recientes fechas.
Jos¨¦ Antonio Dur¨¢n se aproxima al personaje mientras descubre aspectos inexplorados de la escritora gallega, como su profunda conciencia social manifiesta en su afecci¨®n por el campesinado pobre -pegujalero- acuciado por mil tributos y desprovisto de la propiedad de una tierra mayoritariamente en manos de los se?ores. "El mentado minifundio gallego vendr¨ªa mucho despu¨¦s de aquellas fechas", se?ala. "De tal modo, cuando la escritora escribe en gallego lo hace con el prop¨®sito de dignificar una lengua condenada al silencio en la emigraci¨®n, a la que los desheredados -con los que Rosal¨ªa tanto se conmueve- se ven arrojados por las estructuras se?oriales vigentes todav¨ªa" subraya Dur¨¢n, en el que fuera viejo reino de los suevos. Rosal¨ªa de Castro se indigna ante el destino de los desheredados que, desde los puertos galaicos, part¨ªan en todas direcciones en busca de todo aquello que en su patria, inmiserada entonces, no pudieron obtener.
Miguel Murgu¨ªa, el hombre con el que Rosal¨ªa cas¨® en Madrid en 1858, "tras comprometerse mutuamente en un romance m¨¢s literario que vital" fue, seg¨²n Jos¨¦ Antonio Dur¨¢n, adem¨¢s de compa?ero "tambi¨¦n manipulador en parte de los textos surgidos de la impar Rosal¨ªa". Su ideario era considerado por su propio marido "quiz¨¢ demasiado avanzado para ser emitido por una mujer en su entonces -segunda mitad del siglo XIX-". Y ello pese a desarrollarse ambos en un ambiente caracterizado por los primeros despuntes de liberalismo dem¨®cratico en los c¨ªrculos cultos de Galicia.
Rosal¨ªa hab¨ªa llegado a Madrid en 1856, vinculada a la familia de Eduardo Gasset y a la de un ef¨ªmero presidente del Gobierno, Armero Pe?aranda. Rosal¨ªa trae consigo la dote de sus primeros escritos po¨¦ticos, se?aladamente La Flor, editada por primera vez en Madrid, donde ella vive en las calles de La Ballesta y Claudio Coello, entre otros domicilios. Aqu¨ª vive unos pocos a?os pero los m¨¢s intensos de su vida.
La familia de Eduardo Chao estuvo siempre detr¨¢s de estas ediciones, luego editadas por las imprentas m¨¢s progresistas de Vigo. Follas novas ve la luz en Madrid. Tambi¨¦n en La Hija del mar florecen asimismo los brotes que germinar¨¢n en un lirismo precursor del desplegado al poco por Gustavo Adolfo B¨¦cquer. A ¨¦l le unir¨ªa un com¨²n anhelo por poner la l¨ªrica al servicio de la juventud -gesta de innegable alcance pol¨ªtico- quimera acariciada por las grandes figuras del Romanticismo. Cargada de hijos, siete, Rosal¨ªa se extingue en 1885 en Padr¨®n herida por un sentir incesante, que troc¨® su melancol¨ªa en suprema expresi¨®n del esp¨ªritu de Galicia y en desgarrada voz de un pueblo silenciado y sufriente.
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