Sobrepasando el punto de humo
Los int¨¦rpretes caminan entre el p¨²blico, bromean, saltan de una fila a la otra, mientras la luz de la calle entra a raudales por las ventanas abiertas del Matadero, antes de que de comienzo Un peu de tendresse, bordel de merde!
Luego, desnudos, pasar¨¢n entre las butacas, con el culo en pompa a la altura de nuestras caras: no es de extra?ar que alguno se llevara un pellizco. Dave St.-Pierre, core¨®grafo y director del espect¨¢culo, invade la platea de manera convencional, sin dar tiempo y espacio a la participaci¨®n del p¨²blico: su ruptura de la cuarta pared es provocativa y cosm¨¦tica.
En estas casi dos horas de danza teatro hay una violencia turbadora, un registro gestual exagerado y un hervidero de emociones cocinado por encima del punto de humo. Es curioso que en un espect¨¢culo con tantos desnudos haya tan escasos momentos de belleza, virtud a la que St.-Pierre parece haberle querido dar la espalda intencionadamente. Los bailarines, tocados con pelucas de Barbie mientras farfullan con voces de tiple desafinada o babean, y las bailarinas transmiten una ligera desaz¨®n durante sus rituales exasperantes.
La manera en que una actriz se masturba golpeando con su sexo al aire contra una tarta colocada sobre el suelo, nos recuerda una acci¨®n similar, pero m¨¢s potente por su frontal animalidad, protagonizada por una actriz de la compa?¨ªa argentina El Descueve. Y ese final gratificante, por fin, donde todos los int¨¦rpretes desnudos patinan como cisnes ingr¨¢vidos sobre vientre y espalda en un tapiz ligeramente encharcado no deja de ser un gui?o a un solo de Jan Fabre, donde una bailarina hac¨ªa lo mismo embadurnada en aceite sobre un suelo oleoso.
Espl¨¦ndida la luz geom¨¦trica de Alexandre Pilon-Guay, y magn¨ªfica la forma f¨ªsica de los int¨¦rpretes. Los escasos y angustiosos momentos coreogr¨¢ficos tienen un aire de familia con los ejercicios de entrenamiento de los Geos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.