La Batalla del Ebro revive
Ni revanchismos ni pol¨ªtica: la recreaci¨®n de la Guerra Civil espa?ola levanta pasiones por la historia y esteriliza el rencor
Nacionales y republicanos abrazados. Brindando con los legionarios en los m¨¢rgenes del r¨ªo Matarra?a, en Arag¨®n. Entonando canciones de la ¨¦poca en coros improvisados entre blindados, ametralladoras y olivos. Pero las granadas solo hac¨ªan ruido: no hubo sangre ni gritos. A lo mejor alguna l¨¢grima que insist¨ªa en salir por la emoci¨®n de revivir una guerra sin resentimientos, sin hablar de las controversias del pasado. Era la 4? recreaci¨®n hist¨®rica de la Batalla del Ebro, el s¨¢bado pasado en Fay¨®n, a 150 kil¨®metros de Zaragoza. Miguel Ferragut, de 56 a?os, historiador, fue el organizador del encuentro, coordinado por la Asociaci¨®n Memoria Hist¨®rico Militar del Ebro.
310 aficionados volvieron a presentarse como los voluntarios o soldados en lo que fue el mayor enfrentamiento de la Guerra Civil. Y lucharon. No tanto por sus ideales, sino en memoria de sus padres, abuelos y bisabuelos. Pero ah¨ª poco importaba el bando al cual pertenec¨ªan. Su homenaje consist¨ªa en acercarse al sentimiento que cada soldado llevaba consigo en la noche del 24 de julio de 1938, cuando empez¨® esta batalla. Entender c¨®mo pudo sobrevivir. Y, sobre todo, concienciarse de lo f¨¢cil que era morir o matar.
"Nos vestimos para acercarnos al soldado an¨®nimo y a lo que vivi¨®."
"Lo importante es rememorar la historia, lo que hicieron por los derechos y las libertades."
"El conflicto en el Ebro fue decisivo porque era la ¨²ltima oportunidad de los republicanos frente a los nacionales."
La batalla del Ebro fue la m¨¢s sangrienta. Entre julio y noviembre de 1938, cerca de 100.000 hombres de las tropas republicanas denominadas Ej¨¦rcito del Ebro, liderados por Juan Modesto, avanzaron a trav¨¦s del r¨ªo. Su objetivo era ocupar las posiciones de los nacionales en diversos puntos entre Mequinenza y Amposta, la divisi¨®n natural entre Arag¨®n y Catalu?a. El primer avance se hizo en las proximidades del pueblo de Fay¨®n, donde se desarroll¨® la recreaci¨®n. Les recibir¨ªa en la otra orilla el ej¨¦rcito de 40.000 hombres liderados por el sanguinario general Juan Yag¨¹e. En Extremadura, Yag¨¹e pas¨® a la historia como responsable de una de las masacres de 1936: la matanza de 4.000 personas entre soldados y civiles en la ciudad de Badajoz.
El Gobierno de Franco enviaba refuerzos a diario para sofocar la ofensiva de los republicanos. El apoyo a¨¦reo de Alemania, encabezado por la Legi¨®n C¨®ndor, fue crucial en el combate. Mientras, los republicanos contaban con cazas rusos bastante inferiores, incapaces de evitar los bombardeos de los germ¨¢nicos, que destru¨ªan los puentes que los rojos utilizaban para cruzar el r¨ªo. El conflicto en el Ebro fue decisivo porque "era la ¨²ltima oportunidad de los republicanos frente a los nacionales", reitera Jorge Mart¨ªnez Reverte, periodista y autor de la novela del relato hist¨®rico La Batalla del Ebro (Critica, 2003). Tras 114 d¨ªas de combate los nacionales controlan la zona republicana. Solo cinco meses despu¨¦s, Franco firm¨® el fin del conflicto, lo que dio inicio a una dictadura que durar¨ªa hasta 1975. No hay una cifra exacta de bajas y fallecidos, aunque se calcula que entre los m¨¢s de 50.000 hombres heridos hubo casi 20.000 muertos, de ambos bandos.
Historias compartidas
Todos los que participaron en la recreaci¨®n hist¨®rica ten¨ªan familiares que estuvieron en la guerra, por convicci¨®n o azar. Un asistente cuenta que uno de sus abuelos era falangista, el otro, rojo. El que apoyaba a Franco viv¨ªa en Cuenca, zona republicana. As¨ª que tuvo que unirse a los milicianos y luego cambi¨® de bando. Como ¨¦l, casi todos comparten sus historias con algunos matices. Conchi Varona, de 54 a?os, vio la actividad entre recuerdos: "Mi padre era legionario, estuvo en ?frica. A mi abuelo materno lo fusilaron los nacionales por estar en la zona roja, en Valencia. Mi abuelo paterno, sin embargo, era nacional". Pese a la biograf¨ªa de cada uno, los participantes act¨²an en todos los frentes. Los hombres cambian de uniforme, retiran las banderas de los gorros, a?aden detalles -casi siempre cosiendo sus propias ropas-. El rigor a?ade realismo a la representaci¨®n y traslada al que asiste a 1938.
La preparaci¨®n del combate empieza meses antes y utiliza medios de este siglo para organizarse. "Como hab¨¦is visto en el email que os envi¨¦ hace unas semanas, este es el mapa de la zona donde desembarcaremos, el embarcadero de la Reixaga", explicaba Miguel Ortego la noche previa al ataque. Ortego fue el responsable de la log¨ªstica para la ofensiva a trav¨¦s del r¨ªo. Pese a ser un funcionario, se encarn¨® en el papel de teniente y moviliz¨® a sus tropas de inmediato. Sin embargo, para otros detalles las facilidades de la vida moderna ayudan poco. "No hay manuales que te ense?en a hacer un desembarco. Tienes interpretar de forma improvisada, casi autodidacta", reflexiona ?ngel S¨¢enz Isidoro, de 48 a?os, director de fotograf¨ªa. S¨¢enz tiene a toda la familia en el reenacting, t¨¦rmino en ingl¨¦s para designar la interpretaci¨®n de momentos hist¨®ricos a trav¨¦s de actividades casi teatrales. Su mujer hace de enfermera de las Brigadas Internacionales, sus tres hijos varones de civiles. Aunque explica, "no nos disfrazamos porque no suplantamos la identidad de nadie, sino que nos vestimos para acercarnos al soldado an¨®nimo y a lo que vivi¨®".
No todos los participantes han llevado sus familias. Lo habitual es que los nietos sean los encargados de convencer a los abuelos, que son los protagonistas de la historia. V¨ªctor Sanlorien no par¨® de grabar a Jos¨¦, de 94 a?os. Cuenta que est¨¢ haciendo un documental sobre la guerra que vivi¨® su abuelo, que luch¨® como voluntario en el bando republicano, en la bater¨ªa antia¨¦rea. Sanlorien afirma que no acude con resentimientos a la recreaci¨®n y cuenta, emotivo, "llegas aqu¨ª esperando encontrarte con alguien que haya vivido lo mismo que t¨². Y como esos j¨®venes no han ido a la mili, quieren vivirlo de alguna manera". Sin embargo deja escapar un comentario sobre otro se?or que lleva medallas, de edad similar a la suya: "No s¨¦ a qu¨¦ viene este, aqu¨ª todos somos republicanos". Enseguida rectifica y reconoce que ese no es lugar para hablar de pol¨ªtica. Cuenta los detalles de c¨®mo viv¨ªan recostados a la orilla del Ebro y enfatiza con humor el aspecto gastron¨®mico: "Lentejas, en la guerra no com¨ªamos otra cosa".
El desembarco: la primera etapa del combate
Por la ma?ana, los participantes ya vestidos, cada uno de su bando, recrearon el desembarco de las tropas republicanas desde el Ebro a la orilla nacionalista. En la historia real este episodio ocurri¨® por la noche, sin barcos remolcadores, ni ropas limpias. La coordinaci¨®n de las tropas fue cinematogr¨¢fica y brind¨® un espect¨¢culo a los asistentes que ve¨ªan todo desde el campo de batalla. Cientos de personas compartieron las molestias del calor y del polvo con los combatientes. Despu¨¦s del primer enfrentamiento, donde los rojos ocuparon un puesto enemigo, una pausa para la paella. Momento de confraternizar y contar las historias sobre la improvisaci¨®n, la ansiedad, los fallos y las expectativas para el gran momento, que llegar¨ªa por la tarde.
Las motos antiguas circulan por la feria de objetos militares, entre pitidos y saludos, un se?or mayor se levanta del sidecar con el apoyo de su bast¨®n, regalando sonrisas. Germ¨¢n Visu Dies, de 95 a?os, es de Huesca. Luch¨® por Franco cuando ten¨ªa 19, pero ense?a las cicatrices con la tristeza de quien hubiese sido herido ayer. Fue voluntario y no pas¨® de alf¨¦rez, seg¨²n ¨¦l, porque se qued¨® "en remojo" en el hospital en cuatro ocasiones. Pero no todo fueron penurias. "Estaba enamorado de la hija de un general de Zaragoza que era un poco republicano. Ella era enfermera". Estuvo en Balaguer, Bilbao, Sig¨¹enza, Teruel. Dice que no sabe si mat¨® a alguien, porque disparaba y escond¨ªa la cabeza. No se averg¨¹enza cuando asume que no ten¨ªa idea de c¨®mo funcionaba un fusil o que sinti¨® miedo, "mucho miedo", enfatiza.
Aunque sea puro teatro, la representaci¨®n de la guerra provoca sensaciones y el pesar se respira en el ambiente. Nadie all¨ª se dispone a hablar de partidos o de ideolog¨ªas. Jos¨¦ Gonz¨¢lez, de 40 a?os, iba vestido de rojo. Es veterinario. O¨ªa atento a Visu mientras contaba su experiencia. Y saca sus propias conclusiones: "No se trata de revanchismo, de resentimientos, ni de militarismo o rencor. Cuando los veteranos te hablan y cuentan lo hacen lamentando 'pobrecito, tir¨¦ una granada, ?le habr¨¦ matado?'. Aprendes que tanto en un lado como en el otro hubo personas buenas y malas". Quienes miraban con atenci¨®n sin entender mucho de la conversaci¨®n entre el veterano y los oyentes eran dos hermanos holandeses. "Cerca de 300 paisanos nuestros lucharon en la batalla del Ebro. Hemos venido a representarles, nos parece importante la Guerra Civil espa?ola porque fue el primer campo de batalla de ideolog¨ªas", explican Bart y Rogier Vander Meji, de 39 y 33 a?os.
El enfrentamiento final
La segunda etapa de la jornada fue m¨¢s dura. Hab¨ªa que agrupar los bandos en trincheras, preparar la enfermer¨ªa, cargar las armas y los efectos de pirotecnia en la cuesta donde se desarroll¨® la batalla decisiva. Todo esto bajo un sol ardiente, con moscas y mosquitos recreando el escenario a la perfecci¨®n. Hab¨ªa cientos de espectadores. Durante quince minutos las bombas, tiros, granadas y ca?ones levantaron la tierra y arrancaron aplausos. Las mujeres ganaron, por fin, protagonismo. En la enfermer¨ªa, Marina Jara, de 18 a?os, era una de las que ense?aban los instrumentos de amputaci¨®n de la ¨¦poca y atend¨ªa a los heridos. Cuenta que empez¨® en la recreaci¨®n por su padre, Jordi, de 49, m¨¦dico cirujano y aficionado. La joven se declara curiosa y que se enamor¨® de la historia: "Empec¨¦ a leer libros, y ahora que estoy en el instituto, ya me lo s¨¦ todo". El pr¨®ximo a?o la music¨®loga Raquel Tabernilla vendr¨¢ para reforzar el grupo m¨¦dico. Sus dos hermanos participan y para ella lo importante es "rememorar la historia, lo que hicieron por los derechos y las libertades".
Los asistentes y soldados coinciden en su prop¨®sito: quieren alzar la voz en contra de aquellos que utilizan la Guerra Civil como argumento pol¨ªtico. Este hecho que envolvi¨® a toda la sociedad 75 a?os atr¨¢s, seg¨²n ellos, no debe ser usado como arma para defender un punto de vista o representar un partido. El historiador Miguel Ferragut, el art¨ªfice de la recreaci¨®n, estaba enfadado por un fallo t¨¦cnico en la segunda parte, detr¨¢s de una de las trincheras. Pero despu¨¦s de quejarse del error del que solo eran conscientes ¨¦l y los participantes, reconoci¨® que el mayor logro de las recreaciones de la batalla del Ebro es ayudar a "quitar los fantasmas de la Guerra Civil, que fue un momento hist¨®rico y que nunca m¨¢s deber¨ªa volver a pasar".
'Reenacting' o recreaci¨®n hist¨®rica
La actividad de recrear hechos hist¨®ricos, como las guerras o grandes descubrimientos, empez¨® con los romanos. Las batallas navales eran reproducidas en los coliseos, como espect¨¢culo de entretenimiento y a la vez educativo.
Durante el siglo XIX, Inglaterra y EE UU desarrollaron la afici¨®n de representar sus propias batallas. La recreaci¨®n de la Guerra Civil estadounidense en abril de este a?o reuni¨® a m¨¢s de 10.000 participantes en Carolina del Sur. La fidelidad al patronaje y a las armas de guerra de la ¨¦poca es un requisito b¨¢sico para hacer un espect¨¢culo digno de m¨¢s de 50.000 espectadores.
Aunque pueda ser considerada un hobby, la recreaci¨®n hist¨®rica es una disciplina de la Arqueolog¨ªa Experimental. Aparte del rigor con fechas, lugares, vestimentas, n¨²mero de heridos o el cronometraje de los episodios para acercarse a¨²n m¨¢s de lo que fue exactamente una batalla, los investigadores de esta afici¨®n se dedican a reconstruir las armas con las tecnolog¨ªas existentes en aqu¨¦l momento.
En Espa?a hay m¨¢s de una veintena de asociaciones que se dedican a recuperar la memoria hist¨®rica del pa¨ªs a trav¨¦s de recreaciones y otras actividades. Entre ellas est¨¢n Frente de Arag¨®n, Memoria de Espa?a, Ejercito del Ebro, Columna Casas Sala, Frente de Madrid, L¨ªnea XYZ, Caballer¨ªa de Alca?iz y Sancho de Beurko. La Universidad Aut¨®noma de Madrid tiene un departamento dedicado al tema, en la Facultad de Arqueolog¨ªa y Prehistoria.
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