En Lanvin las serpientes se estampan en vestidos y en conjuntos vagamente de pantal¨®n vagamente deportivos. Tambi¨¦n se bordan con multitud de cristales y brillantes. En cualquier caso, recorren la silueta y se encuentran con grandes crucifijos. Es notable que Elbaz apuesta en esta ocasi¨®n mucho m¨¢s por piezas independientes que por los vestidos que se han convertido en una se?a de identidad de la firma.TEXTO: EUGENIA DE LA TORRIENTE / FOTO: JACQUES BRINON (AP)Las hombreras son un recurso constante. Aparecen en prendas sin mangas que se convierten en chalecos puntiagudos. Tambi¨¦n en forma de hombros ondulados y voluminosos en vestidos o en blusas. Hasta la serie de vestidos drapeados final, apenas hay color. El negro, el blanco y el crudo dominan la colecci¨®n.TEXTO: EUGENIA DE LA TORRIENTE / FOTO: BENOIT TESSIER (REUTERS)El tono general de la temporada es mucho m¨¢s agresivo de lo que es habitual en Lanvin. Los vestidos y las faldas l¨¢piz conviven con pantalones y chaquetas de sastrer¨ªa masculina. Muchas prendas se rasgan. A lo que s¨ª es fiel Elbaz es a su gusto por la bisuter¨ªa exuberante.TEXTO: EUGENIA DE LA TORRIENTE / FOTO: BENOIT TESSIER (REUTERS)La capacidad de reinvenci¨®n de Alber Elbaz se demuestra al comparar los bordados de esta colecci¨®n con los que poblaban sus primeras colecciones para Lanvin (lleg¨® a la casa en 2002). Poco queda de aquellos coquetos lazos y de aquellas sedas en suaves tonos empolvados. Han sido reemplazados por una imagen de la mujer m¨¢s aguerrida y poderosa que aqu¨ª encarna la modelo Saskia de Brawn.TEXTO: EUGENIA DE LA TORRIENTE / FOTO: BENOIT TESSIER (REUTERS)
