Deineka, el pintor de la utop¨ªa sovi¨¦tica
La Fundaci¨®n Juan March acoge una retrospectiva de la principal figura del realismo socialista
Aleksandr Deineka ten¨ªa 18 a?os cuando la revoluci¨®n sovi¨¦tica sorprendi¨® al mundo. Su juventud, talento y una fe sin l¨ªmites en lo que estaba por venir le convirtieron en el propagandista perfecto de la nueva era. Sus escenas de masas alegres, de mujeres felices en las f¨¢bricas, de campesinos entregados con devoci¨®n a la siega y, sobre todo, los j¨®venes luciendo cuerpos perfectos y saludables conformaron una iconograf¨ªa con la que la poblaci¨®n se identificaba y se sent¨ªa parte del movimiento comunista.
Despreciado durante d¨¦cadas por los ortodoxos de la cultura, son pocas las posibilidades que ha habido de conocer a fondo su obra; un error que la Fundaci¨®n Juan March subsana ahora con la exposici¨®n antol¨®gica Aleksandr Deineka (1899-1969). Una vanguardia para el proletariado. Son 250 obras (¨®leos de gran formato, dibujos, bocetos, revistas, libros, fotograf¨ªas...) que le sit¨²an en un doble contexto: el final de la vanguardia y el advenimiento del realismo socialista.
"Hemos evitado que las obras se vean como un mero ejercicio de 'kitsch' academicista", advierte el comisario
El autorretrato de Aleksandr Deineka, firmado por el artista en 1920, es la imagen que mejor puede servir de avance de la exposici¨®n. Un hombre joven, guapo, fuerte y saludable al servicio de la revoluci¨®n; un cuerpo perfecto creado para producir. Manuel Font¨¢n, comisario de la exposici¨®n, explica que esta imagen, al igual que sus paisajes proletarios, son met¨¢foras precisas de la utop¨ªa sovi¨¦tica, de las transformaciones que tendr¨ªan que venir de la mano de la dial¨¦ctica del capital y del trabajo.
Al servicio de la utop¨ªa
Ilustrador, pintor y escultor al servicio de la utop¨ªa comunista, ha sido considerado en algunos ¨¢mbitos como el Hopper ruso por su forma de enfrentarse a la figura humana. Siempre en primer plano y pendiente de la luz. Pero el mundo de Aleksandr Deineka es muy diferente al del americano.
La exposici¨®n arranca con el cartel de la primera ¨®pera futurista, -La Victoria sobre el Sol de Kruchionij y Mal¨¦vich, de 1913- y concluye con la muerte de Stalin en 1953. En medio, est¨¢n las im¨¢genes de j¨²bilo por los planes quinquenales, las primeras centrales el¨¦ctricas que dar¨ªan voz a todo el pa¨ªs y los entrenamientos deportivos de los trabajadores durante su tarea en el tajo.
Los cuadros, concebidos para alegrar las estancias de los operarios, se contemplan dentro de las paredes de los museos con una perspectiva inevitablemente diferente. "Hemos evitado que las obras se vean solo como un mero ejercicio de kitsch academicista", advierte el comisario. "Fue la figura m¨¢s relevante y ambigua del realismo socialista a la vez que es innegable su vinculaci¨®n a las vanguardias".
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