Botero vuelve a Nueva York cuatro a?os despu¨¦s de presentar en esta ciudad sus pinturas sobre las torturas de presos musulmanes en la c¨¢rcel iraqu¨ª de Abu Grahib, dirigida por Estados Unidos.Botero traslada el martirio de Jes¨²s a escenarios contempor¨¢neos. En este cuadro, por ejemplo, sustituye al legionario romano y su l¨¢tigo por un polic¨ªa latinoamericano con una porra.En esta obra Jes¨²s aparece colgado y apuntalado en la cruz en medio de Central Park, con los neoyorquinos paseando pl¨¢cidamente y el perfil de los rascacielos de la ciudad de fondo.Botero retrata la tragedia del V¨ªa Crucis con su tradicional sentido del humor, combinando elementos incongruentes como en esta pintura: los buitres carro?eros comiendo un trozo de carne, el perro que los observa, las casitas humildes que recuerdan a un barrio pobre de Medell¨ªn, su ciudad natal, la elegante mano que se?ala a Jes¨²s y la cara de escepticismo de este, maniatado con una cuerda. Una composici¨®n surrealista que puede hacer re¨ªr o puede hacer reflexionar sobre las injusticias que unen los tiempos de Cristo con los tiempos modernos.En la esquina izquierda de este cuadro, abajo, aparece un autorretrato de Fernando Botero con un gesto de gran inter¨¦s por el beso traidor de Judas a Jes¨²s.
