Un concierto de emociones circulares
Monserrat Caball¨¦, a sus 78 a?os, triunfa en el Liceo de Barcelona
Al final, en un concierto como el de anoche en el Liceo, ?qui¨¦n homenajea a qui¨¦n? ?El teatro a la cantante o la cantante al teatro? Cuando se trata de unas bodas de oro, la intensidad de sentimientos es tal que no llega a conocerse la direcci¨®n en que circulan. Probablemente no tenga la menor importancia. Se trataba de estar, de querer y dejarse querer y la Caball¨¦, a sus 78 a?os, es una maestra consumada empatizando con el p¨²blico.
Tras la obertura de Los maestros cantores, sali¨® a escena casi como si pidiera permiso, vestida de rojo y negro y armada con una muleta para compensar la cojera que le produjo una inoportuna ca¨ªda. El p¨²blico la ovacion¨® c¨¢lidamente durante largos minutos. Ya no hubo vuelta atr¨¢s en materia de cari?o.
La artista quiso materializar su entrega cantando de salida una pieza que no hab¨ªa abordado nunca antes en Barcelona: nada menos que la habanera de Carmen. Con la voz todav¨ªa fr¨ªa y los sentimientos a flor de piel, la interpretaci¨®n fue algo vacilante, pero seguramente no era eso lo que contaba, sino la declaraci¨®n de intenciones. A partir de ah¨ª, la Caball¨¦ se convirti¨® en la m¨¢s amable anfitriona de su propia fiesta, presentando a los artistas que actuaban a continuaci¨®n. En esta primera parte fueron algunos disc¨ªpulos suyos: la coreana Ji Youn Jo, la rusa Irina Churilova, la sudafricana Pretty Yende (notable su aria de I puritani) y el ruso Nikolai Baskov, quien cerr¨® cantando a d¨²o con Montserrat Mart¨ª un fragmento de El fantasma de la ¨®pera, de Lloyd Weber.
Los platos fuertes del homenaje aguardaban a la segunda parte. Pl¨¢cido Domingo salud¨® desde un v¨ªdeo y a partir de ah¨ª la fiesta fue in crescendo con un Juan Diego Fl¨®rez que cant¨® en estado de gracia La donna ¨¨ mobile. Fue la vez de Carlos ?lvarez, que se ha prodigado poco en los ¨²ltimos tiempos por motivos de salud, y con cuyo bello timbre de voz fue grato reencontrarse en un aria de I puritani. Fue igualmente una agradable sorpresa el O mio babbino caro de Mar¨ªa Gallego, al que sigui¨® un momento cumbre de la velada: el Cortigiani, vil razza dannata!, de Rigoletto, a cargo de un inspirado Joan Pons. Al final sali¨® tambi¨¦n Josep Carreras -hubo dudas de si lo har¨ªa- para cantarle a su compa?era de tantos repartos inolvidables la canci¨®n de Grieg Te quiero, en versi¨®n catalana.
Cerr¨® plaza la diva con una poco transitada aria de Le roi Lahore, de Massenet. La traca final fue la Marcha de la paz de Vangelis, interpretada con Baskov, Montserrat Mart¨ª, el coro y la orquesta a toda m¨¢quina.
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