Es sabido que Alemania es una potencia mundial (y no vamos a hablar de Angela Merkel ni del BCE). Alemania es una indiscutida potencia del metal, m¨¢s all¨¢ de Scorpions, Helloween o Gamma Ray. Las generalizaciones son odiosas, pero algo hay en el imaginario germ¨¢nico que engarza perfectamente con reputadas vertientes del g¨¦nero. Desde la vis tecnoindustrial de unos Rammstein hasta el denteroso sinfonismo g¨®tico de Lacrimosa, para cada familia del metal Alemania tiene un pu?ado de bandas de alcance planetario. Algo del Idealismo del XIX y de las cuitas del joven Werther ha viajado hasta nuestros d¨ªas en el ADN de los j¨®venes germ¨¢nicos, tanto, que en algunos casos, ese pa¨ªs desempe?a el papel de n¨²cleo de una suerte de denominaci¨®n de origen del metal continental.
El caso de Caliban, banda de nombre shakesperiano fundada en 1997 en Hattingen, una poblaci¨®n de la cuenca del Ruhr, es diferente. Se les intenta colgar la etiqueta de l¨ªderes del German Modern Metal (Metal moderno alem¨¢n) junto a sus colegas de Heaven Shall Burn o los en su d¨ªa notables 4Lyn, pero los 12 ¨¢lbumes de la carrera de Caliban tienen poco de continental. Su principal virtud ha sido la de replicar con solvencia (y casi siempre en lengua inglesa) los sonidos provenientes de Estados Unidos y, a su pesar ¨Csingularmente¨C, los sonidos asociados al nu-metal. A su pesar, decimos, porque ellos se consideran una banda de hardcore y no lo son. En este I am Nemesis despliegan su habitual ira, pero de nuevo lastrada por un exceso de perfeccionismo en la producci¨®n: algo que les roba autenticidad. El ¨¦xito comercial parece asegurado.
La decisi¨®n de reincidir en el rugido rapeado, de hacer recaer en los arreglos sobreproducidos la carga sentimental, el abandonarse a unas secciones corales propias de una boy-band (en alg¨²n momento uno teme que intervenga un coro infantil) y el abuso de efectos manidos (como el recurso al meg¨¢fono o al sampler para tratar de camuflar la falta de ideas) confirman la definitiva linkinparkizaci¨®n de la banda. Y ello pese a la combatividad de sus letras (que por cierto, s¨ª que hablan de lo que han causado personajes como Merkel y organismos como el BCE). Y no es que no haya temas apreciables. Ah¨ª est¨¢n la brutal ¡®Deadly dream¡¯ y la festivalera ¡®We are the many¡¯. Nadie niega que sea un ¨¢lbum duro, pero tambi¨¦n es un disco flojo.
Valoraci¨®n: 0 ABERRANTE, el mundo ser¨ªa mejor sin ¨¦l; 1 PRESCINDIBLE, nadie se acordar¨¢ de ¨¦l; 2 PASABLE, para incondicionales; 3 ACONSEJABLE, en su estilo merece la pena; 4 INDISPENSABLE, un ¨¦xito asegurado; 5 OBRA MAESTRA, uno entre un mill¨®n.
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