?Ha aprendido el pop a vivir sin el ¨¦xito?
Bandas cuyas carreras han sido un eterno tobog¨¢n se resisten a marcharse y otras que jam¨¢s triunfaron se re¨²nen de nuevo. ?Qu¨¦ le suecede a la industria discogr¨¢fica?
Una de las principales preocupaciones alrededor de las nuevas realidades sobrevenidas en el negocio de la m¨²sica ha sido la de la falta de longevidad de las carreras de muchos artistas. Durante toda la pasada d¨¦cada se ha incidido en que una de las v¨ªctimas de la nueva forma en que consumimos m¨²sica ha sido el concepto del perfil de artista que crece con cada ¨¢lbum, o que incluso tropieza en ese dif¨ªcil tercer disco pero se levanta en el regenerador cuarto. El t¨®pico dice que si REM se formaran hoy, jam¨¢s se les hubiera permitido transitar una d¨¦cada por el desierto antes de la llegada de la aceptaci¨®n global. Los tiempos, se dice, van m¨¢s en consonancia con el fen¨®meno tobog¨¢n, un cl¨¢sico de la pasada d¨¦cada y que tiene en bandas como Strokes (cada disco parec¨ªa un poco peor que el anterior) o en Kaiser Chiefs (cada disco era mucho peor que el anterior y, adem¨¢s, vend¨ªa un 90% menos) claros ejemplos. Pero este a?o, REM editaban un buen disco y se separaban. Strokes y Kaiser Chiefs lanzaban discos m¨¢s que dudosos y segu¨ªan en activo. Algo no parece encajar.
"Todos los artista interesantes salen de una vocaci¨®n amateur", recuerda Javier Li?¨¢n, capo de El Volc¨¢n M¨²sica y hombre que ha visto todo el pantone de esta cosa anteriormente conocida como industria del disco. "Lo que no funciona es el artista que concibe su m¨²sica como un producto, que piensa en lo que al p¨²blico le puede gustar. Este va a durar bien poco". As¨ª pues, aunque la primera semana de ventas del segundo disco de Klaxons (banda brit¨¢nica que ganara el Mercury Music Prize e inventara la moda del Nu rave) significara un descenso de un 92% con respecto al debut en listas de su primer largo, el grupo jam¨¢s se plante¨® retirarse.
Tras el descalabro del segundo largo, Duffy anunci¨® que se planteaba dejarlo
En cambio, Duffy (vendida como la Dusty Springfield a la Etta James que pod¨ªa ser Amy Winehouse), tras el descalabro de su segundo largo s¨ª anunci¨® que se estaba planteando dejar la m¨²sica. ¡°El tema es que Duffy pens¨® que pod¨ªa ganar m¨¢s dinero si se deshac¨ªa de mucha de la gente que trabajaba con ella. Lo hizo y su disco fue un desastre¡±, recuerda el periodista musical brit¨¢nico Rob Fitzpatrick.
Ese segundo disco de la galesa no fue exactamente autoeditado, pero s¨ª concebido sin la ayuda de los profesionales (el productor Bernard Butler o la m¨¢nager Jeanette Lee) que ayudaron a que su debut, Rockferry, despachara m¨¢s de dos millones de copias. Era una autoedici¨®n camuflada, una suerte de subcontrata de talento. Los que s¨ª han optado por la autoedici¨®n con su nuevo disco han sido Estopa, cuyas cifras de ventas han ido disminuyendo con cada lanzamiento. De alguna manera, pues, la autoedici¨®n no deber¨ªa entenderse tanto como ese ejercicio de emancipaci¨®n, de rebeld¨ªa ante una enferma y t¨®xica industria musical, sino como un ejercicio de realismo, de posibilismo. El pastel es m¨¢s peque?o, al menos, me como mi porci¨®n yo solo.
¡°La democratizaci¨®n del talento hace que triunfar y mantenerse sea m¨¢s complicado que nunca. Sin duda, la bandas se han vuelto m¨¢s realistas¡±, interviene Gerardo Cart¨®n, de PIAS Espa?a, al respecto de c¨®mo la evoluci¨®n comercial de ciertos artistas, en vez de conducir a su retirada, ha encontrado resortes a los que aferrarse. ¡°Adem¨¢s, los grupos que estaban muertos y enterrados se vuelven a juntar. A m¨ª esto, como fan absoluto de la m¨²sica que soy y hombre ut¨®pico total, me encanta y lo defiendo a muerte. Por un planeta en el que todo el mundo tenga un grupo y nadie trabaje. Sociedad creativa absoluta ya. Que curren los robots y que vuelvan hasta Desmadre 75 y La Charanga del Tio Honorio¡±. Hemos pasado de imaginar un futuro sin las bandas que odiamos a uno en el que ning¨²n grupo jam¨¢s se separa, y el que se fue, vuelve, aunque nadie nunca se diera cuenta de su desaparici¨®n.
El resultado de Twitter es que sentimos m¨¢s cercan¨ªa con la figura del artista que con su m¨²sica Javier Li?¨¢n
Lo que s¨ª es indudable es que la profusi¨®n de m¨²sica editada, la voracidad informativa de la red y el af¨¢n por saberlo todo de todo el mundo todo el rato, ha provocado que muchas bandas se expongan mucho y muy pronto. Y eso s¨ª podr¨ªa afectar al desarrollo de sus carreras. ¡°Se mata el misterio, y ese misterio es algo que ha sido clave para entender la m¨ªstica relaci¨®n que se crea con la m¨²sica. Hoy creemos que estamos cerca de los artistas porque nos responden un tuit, pero lo hace su community manager, y el resultado es que sentimos m¨¢s cercan¨ªa con la figura del artista que con su m¨²sica¡±, abunda Li?¨¢n, quien recuerda tambi¨¦n que uno de los elementos que s¨ª hacen m¨¢s complicada la pervivencia en el candelero de un grupo, m¨¢s all¨¢ de la calidad de las referencias que lanza, es la manera en que el p¨²blico hoy escucha su m¨²sica. ¡°Ya nadie disfruta de la m¨²sica en solitario. Se oye m¨²sica con los amigos, mientras se habla por tel¨¦fono, en un bar, en una tienda. As¨ª, tal vez es complicado crear esa sensaci¨®n de intimidad que se desarrollaba anta?o con las bandas que terminaban siendo tus preferidas¡±. Y es que si se escucha por encima un disco, tal vez se recuerde durante unas semanas esa m¨²sica, pero, al cabo de dos a?os, cuando esa banda edite una nueva referencia, tal vez no se recuerde ya ni su nombre.
En un contexto as¨ª, cuesta m¨¢s que nunca recordar si el disco dif¨ªcil era el segundo, o el tercero. Igual, o realmente lo complicado sea la primera maqueta. Cart¨®n lo aclara: ¡°Si el primero es brutal. El segundo es el dif¨ªcil. Si la progresi¨®n es natural, entones, el tercero, porque es el de ¡®o lo logro ahora o vamos listos¡±. Y es que, tal vez el segundo de los Strokes sea mucho peor que el primero pero infinitamente mejor que el cuarto, y adem¨¢s, en este tiempo hayan surgido, como m¨ªnimo media docena de bandas de similar perfil y mucho mayor ¨¦xito. A pesar de todo, y m¨¢s de diez a?os despu¨¦s de su gran obra, pocos grupos cobran un mill¨®n de euros por ser cabeza en un festival como lo hacen ellos. Es muy probable que ya no surjan jam¨¢s bandas con una repercusi¨®n similar. En la coyuntura actual, lo sorprendente no es esto, sino que parece que lo entendieron antes los artistas que los propios ejecutivos.
Babelia
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