El fuego fatuo

Dentro del cada vez m¨¢s previsible y adocenado cine de consumo de Hollywood ¡ªen su especialidad cine de acci¨®n de artiller¨ªa pesada¡ª, el t¨¢ndem formado por los cineastas Mark Neveldine y Brian Taylor destacaba con el fulgor de las mutaciones de culto: capaces de forzar el lenguaje fragmentario posMichael Bay hasta lo imprudente en el d¨ªptico formado por Crank: veneno en la sangre (2006) y Crank: alto voltaje (2009), con Jason Statham como protagonista, su pirotecnia visual encontr¨® un ins¨®lito compa?ero de baile en la ambici¨®n narrativa posmoderna de la contundente Gamer (2009).

La reacci¨®n qu¨ªmica que pod¨ªa derivarse del choque (frontal) entre el t¨¢ndem y un actor tan poco preocupado por el qu¨¦ dir¨¢n como Nicolas Cage en Ghost rider: esp¨ªritu de venganza era una posibilidad que hac¨ªa salivar, de manera m¨¢s que justificada, a todo amante de las emociones extremas.

El resultado est¨¢ lejos de ser explosivo: hay gratificantes notas de humor exc¨¦ntrico, como ese plano que relaciona a Jerry Springer con lo diab¨®lico o la gr¨¢fica ilustraci¨®n de los alivios mingitorios del superh¨¦roe, pero, aunque Cage lo d¨¦ todo en cuestiones de incontinencia interpretativa, Ghost rider: Esp¨ªritu de venganza no es m¨¢s que una pel¨ªcula p¨¦sima: Neveldine y Taylor parecen haberse quedado cortos de locura expresiva para envolverla.