Todos debemos hacerlo mejor
"Ya lo dijo un grande como Fern¨¢n G¨®mez, que el pecado de Espa?a no es la envidia, sino el desprecio"
No s¨¦ si lo he contado, pero si lo he contado, ruego que ustedes me perdonen. De cualquier manera, se pasa una la vida escuchando y leyendo a individuos que exprimen el mismo anecdotario sin piedad hacia los oyentes, as¨ª que si alguna vez me repito, piensen que eso me hace, si cabe, m¨¢s humana. Al asunto: ten¨ªa yo un amigo hace ya demasiados a?os que era un americano algo simpl¨®n. No quiero decir que todos los americanos sean simplones, digo que este en particular lo era. A m¨ª me divert¨ªa. Tomarme una cerveza con ¨¦l era como departir con Forrest Gump. Es f¨¢cil entender por qu¨¦ me resultaba fascinante. Un d¨ªa, mi amigo Forrest y yo habl¨¢bamos de la crisis del cine espa?ol. Hace de esto un n¨²mero indignante de a?os, pero ya el cine espa?ol estaba en crisis. Ten¨ªamos, como ven, conversaciones de altura. Recuerdo una ma?ana en que me dijo que los espa?oles no entend¨ªan c¨®mo ¨¦l pod¨ªa votar a Bush y estar en contra de la guerra de Irak. Aun estando acostumbrada a un nivel alto de barbaridades, esta afirmaci¨®n me dej¨® noqueada el resto del d¨ªa. Planeaba el hombre asistir a la manifestaci¨®n contra la guerra, y como yo sab¨ªa de su insensata inocencia, le dije: ¡°Durante la manifestaci¨®n, no hables con extra?os sobre Bush. Por tu seguridad¡±.
Hay quienes desear¨ªan que la industria del cine espa?ol se hundiera y nos nutri¨¦ramos solo de pel¨ªculas americanas
Pero, qu¨¦ quieren, tengo una debilidad antigua por los seres que no tienen conciencia de que sus palabras pueden ser como bombas en seg¨²n que sitios. Imagino que padecen alg¨²n tipo de s¨ªndrome relacionado con la torpeza social, que nada tiene que ver con la groser¨ªa o la mala intenci¨®n. Pero volviendo a nuestra charla sobre cine espa?ol. Mi amigo, al que perd¨ª la pista y al que espero no hayan partido la boca en alguna discusi¨®n pol¨ªtica de mostrador, me dijo una buena ma?ana que hab¨ªa tenido como una especie de iluminaci¨®n sobre cu¨¢l era la soluci¨®n a la siempre precaria industria cinematogr¨¢fica espa?ola. Su manera de mejorar nuestro cine era, por as¨ª decirlo, forrestgumpesca: consist¨ªa en contratar actores americanos y rodar las pel¨ªculas en ingl¨¦s para que pudieran comercializarse en cualquier parte del mundo. A ustedes les puede parecer esto una idiotez, pero les aseguro que, en los ¨²ltimos tiempos, cuando leo y escucho ciertas afirmaciones empapadas de desprecio indisimulado hacia el cine hecho en Espa?a, no puedo por menos que pensar que hay personas que desear¨ªan que definitivamente esa industria se hundiera y nos nutri¨¦ramos solo de pel¨ªculas americanas. Y ya sabe, porque ya lo dijo un grande como Fern¨¢n G¨®mez, que el pecado de Espa?a no es la envidia, sino el desprecio. La crisis, esta crisis que est¨¢ menguando todos los sueldos menos los de los ricos, ha despertado un resentimiento popular hacia el trabajador de la cultura que tal vez estaba latente y engrosaba un desprecio hist¨®rico, y ahora, cuando estamos obligados a entender que somos un pa¨ªs m¨¢s pobre de lo que cre¨ªamos, canalizamos la rabia hacia quien menos lo merece. Unos, hacia el emigrante. Otros, por ejemplo, hacia quien trata de levantar una pel¨ªcula. Puedo entender humanamente ese resentimiento porque se ha venido alimentando de manera constante y premeditada desde los medios de comunicaci¨®n. En vez de explicar c¨®mo se financia una pel¨ªcula, c¨®mo se consigue una subvenci¨®n y c¨®mo se devuelve el dinero prestado, lo que hemos dejado entrever desde los peri¨®dicos conservadores hasta los socialdem¨®cratas (por simplificar) es que la subvenci¨®n es un dinerete que el productor, el actor o el director se meten en el bolsillo sin tener que dar cuentas a nadie.
?El ¨¦xito o el fracaso se miden solo por la cuenta de resultados? Si es as¨ª, me considero una persona 'vintage'
No pretendo hacer una defensa ciega del cine patrio. No siento la patria de esa manera, pero me pregunto por qu¨¦ los que emplean adjetivos tan despreciativos hac¨ªa ¨¦l est¨¢n tan seguros de su personal excelencia. El cine espa?ol no produce una gran cantidad de buenas pel¨ªculas, de acuerdo, pero¡ ?no responde eso a la mediocridad profesional que se da en muchos campos en Espa?a? ?No cree el estampador de insultos que ¨¦l o ella tambi¨¦n deber¨ªan mejorar? ?Tan seguras est¨¢n esas mentes de su propia val¨ªa para expender juicios tan demoledores? Honestamente, pienso que en este dif¨ªcil momento que atravesamos la defenestraci¨®n absoluta de un sector de la cultura es una actitud populista que nos lleva a un terreno peligroso. No creo que el dinero que se le concede a una pel¨ªcula o a una serie de televisi¨®n vaya en detrimento de los sueldos de nadie. Es cierto que habr¨¢ que elegir con m¨¢s tino los proyectos, que habr¨¢ que producir menos pel¨ªculas, que se deber¨¢ poner el dinero en guiones que merezcan la pena. Pero es peligroso difundir la idea de que solo aquello que da mucho dinero tiene derecho a la vida. Y esa es m¨¢s o menos la idea que llevo leyendo estos d¨ªas atr¨¢s con respecto al cine, expresada en titulares como ¡°Torrente salva al cine espa?ol¡±. ?Solo queremos un tipo de pel¨ªculas? ?El ¨¦xito o el fracaso se miden solo por la cuenta de resultados? Si esto es as¨ª, si esto es definitivamente as¨ª, me considero una persona vintage, por decirlo de manera suave, o del siglo pasado, por expresarlo crudamente. Tal vez mi Forrest ten¨ªa raz¨®n, era un visionario: contratemos actores americanos, hagamos las pel¨ªculas en ingl¨¦s. Eso s¨ª, luego las doblamos, porque de ingl¨¦s no tenemos ni puta idea.
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