La aut¨¦ntica 'Nueva Ola'
"Nouvelle Vague: Chansons et musiques de films' contiene tres CD y un librito. Un trabajo hecho con mimo y medios"
Es uno de esos productos exquisitos que reconcilian a cualquier mel¨®mano con la denostada industria discogr¨¢fica. Nouvelle Vague: Chansons et musiques de films (Universal) contiene tres CD y un librito. Un trabajo old school, hecho con mimo y medios: en su elaboraci¨®n colaboraron nueve personas, sin contar a los compositores ¨CMichel Legrand, Martial Solal, Pierre Jansen, Antoine Duhamel, Paul Misraki- que aportan recuerdos sobre su relaci¨®n creativa con aquellos cineastas.
Muchos somos parciales a la nouvelle vague por motivos gremiales: fueron antiguos cr¨ªticos los que pusieron en pr¨¢ctica sus teor¨ªas, primero en cortos y luego con largometrajes. Daban ca?a en Cahiers du Cin¨¦ma: arremet¨ªan contra el cine franc¨¦s de qualit¨¦, localizaban rastros de autor¨ªa entre los mercenarios de Hollywood. Eran impertinentes y se llamaban ?ric Rohmer, Jean-Luc Godard, Fran?ois Truffaut, Claude Chabrol o Jacques Rivette.
?Maravillosa audacia la de aquellos mequetrefes! No hay casos equivalentes en el pop, me temo, aparte de Lenny Kaye, que fij¨® el canon del garage rock con el doble elep¨¦ Nuggets y que luego salt¨® a los escenarios detr¨¢s de otra visionaria, Patti Smith.
La nouvelle vague aport¨® un aliento revolucionario al arte del cine, que termin¨® incidiendo incluso sobre el nuevo Hollywood de finales de los sesenta. Tra¨ªa una heterodoxia al rodaje, al montaje, a la narrativa. Con su iluminaci¨®n natural, sus improvisaciones, sus cortes bruscos, esas pel¨ªculas reflejaban el esp¨ªritu iconoclasta de la d¨¦cada.
Se suele olvidar la m¨²sica que utilizaban y de ah¨ª el valor de Nouvelle Vague. No exist¨ªa una panor¨¢mica similar: fragmentos de unas cincuenta pel¨ªculas, inteligentemente escogidos, con sonido espl¨¦ndido. Semejante selecci¨®n no es apta para inmersiones ligeras: hay que aislar las piezas y paladearlas poco a poco.
Las alianzas de cineastas y m¨²sicos ten¨ªan mucho de aventura generacional. Formar¨ªan parejas s¨®lidas, a pesar de diversas infidelidades: entre veinte y treinta a?os dur¨® la entente entre Jansen y Chabrol, o la de Georges Delerue con Truffaut. Aparte de Paul Misraki, la mayor¨ªa de los compositores eran tan novatos como los directores. Y experimentaban. Incluso el mayor de todos, Misraki, se quedaba pasmado al comprobar como Godard, en Alphaville, tapaba el di¨¢logo con su score: ¡°?qu¨¦ m¨¢s da? La gente va a ver Rigoletto a la ?pera. Est¨¢ cantado en italiano, no entienden una palabra y les parece bien.¡±
Godard es aplaudido por todos los compositores entrevistados, por el margen que conced¨ªa. Antoine Duhamel le compara con Truffaut, al que retrata anclado a ¡°un prudente clasicismo¡±. Anna Karina menciona que Jean-Luc era omn¨ªvoro: ¡°compraba montones de discos, de m¨²sica cl¨¢sica pero tambi¨¦n de cantantes ye-y¨¦s. No puedes oponer a la nouvelle vague, como movimiento elitista, con el ye-y¨¦, para masas populares. En realidad, eran dos expresiones simult¨¢neas de la juventud.¡±
Las musas como Anna Karina ten¨ªan licencia para cantar: ya lo dice el subt¨ªtulo de la caja (Canciones y m¨²sicas de pel¨ªculas). Aqu¨ª podemos escuchar a la propia Anna m¨¢s Jeanne Moreau, Corinne Marchand o Brigitte Bardot, que no pod¨ªa imaginar que su tierno Sidonie servir¨ªa para bautizar a una banda psicod¨¦lica barcelonesa.
Advierto que aqu¨ª no hay rock, ni siquiera ye-y¨¦. Pero s¨ª mucho jazz: m¨¢s all¨¢ del espont¨¢neo acompa?amiento de Miles Davis en Ascensor para el cadalso, palpitan espl¨¦ndidas obras jazzeras de Michel Legrand, Michel Magne, Sacha Distel y Martial Solal, que lamenta que dejaran de llamarle en 1965, cuando el jazz volvi¨® al underground. El campo quedaba libre para camaleones como Serge Gainsbourg (tambi¨¦n presente en la antolog¨ªa).
Adem¨¢s, los rebeldes de la nouvelle vague hab¨ªan triunfado y se pod¨ªan permitir contratar al hist¨®rico Bernard Herrmann (mano derecha de Hitchcock), que fue c¨®mplice de Fran?ois Truffaut en Fahrenheit 451 y La novia vest¨ªa de negro. Para entonces, el grupo de conspiradores estaba desintegr¨¢ndose: en su ansia por ser lo m¨¢s gauche del hex¨¢gono, Jean-Luc ofender¨ªa a casi todos sus amigos, comenzando por el sensible Truffaut.
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