El instante irrepetible de la felicidad
El valor intr¨ªnseco de 'El lector de Julio Verne', novela de aprendizaje, deriva m¨¢s de su vuelo l¨ªrico que del ¨¦pico. Almudena Grandes vuelve a crear s¨®lidos personajes y magistrales escenas ¨ªntimas
No s¨¦ si me equivoco mucho diciendo que el mundo novel¨ªstico de Almudena Grandes se soporta en gran medida sobre una mezcla de realidad e irrealidad. Esta consideraci¨®n podr¨ªa ser operativa, como m¨ªnimo para romper ese criterio injustamente limitado de que su literatura est¨¢ construida de soportes hist¨®ricos, de pasado, sobre todo de la posguerra franquista, de su innecesaria crueldad y ¨¢nimo vengativo. Con ser cierto todo esto, sumando la no balad¨ª consideraci¨®n de que esta literatura lo es infinitamente m¨¢s de la memoria que del puro registro hist¨®rico, creo que no estar¨ªa de m¨¢s transitar por esos costados m¨¢s intangibles que ofrece la novel¨ªstica (y tambi¨¦n sus relatos o algunos de ellos nouvelles) de la escritora madrile?a. Tenemos, ahora, El lector de Julio Verne, el segundo volumen de su serie Episodios de una guerra interminable. Por sobre todas otras consideraciones, todas igualmente importantes, se alza la impronta novelesca, en el sentido en que la preceptiva norteamericana divide su propia tradici¨®n ficcional: novela y romance. Si la primera es la marca del realismo, de la descripci¨®n tozuda de los hechos (f¨ªsicos y psicol¨®gicos), el segundo ata?e al orbe de la imaginaci¨®n, de las sensaciones y visiones, fogonazos indescriptibles que obligan al lector a una operaci¨®n de visualizaci¨®n casi po¨¦tica. Por eso creo, independientemente de todo lo que se cuenta en esta novela casi redonda (luego dir¨¦ por qu¨¦ no lo es totalmente), que su valor intr¨ªnseco estriba en esa dimensi¨®n de relato infinitamente m¨¢s l¨ªrico que ¨¦pico.
El lector de Julio Verne
La guerrilla de Cencerro y el trienio del terror, Ja¨¦n, Sierra Sur, 1947-1949
Almudena Grandes
Tusquets. Barcelona, 2012
418 p¨¢ginas. 19,95 euros
Otra interpretaci¨®n ineludible de El lector de Julio Verne es su condici¨®n de Bildungsroman o novela de aprendizaje. La historia que se nos cuenta es la de un ni?o de 11 a?os. Y quien nos la cuenta es el mismo ni?o ya adulto, probablemente desde nuestro propio presente. Almudena Grandes recrea los movimientos guerrilleros del trienio 1947-1949, en la sierra de Ja¨¦n. En el centro de este conmovedor relato est¨¢ el ni?o relatado por ¨¦l mismo cuando ya es mayor. Est¨¢ su memoria personal y su condici¨®n entonces de hijo de guardia civil, viviendo casi en primera l¨ªnea los infortunios morales y f¨ªsicos (delaciones, traiciones, torturas, allanamientos) que sufren no solo los familiares de los guerrilleros en el pueblo andaluz donde se desarrollan los acontecimientos, sino el propio protagonista y su familia. La autora de El coraz¨®n helado ata este segundo volumen al primero con una r¨¢pida menci¨®n a un restaurante llamado Casa In¨¦s en el Valle de Ar¨¢n. Si en el primer volumen (In¨¦s y la alegr¨ªa) el punto de vista se situaba en el lado de la guerrilla antifranquista, en El lector de Julio Verne el foco narrativo se traslada al lado opuesto, en su represi¨®n del grupo del c¨¦lebre jefe guerrillero Tom¨¢s Vill¨¦n Rold¨¢n, Cencerro.
Si en In¨¦s y la alegr¨ªa, el mentor de su hero¨ªna era Benito P¨¦rez Gald¨®s, en esta que comento el gu¨ªa lector de nuestro peque?o h¨¦roe es Julio Verne. La elecci¨®n del escritor franc¨¦s y toda la aureola aventurera que lo rodea es la materia que otorga esa estructura de exploraci¨®n f¨ªsica, pero sobre todo espiritual con que est¨¢ impregnada la novela. Exploraci¨®n de secretos indecibles, de visiones in¨¦ditas para un ni?o que se inicia en el conocimiento del dolor del alma y a esa intransferible felicidad que permiten unos pocos instantes irrepetibles. Vuelve Almudena Grandes a crear grandes caracteres humanos (como el guardia civil Miguel Sanch¨ªs y Pepe, el Portugu¨¦s, entre otros) y peque?as grandes escenas ¨ªntimas que te quedan grabadas para siempre.
Hago hincapi¨¦ en el car¨¢cter novelesco de El lector de Julio Verne, en su halo de romance, en su naturaleza intr¨ªnsecamente po¨¦tica, en esa concomitancia con ese mundo visual que caracteriza las pel¨ªculas de V¨ªctor Erice (para que el lector se haga una idea de qu¨¦ quiero decir). Los montes y sierras que habitan los guerrilleros tienen en la novela la dimensi¨®n de un mundo mucho menos inh¨®spito que m¨¢gico, donde los hombres son sombras, siluetas fugaces apenas entrevistas. Ahora bien, El lector de Julio Verne est¨¢ compuesto de cuatro partes. Me parece un error de bulto el breve agregado hist¨®rico de la cuarta parte. Rompe el criterio soberbiamente el¨ªptico con que la novela avanzaba. Para m¨ª la novela acaba con la tercera parte. El resto es informaci¨®n. Una inexplicable elecci¨®n que impide que la novela sea todo lo redonda que se merec¨ªa.
Babelia
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