'Sabrina', elegancia hecha cine
EL PA?S regala este domingo 'Sabrina', de Billy Wilder y con Audrey Hepburn y Humphrey Bogart
Solo dos veces en su vida Billy Wilder pareci¨® ceder a la presi¨®n de Hollywood. La primera fue con El vals del emperador, un favor que realiz¨® a los estudios Paramount, que buscaban un argumento para Bing Crosby. Wilder la odiaba y se arrepinti¨® toda su vida. La otra fue Sabrina, y no fue una rendici¨®n consciente, sino que sencillamente Wilder toc¨® el mito de la Cenicienta con una virginal Audrey Hepburn, de aire adolescente, que volv¨ªa loca a los hombres con sus sue?os de una manera tan p¨²dica que en Sabrina las conversaciones sexuales jam¨¢s rozan su personaje ("Mira esas piernas. ?No son fant¨¢sticas?", dice el personaje de William Holden. Respuesta de su hermano, interpretado por Humphrey Bogart: "Las ¨²ltimas piernas que te parecieron fant¨¢sticas le costaron a la familia 25.000 d¨®lares"). Su creador aseguraba que ten¨ªa muchos toques Lubitsch (el maestro de Wilder), que sab¨ªa insinuar de manera ligera y elegante sin caer en lo obvio. Y eso que habla de un tri¨¢ngulo amoroso: el de la hija del ch¨®fer de una familia millonaria, una chica que pasa de pelusilla molesta a belleza et¨¦rea v¨ªa una educaci¨®n en Par¨ªs, y los dos herederos: el currante Linus (Bogart) y el cigarra David (Holden).
Sabrina es clase, es gusto, es amor¡ pero a lo largo de su visionado hay algo que molesta, que chirr¨ªa. Wilder siempre explic¨® que Sabrina no era perfecta, fue por su enfrentamiento con Bogart: "Hasta entonces hab¨ªa interpretado sobre todo a tipos duros con gabardina, que ocultaban sus sentimientos detr¨¢s de observaciones impertinentes. Y ahora deb¨ªa enga?ar a una muchachita so?adora y cursi, para quedar, finalmente, a su merced. Por primera vez en su carrera ten¨ªa que interpretar a un hombre que llevaba pantalones de rayas, un sombrero r¨ªgido y un paraguas". Bogart respond¨ªa que nunca le dijeron "con qui¨¦n iba a acabar Sabrina". Y es que no lo sab¨ªan. Durante la filmaci¨®n, Wilder hizo pi?a con Holden ¨Cya hab¨ªan trabajado juntos- y Hepburn, con ellos tomaba martinis¡ y porque en realidad el guion se escrib¨ªa con solo dos d¨ªas de antelaci¨®n al rodaje. Hepburn y Holden protegieron a su director, le sirvieron como escudo para que nadie sospechara los problemas de escritura. As¨ª que Bogart se sent¨ªa inseguro en su personaje y apartado del grupito que todas las noches compart¨ªan copas, sin sospechar que despu¨¦s Wilder a¨²n se quedaba despierto escribiendo y reescribiendo. La leyenda habla de crisis de ansiedad del coguionista, Ernest Lehman; de enfrentamientos por el vestuario; de un alcoh¨®lico Bogart nervioso si la jornada de trabajo no acababa a las cinco (hora del trago), y de un ¨²ltimo d¨ªa de rodaje que Wilder remat¨® mirando al cielo y gritando "?J¨®dete!" a Dios.
Todo lo anterior no importa si uno mira en la pantalla a Sabrina subida a un ¨¢rbol, si disfruta del sketch de las aceitunas con Martini, si se deja llevar por la evocaci¨®n de un mundo lleno de gracia en el que Audrey Hepburn era la reina.
Babelia
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