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Y Vel¨¢zquez pint¨® el cine espa?ol Estas son las diez pinturas que han inspirado este reportaje. Las obras de Vel¨¢zquez, El Greco, Durero, Moro y Goya se encuentran en el Museo del Prado (Madrid). La de Caravaggio est¨¢ en la Galer¨ªa Borghese (Roma), y la de Vig¨¦e Le Brun, en la National Gallery (Londres). Hidalgo impasible y distante, de aspecto asc¨¦tico, tez p¨¢lida, frente despejada¡ ¡°Y esa mano¡ Siempre me he fijado en esa postura tan antinatural¡±, dice Juan Diego Botto, que tiene esta obra grabada en la memoria desde peque?o al Prado. Aunque la identidad de ese caballero ha estado sujeta a muchas especulaciones, se ha concluido que quien pos¨® para El Greco es Juan de Silva y Ribera, alcalde del alc¨¢zar de Toledo. ¡°Yo no ser¨ªa buen modelo. No querr¨ªa estar quieto tanto tiempo. El paso del tiempo lo documenta mi cine. Desde 'Historias del Kronen' hasta 'Silencio en la nieve', por eso ni siquiera tengo demasiadas fotos personales¡±. OUTUMURO Hay autorretratos en los que Paco Le¨®n siempre encuentra ¡°algo especial¡±. En concreto, los de Durero, Frida Kahlo, Picasso o Schiele son para ¨¦l ¡°una fuente de inspiraci¨®n y documentaci¨®n¡± para su trabajo. ¡°La pintura es de gran ayuda a la hora de asumir con naturalidad c¨®digos de comportamiento de otras ¨¦pocas¡±. Caravaggio se transform¨® en el dios Baco durante una convalecencia en el hospital ¨Cque Le¨®n imagina fruto de ¡°placeres desmedidos¡±¨C. ¡°Precisamente esa transformaci¨®n es lo mejor de este oficio. Con todo, creo que los actores siempre interpretamos personajes que en realidad hablan de nosotros, del mismo modo que los pintores siempre hacen autorretratos, es decir, siempre se cuentan a ellos mismos o c¨®mo ven el mundo¡±. OUTUMURO Alberto Durero es considerado el primer pintor obsesionado con su imagen. Nadie antes que ¨¦l se hab¨ªa inmortalizado en tantos autorretratos. A sus 26 a?os, el alem¨¢n se present¨® con elegantes ropas aristocr¨¢ticas (guantes grises de cabritilla incluidos). Sereno, seguro de s¨ª mismo. Un ejercicio de trascendencia que jam¨¢s emular¨ªa el actor Jan Cornet. ¡°Soy muy vergonzoso. Prefiero ver retratos de otros¡±. Es m¨¢s, ¨¦l es reacio a registrar ese paso del tiempo que Durero tanto se preocup¨® por capturar. ¡°En cuestiones est¨¦ticas, creo que el pasado, pasado es¡±. Solo har¨ªa una excepci¨®n: ¡°Si tuviera que retratarme, quien mejor lo har¨ªa ser¨ªa mi abuela, Dolors Susana Morera. Es pintora y me conoce mejor que nadie¡±. OUTUMURO Si la actriz Blanca Portillo pudiera elegir retratista, se debatir¨ªa entre Leonardo da Vinci y Goya. Confiesa que no hered¨® el don para el dibujo de su padre, pero, a cambio, ah¨ª est¨¢n sus retratos de Carlota, Agustina, Bocanegra, Hamlet o Concepci¨®n Arenal, ¡°a la que estoy interpretando ahora; va a ser un personaje importante en mi vida¡±. Tampoco dudar¨ªa en interpretar a Mar¨ªa Tudor. ¡°Me gusta cualquier personaje femenino que aparezca en los anales de la historia. ?No son tantos!¡±. El reto, explica, cuando se interpreta a personajes del pasado, ¡°es verlos como un ser humano y no como una biograf¨ªa en una enciclopedia¡±. OUTUMURO ¡°La pintura que m¨¢s me ha impactado es Venus y Marte de Botticelli. Me qued¨¦ literalmente clavada delante de ella en la National Gallery¡±. En esa misma planta del museo londinense se encuentra el ¡®Autorretrato¡¯ de Elisabeth Vig¨¦e Le Brun, cotizada retratista, amiga y confidente de la reina Mar¨ªa Antonieta. ¡°Una mujer fascinante, que se sale del rol femenino establecido¡±. Con una biograf¨ªa as¨ª, dice S¨¢nchez-Gij¨®n, lo que le gustar¨ªa es embarcarse en una pel¨ªcula sobre ella. ¡°Me gusta componer personajes del siglo XVIII o XIX. Toda esa parafernalia exterior que te exige es fundamental; el cors¨¦ que te hace respirar de otra forma, el sombrero que te marca la mirada. Pero hay que evitar sucumbir a la caracterizaci¨®n, esconderse tras ella¡±. OUTUMURO Recordaba a la joven aristocr¨¢tica de sus libros escolares, pero fue enfundada en el vestido, sentada para representar a Mar¨ªa Teresa de Borb¨®n y Vallabriga, la condesa de Chinch¨®n, cuando Mar¨ªa Le¨®n repar¨® por primera vez en la extra?a longitud de los brazos de la retratada. Intentaba emular su postura, pero se quedaba corta de cent¨ªmetros para recrear el gesto de sus manos, cruzadas sobre el regazo: ten¨ªa 19 a?os y esperaba su primer hijo. ¡°De ella siempre me ha conquistado la sonrisa tan bonita que tiene. Se r¨ªe con la mirada¡±, destaca la actriz. A la mirada, explica, le da ella la misma importancia que a la voz y al cuerpo cuando cuenta historias tan conmovedoras como la de Pepita en ¡®La voz dormida¡¯, que le ha valido un Goya revelaci¨®n. OUTUMURO La cordobesa Macarena G¨®mez contempl¨® por primera vez el lienzo de ¡®La chiquita piconera¡¯ en el Museo Julio Romero de Torres de su ciudad. Luego siempre reparar¨ªa en ella en sus paseos por la ciudad: la presencia de la chiquita nunca pasaba desapercibida en esas torres giratorias abarrotadas de postales. ¡°Siempre me llam¨® la mirada directa y profunda de la joven, su modo de seducir con su hombro desnudo y la belleza de la mano que sostiene la badila de cobre. Y siempre ha sido mi sue?o interpretar en una pel¨ªcula a alguna de las mujeres retratadas por Romero de Torres¡±. Se siente c¨®moda, dice, encarnando a personajes del pasado. ¡°Los sentimientos son universales y atemporales. Creo que el principal reto es saber adoptar otro ritmo, otra energ¨ªa¡±. OUTUMURO El protagonista de ¡®Pa negre¡¯, de Agust¨ª Villaronga, est¨¢ ¡°acostumbrado a visitar museos, ver cuadros, oler la resina, tocar tubos al ¨®leo¡±. Pero a sus 14 a?os dice que la pintura forma parte del pasado. De su peque?o pasado. ¡°Me encantaba hacer mezclas con los colores y modelar con barro¡±. Hay un retrato que siempre le ha inquietado: el ¡®Autorretrato¡¯ de Van Gogh. ¡°Lo pintamos en el parvulario y pens¨¦ que me gustaba m¨¢s el m¨ªo que el aut¨¦ntico, me sorprendi¨® que no estuviera bien dibujado para ser de un pintor tan famoso¡±. De Muchacho con pipa, de Picasso, le extra?a que fume, la corona de flores y c¨®mo va vestido. Para interpretarlo opta por pensar que el chico era ¡°un joven rico con pocos problemas, se le ve tranquilo, con la vida solucionada¡±. OUTUMURO La joven milanesa Cecilia Gallerani siempre ha sido para Leonor Watling una especie de pariente lejano cuya imagen ¡°siempre ha estado ah¨ª, de fondo¡±. Fue ella quien pidi¨® representar a ¡®La dama del armi?o¡¯ (su segunda opci¨®n era la Ofelia de Millais). ¡°Me gusta porque en su rostro cabe cualquier historia que le quieras colocar. Si tienes un d¨ªa triste, una historia triste; si est¨¢s contento, una feliz. T¨² habitas mucho los retratos, es lo maravilloso que tienen¡±. A ella la ha pintado al ¨®leo la artista Guadalupe Mar¨ªn, pero acumula, sobre todo, retratos cinematogr¨¢ficos. ¡°He tenido la suerte de trabajar con directores de fotograf¨ªa como Aguirresarobe, Alcaine o David Omedes, que hacen que de repente te veas a ti misma dentro de un cuadro¡±. OUTUMURO