Luz sobre los prisioneros del remo
La restauraci¨®n de los Libros de Galeras (1624-1748) descubre biograf¨ªas de esclavos y presos La sodom¨ªa se pagaba en la Edad Moderna con diez a?os de remo forzoso
En 1690 el precio est¨¢ndar de un esclavo era de 1500 reales de vell¨®n. De un esclavo capaz de remar a la intemperie horas, d¨ªas, semanas. A Maraut, "hijo de Yusuf, moreno, de boca peque?a y labios gruesos, verruga en la cabeza sobre la oreja, mancha en la oreja derecha, se?al de herida en la misma mano", pese a sus 22 a?os, sin embargo, se le vendi¨® en 400 reales por ¡°in¨²til¡±.
Impedirse, inutilizarse en combate, debi¨® ayudar al insigne Cervantes a eludir un destino similar al de Maraut tras ser apresado (el trasiego en el Mediterr¨¢neo era estresante: muchos barcos y pocos amigos) cuando regresaba a Espa?a despu¨¦s de sobrevivir a un sinf¨ªn de episodios b¨¦licos y al mayor combate de galeras de la historia: la batalla de Lepanto (1571).
Las peripecias de Cervantes -cinco a?os de cautiverio en Argel- no figuran en los 25 Libros de Galeras que conserva la Armada porque abarcan registros posteriores (1624-1748), donde figuran esclavos, presos forzados y "gente de cabo" (soldados y marineros) enrolados. La restauraci¨®n de estos gigantescos vol¨²menes aportar¨¢ valiosa informaci¨®n para historiadores de la Edad Moderna: escritas con los circunloquios de entonces permiten atisbar biograf¨ªas populares al servicio de pol¨ªticas regias. ¡°Cuando el rey necesitaba remeros incentivaba las condenas a galeras¡±, indica Carmen Ter¨¦s, directora t¨¦cnica de los archivos navales de la Armada.
Los galeotes com¨ªan y dorm¨ªan en el asiento al que iban encadenados
Maraut fue uno de los miles de esclavos del rey, la energ¨ªa bruta que propulsaba por el Mediterr¨¢neo unas embarcaciones casi planas, ideales para la escaramuza costera. Ignoramos si mejor¨® la vida de Maraut al dejar la galera, pero resultaba dif¨ªcil empeorar las condiciones de navegaci¨®n. Un grillete le manten¨ªa atado a su asiento, donde com¨ªa, dorm¨ªa y evacuaba lo que fuese menester. Iba descalzo y rapado para facilitar su identificaci¨®n en caso de fuga y evitar la acampada de piojos. A los esclavos no les aguardaba m¨¢s horizonte que el mar, el combate con barcos de (probables) compatriotas turcos o berberiscos y cierta opci¨®n de irse al fondo del Mediterr¨¢neo encadenados a su bamboleante prisi¨®n. ¡°El error es tratar de juzgar aquella ¨¦poca con nuestro punto de vista. En el siglo XVI la preocupaci¨®n m¨¢s importante de la gente era comer. A veces se dice que se reconoc¨ªa una galera por el olor que la preced¨ªa, pero en aquella ¨¦poca casi nadie se lavaba¡±, aclara Pedro Fondevila, secretario de la c¨¢tedra de Historia Naval de la Universidad de Murcia.
Los galeotes recib¨ªan a diario un pan cocido y endurecido llamado bizcocho, un potaje de habas y su raci¨®n de agua. Las esperanzas de liberaci¨®n eran m¨ªnimas. Solo si los suyos ganaban un combate o eran intercambiados por presos espa?oles. La historia del argelino Amete fue excepcional. Felipe IV le concedi¨® la libertad el 11 de mayo de 1642 en un alarde de moderada magnanimidad: ¡°Ha m¨¢s de 24 a?os que me sirve al remo y que se halla de edad de m¨¢s de 70 y sin poder continuarlo, suplic¨¢ndome le haga merced de mandar y, quedando otro esclavo para que lo haga por ¨¦l, sea puesto en libertad¡±.
Felipe IV liber¨® a un argelino de 70 a?os, esclavizado m¨¢s de dos d¨¦cadas
En los Libros de Galeras se asentaba el nombre, los rasgos m¨¢s sobresalientes y hechos notables como su liberaci¨®n o su fallecimiento. M¨¢s que esclavos abundaban los presidiarios comunes. ¡°En Espa?a hab¨ªa menos esclavos que en los barcos franceses o turcos¡±, precisa Pedro Coll, subdirector de los archivos navales. De los 25 libros, 18 corresponden a presos forzados, tres a esclavos y cuatro a soldados y marineros.
Los tomos son una lupa que acerca a la sociedad de los siglos XVII y XVIII, m¨¢s inclemente con delitos monetarios o ciertas pr¨¢cticas sexuales que con el asesinato. Francisco Gim¨¦nez, ¡°gitano, natural de la tierra del Segura, hijo de Sebasti¨¢n Moreno, cortadas ambas orejas¡±, fue condenado por un crimen a ocho a?os de galeras. Pero Juan de Morales, de 35 a?os, ¡°natural de Utrera, hijo de Pedro, buena constituci¨®n, blanco, ojos azules¡±, le endosaron 200 azotes y 10 a?os de galeras por ¡°el pecado nefando¡±. O sea: sodom¨ªa.
El catal¨¢n Josep Almarall fue castigado a remar cuatro a?os ¡°por haber desflorado a Mar¨ªa Rosa Borrell¡± el 13 de enero de 1727. Mucho m¨¢s grave le result¨® al tribunal el impulso del ¡°carirredondo¡± Francisco Thomas Carnero, un malague?o de 18 a?os, condenado a 10 de galeras ¡°por causa de bestialidad que cometi¨® con una burra¡±.
Dos siglos de fest¨ªn para los insectos
Durante m¨¢s de dos siglos, los 25 Libros Generales de Galeras se han conservado en Cartagena en unas condiciones de humedad y temperatura p¨¦simas (los tomos han sido pasto de toda suerte de hongos, bacterias e insectos bibli¨®fagos). Adem¨¢s, el formato ¡ªde grandes dimensiones: 42 x 28 cent¨ªmetros y casi diez cent¨ªmetros de grosor¡ª y el peso provocaron, seg¨²n las expertas del Instituto del Patrimonio Cultural de Espa?a que participaron en la restauraci¨®n, Mar¨ªa del Carmen Hidalgo y Rebeca Benito, ¡°deterioros de tipo mec¨¢nico¡±.
Hasta el momento se han restaurado 11 vol¨²menes, que se conservan en el Museo Naval de la Armada, por un total de 160.000 euros. A la financiaci¨®n han contribuido el Ministerio de Educaci¨®n, Cultura y Deporte, el BBVA y la Asociaci¨®n de Amigos del Museo Naval. La recuperaci¨®n, en la que participa tambi¨¦n la empresa Barbachano y Beny, es un proceso laborioso. Las hojas son de papel de fibras de lino y c¨¢?amo, aglutinadas con cola animal y encuadernadas en piel (alguna en madera). Antes de la restauraci¨®n, cada libro se documenta y analiza. Luego se desmonta hoja a hoja, se limpia la suciedad superficial y se inicia el proceso de injerto de papel. La reconstrucci¨®n de la encuadernaci¨®n sigue fielmente los pasos del original, incluido el cosido manual de los cuadernillos.
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