El cronista de Sat¨¢n
No hace falta recordar que las pel¨ªculas de la Hammer son una referencia casi legendaria para todos los aficionados al cine terror¨ªfico y fant¨¢stico. Pero ?cu¨¢l fue la mejor de todas? Si le preguntamos al eterno Christopher Lee ¡ªque algo debe saber del asunto, porque apareci¨® en las m¨¢s distinguidas¡ª nos dir¨¢ que su favorita es La novia del diablo de Terence Fisher. Puede que este favoritismo se deba no s¨®lo a que ¨¦l la protagoniz¨® sino a que por una vez su papel fue de h¨¦roe y no de espectral villano¡ En cualquier caso muchos compartimos su elecci¨®n. El guion es excelente, el reparto muy adecuado (con un inolvidable Charles Gray haciendo del malvado satanista Mocata) y la direcci¨®n de Fisher tan competente como acostumbraba.
El filme se basa, con notable fidelidad, en la novela The Devil Rides Out, cuyo autor fue un amigo de Christopher Lee, un novelista popular¨ªsimo en su ¨¦poca y bastante olvidado hoy salvo por viciosos del g¨¦nero como un servidor: Dennis Wheatley. La estupenda narraci¨®n apareci¨® en castellano como El talism¨¢n de Set en un volumen dedicado a Wheatley en la a?orada colecci¨®n de Aguilar El lince inquieto. Escritor de numerosos best-sellers en su d¨ªa, carentes de pretensiones estil¨ªsticas pero muy entretenidos, el renombre de Dennis Wheatley est¨¢ implacablemente ensombrecido ahora por su derechismo militante y un anticomunismo a veces declamatorio que no omite exabruptos pol¨ªticamente escandalosos referentes a etnias y sexos. Qu¨¦ le vamos a hacer, nobody is perfect. Pese a tales pecadillos mortales, el William Peter Blatty de El exorcista y el Ira Levin de Rosemary's baby le han le¨ªdo sin duda con provecho¡
Aunque Wheatley se prodig¨® en todo tipo de tramas aventureras, polic¨ªacas y exotismos variados, sus mayores ¨¦xitos los consigui¨® con argumentos que incluyen rituales sat¨¢nicos y presencias demon¨ªacas, tem¨¢tica pintoresca en la que lleg¨® a ser toda una autoridad. As¨ª lo atestigua desde su propio t¨ªtulo la completa biograf¨ªa que le dedic¨® hace un par de a?os Phil Baker: The Devil is a Gentleman (editorial Dedalus). En esas novelas el adversario no es nunca el demonio en persona, al estilo de El exorcista o Damien, sino distinguidos servidores suyos, magos satanistas de alto rango y poderes arrolladores. Frecuentemente esta devoci¨®n diab¨®lica va mundanamente acompa?ada en ellos por una ideolog¨ªa pol¨ªtica extremista, sea nazi, comunista o incluso las dos sucesivamente. Y les sirven sectas de brujos inferiores, que suelen caracterizarse por caprichos m¨¢s lascivos y econ¨®micos que de influencia pol¨ªtica. Sin duda Wheatley es consciente del car¨¢cter folletinesco de estas narraciones, por lo que dedica la mejor de ellas (The Satanist, una intriga con toques de espionaje que no desmerece ante sus coet¨¢neas de James Bond) al indiscutible maestro del g¨¦nero: Alejandro Dumas.
Dennis Wheatley, autor de best-sellers, est¨¢ ensombrecido ahora por sus derechismo militante
Estamos hoy tan habituados a la injerencia diab¨®lica en las ideolog¨ªas crimin¨®genas de nuestro entorno que el ¨¦nfasis satanista de Dennis Wheatley, casi tierno en la ingenuidad de su manique¨ªsmo, ya no nos impresiona demasiado. El diablo ¡ªes decir, el gran separador, el enfrentador¡ª no necesita rituales rebuscados ni parafernalias folcl¨®ricas para levantar acta de su poder¨ªo en el despedazamiento del mundo. El olor a azufre y la pata de macho cabr¨ªo aparecen cuando la ambici¨®n o la concupiscencia ¡ªtan humanas, demasiado humanas¡ª desvar¨ªan hasta volverse contra su pretensi¨®n utilitaria y morder como v¨ªboras rabiosas el calca?ar de la humanidad misma. En el aquelarre globalizado, la voz que se?ala la presencia del Maligno se convierte en t¨®pico y a menudo en legitimaci¨®n de las acciones atroces que la confirman pretendiendo combatirla. Del Gran Enga?ador sabemos que tiene m¨²ltiples caras, aparentemente contrapuestas pero igualmente nefastas: ?c¨®mo denunciar cre¨ªblemente a quienes le sirven, cuando todos somos ya m¨¢s o menos satanistas?
Babelia
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