Palin, la fuerza bruta
La historia de la pol¨ªtica m¨¢s c¨¦lebre de Alaska llega a la ficci¨®n
Por Navidad hac¨ªamos imitaciones en el colegio. O cuando llegaba la v¨ªspera de Semana Santa y los profesores ya no sab¨ªan c¨®mo controlar las primeras desazones hormonales. Entonces, nos dejaban imitar. En realidad, imit¨¢bamos a los imitadores de la tele, que vistos con el tiempo eran penosos aunque nadie lo sab¨ªa. Con los a?os, yo, que era una de las ni?as imitadoras de los imitadores, he llegado a odiar ese g¨¦nero. Pero vaya, respeto el entusiasmo que despierta. Lo que me espanta es que la imitaci¨®n est¨¢ invadiendo el cine. En los ¨²ltimos a?os es como una plaga: Meryl Streep haciendo de Thatcher, Di Caprio de Hoover, Michelle Williams de Marilyn Monroe, Kenneth Branagh de Lawrence Olivier, Katie Holmes de Jackeline Kennedy, Lluis Homar de Rey, Helen Mirren de Reina, Adriana Ozores de duquesa de Alba, Joaquin Phoenix de Johny Cash, Adrien Brody de Dal¨ª, Juan Diego de Tejero, y un largo etc¨¦tera que ustedes pueden completar para su solaz dominguero. A m¨ª el g¨¦nero, digo, me cansa. Tiene trampa: en realidad, lo que acaba por juzgar el p¨²blico no es exactamente la interpretaci¨®n sino el parecido f¨ªsico, las horas de maquillaje, la voz o el virtuosismo de los gestos. Lo virtuoso agota pero goza de un enorme prestigio. Ya se vio en los Oscars: Meryl Streep fue premiada por imitar al mil¨ªmetro a la se?ora Thatcher. S¨®lo por esa raz¨®n, dado que la pel¨ªcula trata, sobre todo, de lo bien que imita Streep a la dama de hierro. Personalmente, prefiero mil veces a la gran c¨®mica Tina Fey haciendo de Sarah Palin en "Saturday Night Life". ?Por qu¨¦? Porque no es exactamente imitaci¨®n sino recreaci¨®n, porque el gui¨®n es incisivo, tronchante, porque realmente importa poco que la voz de una actriz sea igual a la de su imitada, de lo que se trata es de crear un gran personaje.
Moore interpreta magn¨ªficamente a una mujer ignorante, tensa, fan¨¢tica, siempre en estado de shock
Palin. La otra noche la cadena HBO vivi¨® una jornada de gloria emitiendo la pel¨ªcula sobre esta diva de la pol¨ªtica. No pienso decir ahora que el mejor cine se est¨¢ haciendo en la televisi¨®n. Est¨¢ tan dicho que resultar¨ªa una vulgaridad, pero si me atrevo a afirmar que no s¨®lo es infinitamente mejor esta historia televisiva que la filmada sobre la dama de hierro, tambi¨¦n me parece m¨¢s brillante Julianne Moore interpretando a la Palin que Streep haciendo de Thatcher. Ah¨ª queda eso. Dejando a un lado que peinaron y vistieron a Moore con el estilo peculiar de la republicana y que eso provoca un parecido entre las dos, no es eso lo que importa, ni tampoco el an¨¢lisis de los gestos de la candidata a vicepresidenta, lo que hace cre¨ªble a Moore es su capacidad de interpretar a una mujer ignorante, tensa, fan¨¢tica, y en intermitentes estados de shock por encontrarse en una situaci¨®n para la que no est¨¢ preparada intelectualmente. ?Y qu¨¦ es lo que hace tan fascinante una pel¨ªcula televisiva que trata de algo tedioso como una campa?a electoral?
La pel¨ªcula de Palin analiza a la perfecci¨®n como unos asesores convierten en estrella a una mujer rid¨ªcula
Los guionistas americanos cuentan con una ventaja: sus personajes son conocidos en todo el mundo, asimilamos su cultura desde ni?os, por tanto, jam¨¢s necesitan dar muchas explicaciones previas. Esta pel¨ªcula se puede disfrutar en Nueva York o en Barcelona. Pero dejando a un lado esa incuestionable ventaja, hay que reconocerles una capacidad de an¨¢lisis del presente que nuestra ficci¨®n no consigue. Son maestros en convertir en ficci¨®n aquello que ha pasado hace tan s¨®lo un a?o, y de hacerlo con tanto rigor y honestidad que supone una lecci¨®n para aquellos que afirman que la ficci¨®n jam¨¢s puede narrar el presente con tanta precisi¨®n como el periodismo. La pel¨ªcula de Palin narra algo que a m¨ª me gustar¨ªa ver contado en Espa?a: c¨®mo un pol¨ªtico conservador, McCain, con prestigio de hombre moderado y conciliador, se ve literalmente arrastrado por la fuerza bruta (quiero decir, bruta) de una mujer que sus asesores le colocan como candidata a la vicepresidencia. Mientras que el pol¨ªtico moderado no consigue despertar el fervor entre los asistentes a sus m¨ªtines, esta mujer que cre¨ªa que Sadam Hussein atent¨® contra las Torres Gemelas, que no distingu¨ªa entre Corea del Norte y Corea del Sur o que desconoc¨ªa qu¨¦ es la Reserva Federal tiene el poder de encender las bajas pasiones del pueblo, esas que siempre est¨¢n ah¨ª, el racismo, la ignorancia, el creacionismo, el fanatismo religioso y otras tantas supersticiones que trufan sus discursos y que hacen sentir a la masa enardecida que al final alguien les est¨¢ hablando en su propio lenguaje.
Cuando el equipo del senador McCain fue consciente de su tremendo error se consol¨® pensando que persona tan ignorante no tendr¨ªa futuro en la pol¨ªtica m¨¢s all¨¢ de aquella campa?a. Ja, ja. Palin, que no ha querido ver la pel¨ªcula, sigue danzando por teles y haci¨¦ndose multimillonaria con sus imitaciones de s¨ª misma. Y los que ahora se disputan en su partido el puesto de candidato a la presidencia son herederos de esa ideolog¨ªa primitiva aunque tengan m¨¢s experiencia en pol¨ªtica. Pero, en realidad, la pel¨ªcula no carga demasiado las tintas contra Palin. No se engolfa en la burla del personaje. Lo que analiza de manera magistral es el trabajo de quienes asesoran a los pol¨ªticos, esos trabajadores en la sombra que por ganar unas elecciones son capaces de abaratar a un candidato y convertir en estrella a una mujer rid¨ªcula.?
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