Am¨¦lie Nothomb: ¡°Estamos vivos gracias a la risa¡±
Am¨¦lie Nothomb se cartea con un soldado en Irak en 'Una forma de vida', su nueva novela. ¡°Mi escritura es muy instintiva, pero a la vez es muy cerebral. Hago autobiograf¨ªa ficticia¡±
Nueva novela de la escritora belga-japonesa residente en Par¨ªs. La n¨²mero 18 en 19 a?os (empez¨® a publicar en 1992), se titula Una forma de vida (Anagrama y Emp¨²ries), es la primera que tiene forma epistolar y se lee de un tir¨®n entre sonrisas, asombros y tristezas. Un soldado americano llamado Melvin Mapple y destinado en Irak ha le¨ªdo todos los libros de una autora famosa, llamada Am¨¦lie Nothomb, y empieza a cruzarse cartas con ella. El epistolario arranca animoso pero poco a poco se va enredando hasta convertirse en una trampa para osos y atrapar como una droga letal a los dos redactores, narradores y protagonistas. La fama, la apariencia, el body-art y la identidad, la soledad de los monstruos, la verdad y las mentiras y la necia ligereza contempor¨¢nea desfilan ante el lector a toda pastilla, y todo el tiempo se le hace dif¨ªcil saber si est¨¢ en un mundo de ficci¨®n o en la realidad.
Nothomb bucea entre brumas y veras por los vicios y achaques del presente y radiograf¨ªa el drama humano de la incomunicaci¨®n con gr¨¢cil naturalidad, sin miedo al peligro ni al rid¨ªculo. El pavor y la necesidad del otro, la compatibilidad sin amor, los malentendidos y la superaci¨®n de las fronteras (mentales y f¨ªsicas) son algunos de los temas del libro, que tiene la rara virtud de olvidarse pronto y regresar de repente desde la m¨¦dula a la memoria con mucha precisi¨®n.
La cita para la entrevista es en su editorial francesa, Albin Michel, en el barrio de Montparnasse. Hace una ma?ana h¨²meda y gris sin aguacero, y el bulevar Edgar Quinet est¨¢ pavorosamente desierto. El periodista Juan Peces, que solo unos d¨ªas antes ha entrevistado a la novelista francesa menos francesa de todas aunque sin duda es la que m¨¢s libros escribe, publica y vende en Francia, se ha chivado de que le encanta el champ¨¢n y ha sugerido que con un Dom Perignon del a?o de la tos Nothomb abrir¨¢ su coraz¨®n sin sacacorchos.
Pero son malos tiempos para estos gestos heroicos y las diez de la ma?ana una hora inapropiada para acarrear botellas por el metro de Par¨ªs. A la hora en punto, Nothomb est¨¢ ante la puerta de cristal de un oscuro chisc¨®n en la planta baja, cerca de la recepci¨®n. Cuenta que su editorial decidi¨® ced¨¦rselo hace unos a?os para leer y responder a las decenas de cartas que recibe cada d¨ªa. Y se?ala unas estanter¨ªas forradas de sobres. ¡°Recibo much¨ªsimo correo. Entre 20 y 40 cartas cada d¨ªa desde que sali¨® mi primer libro hace 20 a?os. Sali¨® el 1 de septiembre y el d¨ªa 3 me lleg¨® la primera carta. No sab¨ªa que eso pasaba y me pareci¨® formidable. Las recibo con mucha gratitud, pero me he metido en un engranaje enloquecido, abrumador. Tengo un serio problema. Necesitar¨ªa dos vidas. Una aqu¨ª, con las cartas, y otra fuera. Y parece que tiene tendencia a empeorar. Aqu¨ª solo escribo cartas, no consigo escribir novelas¡±.
¡°La literatura puede ayudar mucho a entender el sentido de la vida, aunque no s¨¦ si la m¨ªa lo hace. El humor, la pirueta, nos salva casi siempre¡±
Quedamos instalados cara a cara (literalmente) en ese armario sin ordenador. Nothomb no va a parar de hablar durante una hora. Sus respuestas son r¨¢pidas, imaginativas y sabrosas, pero al final casi se agradece haber prescindido del alcohol: pocos entrevistados habr¨¢ tan locuaces, entregados, expresivos, sinceros y autom¨¢ticos. La ir¨®nica verbosidad de sus libros no tiene nada que envidiar a la que pone en juego en la vida. El estilo tambi¨¦n se parece, en los dos casos es fresco y autobiogr¨¢fico, hiperrealista y surrealista a la vez, cubierto por un velo de perplejidad o tristeza que compensa con un sentido del humor muy fino, bastante feroz consigo misma, y con una candidez inteligente. Acaba muchas respuestas con una disculpa: ¡°No puedo hacer m¨¢s¡±, o ¡°eso no es culpa m¨ªa¡±.
Viendo el lugar donde trabaja, parece m¨¢s una amanuense que una escritora del siglo XXI. De hecho, contesta a las cartas como escribe sus novelas. A mano. ¡°No escribo ni e-mails, soy una mujer del siglo XIX. No tengo m¨®vil, ni ordenador, y suspend¨ª cuatro veces el carn¨¦ de conducir; siempre llevo ropa fea, y me gustar¨ªa pasar el d¨ªa cosiendo cueros en la cueva y poniendo a cocer el mamut¡±.
Se ha dicho que las ideas de sus libros proceden de las videoconferencias que mantuvo con un hombre italiano, entre los ¨²ltimos a?os ochenta y los primeros noventa. Para no romper esa leyenda, le pregunto si se ha escrito alguna vez con un soldado desde Irak. ¡°Melvin Mapple no existe, si existiera no tendr¨ªa derecho a revelar nada. Las cartas son un g¨¦nero muy especial. Muy a menudo la gente me habla de sus problemas, sus confidencias, y me piden que participe en sus vidas. Es muy emocionante, casi un consultorio sentimental. Pero yo no soy as¨ª, tengo problemas en mi vida y no puedo resolverlos. La cuesti¨®n espinosa es que cuando te cuentan dramas no puedes no contestar. ?Qu¨¦ puedo hacer yo?, me digo emocionada. Pero enseguida me doy cuenta de que no puedo resolver nada¡±.
Nothomb naci¨® en Kobe, Jap¨®n, en 1967, aunque se cri¨® de mudanza en mudanza con su padre diplom¨¢tico y sus dos hermanos. Ha vivido tambi¨¦n en China, Nueva York, Laos, Birmania, Bangladesh, y a los 17 a?os decidi¨® que era belga. Quiz¨¢ la causa de tanta carta, tanta vitalidad, tantas ganas de darse a los dem¨¢s y tantas palabras est¨¦ en el hecho de que, como su hermana, Am¨¦lie Nothomb fue una adolescente anor¨¦xica. ¡°Mi hermana ha seguido sufriendo la enfermedad, pero yo la he superado escribiendo¡±, cuenta.
Nothomb escribe con la tenacidad de una abeja obrera, sin tiempo para bromas, con la compulsi¨®n de una bul¨ªmica. Como una exc¨¦ntrica met¨®dica, escribe cada d¨ªa de cuatro a ocho de la ma?ana, o de tres a siete. Y tiene un don indiscutible para mostrar que la vida es un asunto misterioso y jodido, y que la literatura ayuda, todav¨ªa, a tolerarlo mejor. Es tambi¨¦n una lectora empedernida. Va vestida de negro de pies a cabeza, y abre los ojos de par en par cuando escucha. Cuenta que lleva a?os llenando cuadernos mientras los dem¨¢s duermen. ¡°Ya he escrito 75 libros desde que empec¨¦, a los 21 a?os. Escribo todos los d¨ªas del a?o, sin excepci¨®n. Fue una curaci¨®n, ahora tambi¨¦n es un problema. Hago muchas cosas que no merecen ser publicadas. Pero tengo una necesidad fisiol¨®gica incomprensible¡±.
¡°?Exhibicionismo? No creo. Tengo la impresi¨®n de que comparto mucho de m¨ª misma, pero muchas partes no las doy. Tengo un pudor muy h¨¢bil y me guardo muchas cosas. Hago autobiograf¨ªa ficticia, lo sagrado est¨¢ bien custodiado. Lo que siento es una necesidad de comunicaci¨®n muy grande. Cuando llegu¨¦ a Europa no pod¨ªa ni comer y los libros me integraron. No s¨¦ hacer otra cosa, salvo ser japonesa. En Jap¨®n, si no eres japon¨¦s no puedes integrarte. Est¨¢s siempre como la pel¨ªcula Lost in Translation. Yo nac¨ª all¨ª, ten¨ªa un novio, hablaba el idioma, y sin embargo sent¨ªa un malestar monumental¡±.
Desde que public¨® Higiene del asesino, ha sacado a la luz casi un manuscrito por a?o. Estupor y temblores, Metaf¨ªsica de los tubos, Antichrista, Biograf¨ªa del hambre, Ni de Eva ni de Ad¨¢n¡ Su obra se ha le¨ªdo en todo el mundo. Pero muchos otros textos se los guarda para s¨ª misma, y jura que no piensa ense?¨¢rselos a nadie ni permitir que se publiquen cuando no est¨¦ aqu¨ª para impedirlo. ¡°Mi escritura es muy instintiva, pero a la vez es muy cerebral. En cierto modo es autom¨¢tica, porque el pensamiento me va muy r¨¢pido. A veces me desprecio porque no tengo la menor relaci¨®n con la tecnolog¨ªa, y s¨¦ que Internet es fant¨¢stico, pero no me conviene nada. Tengo una tendencia adictiva y prefiero no entrar en eso¡±.
Hablamos ahora del cuerpo, tan presente en su vida y en Una forma de vida. ¡°La novela tiene una parte de reflexi¨®n sobre el body-art; el problema del cuerpo es muy interesante; escribir es un acto f¨ªsico y el cuerpo surge siempre en medio de la escritura. Muchos bul¨ªmicos y anor¨¦xicos, y otros adictos de todo tipo, me escriben pidi¨¦ndome consejo. Una joven escribi¨® su tesis sobre su propia anorexia. A veces funciona convertir el cuerpo en objeto de arte. Es dif¨ªcil, pero el arte ayuda a resolver esos problemas¡±, dice. ¡°Yo tuve anorexia desde los 13 a?os hasta los 21. Es normal que dure mucho tiempo. Por suerte me cur¨¦ completamente, y es el ¨²nico mensaje de esperanza que puedo dar a la humanidad. Mi hermana no sali¨®. Es misterioso. Por amor de hermanas, hicimos la enfermedad juntas. Es una especie de rechazo del mundo adulto. Quiz¨¢ fue porque vivimos en Bangladesh, un sitio con mucha mezcla. O quiz¨¢ es un problema de feminidad e identidad. No lo s¨¦¡±.
Sobre la identidad, Nothomb tambi¨¦n es una gran especialista. N¨®mada a la fuerza, reivindica su condici¨®n belga. ¡°Es un pa¨ªs raro, donde la identidad es un gran problema, y yo adem¨¢s soy hija de Romeo y Julieta, de val¨®n y flamenca. La crisis del Gobierno belga me ayud¨® a saber que soy belga, me abri¨® los ojos a ese principio de dualidad floja, incomprensible, rara. Me siento completamente belga. Y espero que todo el mundo tome ejemplo de los belgas y acepte su identidad rara, porque la identidad no tiene por qu¨¦ ser s¨®lida¡±.
Desde 1987, Nothomb vive entre Bruselas y Par¨ªs. ¡°El ambiente literario est¨¢ en Par¨ªs, hay excelentes escritores belgas pero todos se difunden desde aqu¨ª. En Francia la miseria ha avanzado much¨ªsimo con Sarkozy. Hay una precariedad muy grande, y vivo con mucha inquietud la posibilidad de que Marine Le Pen llegue a la segunda vuelta de las presidenciales. Eso significa que algo va muy mal en este pa¨ªs. Sarkozy ha legitimado su discurso, y ese es un error enorme. Estamos viviendo un repliegue nacionalista muy inquietante, espero que no acabe como los a?os treinta y se rompa Europa, no quiero ni jugar a imaginar eso. ?Se ha fijado en que los franceses son incre¨ªblemente distintos de los belgas? Es m¨¢s posible que Quebec se parezca m¨¢s a Francia que B¨¦lgica, nos separa un oc¨¦ano m¨¢s grande todav¨ªa. Los franceses est¨¢n obsesionados por la seducci¨®n. En B¨¦lgica nadie piensa en seducir a nadie. Los pol¨ªticos franceses intentan seducir a todo el mundo, y el donjuanismo es el principal motor de la sociedad. Es fascinante¡±.
Pero a la vez es uno de los pa¨ªses del mundo donde m¨¢s t¨ªmidos hay, replico. ¡°En comparaci¨®n con los italianos son timid¨ªsimos, pero en comparaci¨®n con los belgas no son nada t¨ªmidos. He vivido en Asia y en Estados Unidos y he ido d¨¢ndome cuenta de que hay aspectos de identidad colectivos. Europa es la cultura de la pregunta. En Asia no se hacen preguntas, est¨¢ mal visto, salvo en los fil¨®sofos zen. En Europa las preguntas son bien recibidas, pero no tenemos respuestas. Mucha gente me escribe haci¨¦ndome preguntas, pero raramente encuentro respuestas. El mundo es raro. Un arquitecto suizo me busc¨® locamente y me localiz¨® en el registro de la propiedad de Bruselas para preguntarme cu¨¢l es el sentido de la vida. Es un malentendido que me sucede a menudo. Yo siempre contesto que la literatura puede ayudar mucho a entender el sentido de la vida, aunque no s¨¦ si la m¨ªa lo hace. Creo que es el humor, la pirueta, lo que nos salva casi siempre. Gracias a la broma, a la posibilidad de re¨ªr estamos vivos. Ese es el problema inmenso que se le plantea a la narradora de Una forma de vida. Puesta a elegir entre una cita a ciegas improbable y ser ingresada en Guant¨¢namo, elige Guant¨¢namo¡±.
El otro, la necesidad del otro, las diferencias con el otro, la guerra con el otro, la deriva hacia el otro y la huida del otro. La ruptura de la comunicaci¨®n, la soledad. La conversaci¨®n languidece, las preguntas y respuestas se van acortando, pero Nothomb sigue tan l¨²cida como hace una hora. ¡°La comunicaci¨®n humana es infinitamente dif¨ªcil. Mi soledad era m¨¢s grande antes, pero me queda mucho para resolverla. Proust dec¨ªa que la maravilla de la lectura es que permite encontrar al otro sentado en un lugar solitario. Esa soledad es maravillosa, pero no todas lo son tanto¡±. O
Una forma de vida. Am¨¦lie Nothomb. Traducci¨®n de Sergi P¨¤mies / Ferran R¨¤fols. Anagrama / Emp¨²ries. Barcelona, 2012. 152 / 112 p¨¢ginas. 15,90 euros (electr¨®nico: 12,99).
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