Fernando Savater: ¡°Leer por placer est¨¢ mal visto¡±
La cocina moderna, Internet, el Pa¨ªs Vasco, la universidad espa?ola, el mundillo literario... Nada escapa a la s¨¢tira de Fernando Savater en 'Los invitados de la princesa', la novela con la que ha obtenido el Premio Primavera
Una bandera pirata en forma de felpudo da la bienvenida a la casa madrile?a de Fernando Savater (San Sebasti¨¢n, 1947). El interior es un pandemonio de libros, plantas, fotos, postales y mu?equitos con m¨¢s o menos superpoderes. La casa de un lector con mil intereses y gafas graduadas para corregir la miop¨ªa y la solemnidad. No es extra?o, pues, que el humor ti?a las p¨¢ginas de Los invitados de la princesa (Espasa), ¨²ltimo premio Primavera, que se publica la semana que viene [en elpais.com pueden leerse hoy las primeras p¨¢ginas]. D¨ªas m¨¢s tarde aparecer¨¢ Tirar de la cuerda (Cuadernos del Vig¨ªa), una colecci¨®n de aforismos involuntarios del autor de ?tica para Amador. Involuntarios porque han sido espigados por Andr¨¦s Neuman de entre los libros del fil¨®sofo: ¡°Me encantan los aforismos, pero no s¨¦ escribirlos. El m¨¦rito est¨¢ en la mirada de Andr¨¦s. Yo soy m¨¢s argumentativo. Tal vez sea un defecto de profesor: creo que siempre hay algo que aclarar¡±. La chispa no falta en Los invitados de la princesa, que narra las peripecias de un grupo de escritores encerrados en una isla porque las cenizas de un volc¨¢n impiden usar el aeropuerto. ¡°Me pas¨® a m¨ª cerca de Mil¨¢n con la nube del volc¨¢n island¨¦s¡±, dice Savater, que puntea su novela con episodios relatados por los personajes aislados, a la manera de Boccaccio. Detectives, vampiros, cocineros, expertos en arte, aficionados a la h¨ªpica y profesores universitarios pueblan un libro protagonizado por un periodista vasco que huye de los clich¨¦s de su origen y de su oficio.
PREGUNTA. ?Cu¨¢nto hay en su novela de parodia y cu¨¢nto de homenaje?
RESPUESTA. No, no, parodia no. Son relatos de g¨¦nero, de los g¨¦neros que me gustan. No quiero parodiarlos, sino contribuir a ellos. Odio los pastiches. Casi dir¨ªa que ni el Quijote me gusta por eso. Eso s¨ª, soy incapaz de escribir un art¨ªculo de 500 palabras sin humor, imag¨ªnate un libro de 300 p¨¢ginas. Pero no porque diga las cosas sonriendo las digo menos en serio. Uno puede hacer un soneto humor¨ªstico sin parodiar los sonetos. Cada uno entra en un g¨¦nero con su personalidad.
P. Tal vez no parodie los g¨¦neros, pero los temas¡ Por ejemplo, la cocina vasca.
R. No s¨¦ si es parodia o mero reflejo de la realidad, porque todos los d¨ªas los peri¨®dicos hablan en serio de esas cosas. Hay gente que dice que Ferran Adri¨¤ es un artista, como Leonardo da Vinci, y creo que lo dice en serio. Pero s¨ª, hay cierta cr¨ªtica a la inflaci¨®n gastrol¨®gica y gastroid¨®latra.
P. A Ferran Adri¨¤, insin¨²a un personaje, solo le falta ser vasco.
R. Desde Josechu el del tebeo, siempre hubo un prototipo de lo vasco: el que canta y come y da grandes palmadas en la espalda. Pero hay muchos que luchan contra esa idea, y mi protagonista es de ellos. La cocina siempre ha estado muy presente en el Pa¨ªs Vasco, pero ahora se ha convertido, supongo que para ocultar otras cosas, en una especie de religi¨®n contra la que no se puede blasfemar.
P. ?Cree que hay una segunda intenci¨®n?
R. Es que la gastrolatr¨ªa es el arte propio de esta ¨¦poca porque admite el esnobismo y el derroche y no exige reflexi¨®n. Se centra en el valor del dinero y en tener que reservar con tres meses cuando, como dice uno de los personajes de la novela, es un arte de usar y cagar.
P. Internet tambi¨¦n recibe. ¡°Los mediocres y los indolentes siempre esperan su absoluci¨®n por medio de la t¨¦cnica: a veces la consiguen y lo llamamos progreso¡±, dice.
R. Decir que gracias a Internet la erudici¨®n y las jerarqu¨ªas intelectuales han desaparecido supone creer que alguien que dedica su vida a estudiar a Her¨®doto lo que quiere es tener en su cabeza todo lo que tiene la Wikipedia. La idea de la transformaci¨®n que el saber produce en la persona y de que el saber no es una mera acumulaci¨®n de noticias no se les pasa por la cabeza a los que piensan as¨ª. Tambi¨¦n la Enciclopedia Brit¨¢nica ten¨ªa m¨¢s datos que cualquier ser humano y comprarla no nos hac¨ªa sabios. El acceso a Internet, tampoco.
P. No obstante, los apocal¨ªpticos tampoco salen indemnes de la s¨¢tira.
R. El tremendismo siempre es una peana, un sitio en el que subirse para que te vean. Cuando la gente est¨¢ contenta con su estatura va a su aire, pero hay muchos que siempre est¨¢n diciendo: ¡°M¨ªrame¡±. La peana siempre es dram¨¢tica o lo contrario: hemos entrado en el reino de los cielos. Antes o despu¨¦s tienes que bajarte de ah¨ª. En los extremos siempre falta humor.
P. ?Por qu¨¦ el humor se considera un g¨¦nero secundario pese a que la tradici¨®n espa?ola est¨¢ llena de obras humor¨ªsticas?
R. Voltaire le dijo a Madame du Ch?telet que aprendiera ingl¨¦s para leer a Shakespeare, que no era un autor bueno pero ten¨ªa trozos aprovechables. Luego le dijo que se pusiera con el espa?ol para leer el Quijote y ella se neg¨® diciendo que nunca aprender¨ªa una lengua cuya obra principal es una farsa. Siempre ha habido ese desprestigio intuitivo por el humor. Cuando te dicen de un autor que es l¨²cido y penetrante, siempre se piensa en un autor dram¨¢tico e incluso melodram¨¢tico. Si dices que uno de los grandes humoristas del siglo XX es Samuel Beckett, la gente se queda desconcertada porque quiere que Beckett sea una especie de Kafka de segunda edici¨®n, y eso que Kafka tiene su humor. En el fondo, lo tr¨¢gico es el humor, quejarse de lo tr¨¢gico es redundante.
P. ?El placer est¨¢ mal visto?
R. Leer por placer, s¨ª. La gente se compra novelas como para terminar el bachillerato: este libro te explica China; el otro, la Segunda Guerra Mundial. Me gustar¨ªa que mis novelas las leyera gente con el bachillerato ya acabado. Que se informara en otra parte y a la novela fuera para disfrutar literariamente.
P. Se supone que, con la edad, un fil¨®sofo es m¨¢s sabio, pero ?un narrador es mejor novelista?
R. Al principio, cuando te dedicas a la filosof¨ªa, te tomas la ficci¨®n como un recreo, pero, aparte de art¨ªculos y conferencias, lo que yo ten¨ªa que decir en el campo del ensayo, de la educaci¨®n y la divulgaci¨®n ¡ªque no es nada del otro mundo¡ª ya est¨¢ dicho, mal o bien. Ahora me apetece dedicarme con m¨¢s morosidad a la ficci¨®n.
P. Lo habitual cuando a un fil¨®sofo le interesa tanto la literatura es que se dedique a la est¨¦tica m¨¢s que a la ¨¦tica. No ha sido su caso.
R. Porque me gusta la narraci¨®n. Nunca me he tomado la literatura como materia para el experimento verbal. Lo que me gusta es la historia que se cuenta. Tengo un hermano pintor y siempre me ha reprochado mi escasa pasi¨®n por la est¨¦tica. Me interesan las cosas relacionadas con la ¨¦tica, el derecho y las obligaciones, el bien, el mal, lo justo y lo injusto.
P. ?M¨¢s que la literatura de ideas?
R. Es que las ideas que me interesan son esas. Para quien no est¨¢ acostumbrado a leer filosof¨ªa o para quien solo est¨¢ interesado en la filosof¨ªa, las ideas disfrazadas de literatura son estupendas. Yo tambi¨¦n disfruto con Thomas Mann, pero no solo busco eso, porque filosof¨ªa he le¨ªdo siempre a diario. No necesito que un se?or me la venda en forma de novela.
Los invitados de la princesa. Fernando Savater. Espasa. Madrid, 2012. 330 p¨¢ginas. 19,90 euros.
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