?Pero qui¨¦n es Nicki Minaj?
Por primera vez una mujer custodia el cetro mundial del ¡®hip-hop¡¯. Su segundo ¨¢lbum redibuja el ecosistema del rap
Una bomba de neutrones con peluca color chicle ha hecho saltar por los aires el mis¨®gino picadero mental en el vive buena parte del hip-hop en Estados Unidos. Nicki Minaj no es un objeto sexual ni una pieza de caza mayor para raperos millonarios en ch¨¢ndal (esos cuya idea de un hogar es un todoterreno con tapacubos de platino). Nacida en Trinidad y Tobago en 1982, criada en el barrio neoyorquino de Queens y graduada en la escuela art¨ªstica en la que se inspir¨® la serie Fama, Minaj ha conseguido algo muy dif¨ªcil. Mucho m¨¢s dif¨ªcil que convertirse en la primera artista con siete canciones en el Billboard Hot 100 al mismo tiempo; algo m¨¢s arduo que ser la primera rapera en debutar directamente en el n¨²mero uno en Reino Unido con su nuevo ¨¢lbum, Pink Friday: Roman Reloaded (Young Money/Cash Money/Universal Republic) publicado el pasado 3 de abril.
La proeza de Minaj va mucho m¨¢s all¨¢ de salir en las portadas de toda revista de tendencias que se precie, ser definida por The New York Times como ¡°la rapera m¨¢s influyente de todos los tiempos¡± o colaborar con estrellas como Madonna, M.I.A, o su descubridor, Lil Wayne. No, lo que esta artista ha conseguido con solo dos ¨¢lbumes es algo simplemente inimaginable hace unos a?os: respeto.
Ella lidera una generaci¨®n de raperas muy distintas entre s¨ª (como Azealia Banks, Nitty Scott MC, Angel Haze¡) que est¨¢n llamadas a redibujar las reglas del juego de gallitos que hasta ahora era el hip-hop. Algo con lo que sus predecesoras (Queen Latifah, Missy Elliot o Lil¡¯ Kim) no pudieron so?ar. La voz cantante en el hip-hop es, ahora mismo, la de una mujer.
Las letras de Minaj no dejan t¨ªtere con cabeza. Son el aceite frente al agua de la correcci¨®n pol¨ªtica. Cargadas de iron¨ªa y acidez, gracias a Dios no hay suficiente jab¨®n en el mundo como para lavar esa lengua por la que se deslizan expresiones que sonrojar¨ªan a un estibador portuario.
La ofensiva de Minaj se libra en muchos frentes. Juega conscientemente a evitar todo tipo de etiquetas. No se pronuncia sobre su orientaci¨®n sexual, cultiva una estudiada ambig¨¹edad que busca desplazar el foco hacia cuestiones menos morbosas que la n¨®mina de compa?eros de alcoba. Ella es chico y chica a la vez. Ha creado varios heter¨®nimos. Es Roman Zolanski y Onika y¡ Aladdin. Cambia de nombre y se inventa personajes (como hac¨ªa de ni?a para evadirse de las broncas constantes entre sus padres).
Est¨¦ticamente es una versi¨®n black power de Lady Gaga, una ¡°exageraci¨®n andante¡±, en palabras de The New York Times. Minaj conecta los delirios indumentarios de la escena disco de los setenta con el avant-garde m¨¢s desazonador. Es un icono con una r¨¢pida capacidad de adaptaci¨®n y de propalaci¨®n.
Esta rapera adem¨¢s se ha pasado por la piedra filosofal los sacrosantos est¨¢ndares del hip-hop. Virtuosa del freestyle, transita con facilidad hacia el R&B e incluso el pop y el dance llenapistas. Y nadie, salvo Lil¡¯ Kim (que la acusa de haberle robado la imagen) osa chistarle. Estrella ascendente, es el clavo ardiendo al que se agarran estrellas consolidadas en busca de un empujoncito. Es Nicki Minaj. Un respeto.
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