Arrojo
El ministro Montoro est¨¢ muy bien dotado. En la arena pol¨ªtica es de contundencia afilada. Y eso se agradece. En esta columna llevamos desde el primer d¨ªa defendiendo la relevancia de los medios p¨²blicos de comunicaci¨®n. Consideramos que la plaza p¨²blica contempor¨¢nea no puede dejarse en manos del comercio, porque de ella se nutren nuestros ni?os, sus ideales, sus ejemplos y parte de su formaci¨®n. Somos as¨ª mismo exigentes, precisamente porque esos medios los pagamos nosotros, pero tambi¨¦n porque pensamos que lo p¨²blico tiene que ser transparente, auditado y pervivir bajo un control estricto. Desde siempre hemos querido que contratos y sueldos de empresas con dinero p¨²blico sean conocidos por la gente. Por eso celebramos las declaraciones de Montoro, dispuesto a abrir la caja del debate sobre el precio de series y presentadores en la tele p¨²blica.
L¨¢stima que no apliquen esa norma fundamental en los canales de sus autonom¨ªas ni arremeta con los sueldos de sus ocho a?os de gobierno nacional, en los que se comet¨ªan, me temo, los mismos vicios que denuncia ahora. Tras sus palabras, eso s¨ª, se percibe un desprecio a la labor de t¨¦cnicos, artistas y productores. Una mirada por encima del hombro de contable miope que no quiere ver otra cosa que dinero cuando mira a los ojos de la gente. Si hay sobreprecio de series, programas y presentadores ser¨ªa fant¨¢stico conocerlo. Y que se aplicara el mismo rigor, la misma sospecha a los sueldos y m¨¢rgenes que se fijan las grandes constructoras que se llevan los encargos del Estado, las gestoras de servicios, transportes, tecnolog¨ªa y sanidad que reciben fondos p¨²blicos. No hablemos de colegios concertados, iglesias costeadas con dinero p¨²blico, megafon¨ªa papal y hasta de sueldos en el f¨²tbol sostenidos en parte con derechos televisivos que pagan, y no barato, canales de tele financiados con impuestos. Montoro suena valiente, pero ser¨ªa un error que el desprecio por las industrias del entretenimiento, tan rentables en un mundo civilizado, le indujera a imponer en la opini¨®n p¨²blica la idea de que son las ¨²nicas que licitan y se nutren del dinero de todos. No, vamos a ser justos y contundentes con quien corresponda. De lo contrario, la sospecha sobre sus palabras manchar¨¢ el arrojo con que fueron pronunciadas.
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