Amor y odio en la Generaci¨®n del 27
Las cartas de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez revelan la complicada relaci¨®n con sus disc¨ªpulos
¡°En su revista: se anuncia por dinero cualquier libro; se publica un elojio de usted, en letra grande y sitio de honor cada vez que usted hace esto o lo otro o lo de m¨¢s all¨¢; no se hace cr¨ªtica de los libros dignos que se publican, sino de los que usted quiere que se hagan. De modo que la Revista de Occidente no es otra cosa que un desahogo y un negocio de usted, no, como usted me dijo, un intento definitivo de revista seria, pura, noble en lo cient¨ªfico y en lo literario. No me es posible por lo tanto seguirle ayudando como le promet¨ª¡±. En julio de 1924, con su particular ortograf¨ªa, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez escribi¨® esta carta a Jos¨¦ Ortega Gasset, pero no la envi¨®. Casi un siglo in¨¦dita, no se conserva el original en la letra de ejipcio del poeta, eso s¨ª, existen dos borradores en la Universidad de Puerto Rico, la isla del tesoro para juanramonianos como Alfonso Alegre Heitzmann, que la incluye en el segundo volumen de la correspondencia del andaluz universal. La Residencia de Estudiantes, editora del proyecto, lo presentar¨¢ la semana que viene.
El libro abarca desde 1916 a 1936 y contiene 520 cartas, 236 de ellas in¨¦ditas
Seis a?os despu¨¦s del primer tomo (420 cartas) y a falta de un tercero dedicado al exilio, este segundo es una mina para la historia de la literatura: 520 misivas (236 in¨¦ditas) dirigidas entre 1916 y 1936 a corresponsales llamados Unamuno, Valle-Incl¨¢n, Azor¨ªn, Lorca, Salinas o Guill¨¦n. Sin olvidar a Paul Val¨¦ry o Nikos Kazantzakis.
Sin Juan Ram¨®n Jim¨¦nez (1881-1958), que consideraba las cartas parte fundamental de su obra, no se entiende la cultura espa?ola del siglo XX. No solo por el valor de su producci¨®n po¨¦tica ¡ªconsagrada dos a?os antes de su muerte con el Premio Nobel¡ª o por su popularidad ¡ªPlatero y yo es el libro es prosa m¨¢s vendido de la literatura espa?ola despu¨¦s de el Quijote¡ª, tambi¨¦n por su papel como catalizador del talento ajeno. Si las publicaciones de la Residencia de Estudiantes, bajo su direcci¨®n, publicaron el primer ensayo de Ortega (Meditaciones del Quijote, 1914) y las Poes¨ªas Completas de Antonio Machado (1917), Juan Ram¨®n se convirti¨® enseguida en el maestro de los m¨¢s j¨®venes, ese grupo de escritores al que la posteridad conoce como generaci¨®n del 27. Casi cien cartas a distintos corresponsales permiten seguir de cerca la evoluci¨®n del grupo. ¡°Jam¨¢s poeta espa?ol iba a ser m¨¢s querido y escuchado por toda una rutilante generaci¨®n de poetas¡±, escribi¨® en sus memorias Rafael Alberti.
Adem¨¢s, el arco temporal de las cartas publicadas ahora no puede ser m¨¢s simb¨®lico: se extiende desde marzo de 1916, el a?o de la boda del escritor con Zenobia Camprub¨ª y de la escritura del decisivo Diario de un poeta reci¨¦n casado, hasta agosto de 1936, el momento del exilio definitivo de la pareja. Libros clave como Eternidades, Piedra y cielo o Segunda antoloj¨ªa po¨¦tica vieron la luz en ese tiempo. Fue tambi¨¦n el periodo en que el poeta se volc¨® en los escritores emergentes a trav¨¦s de revistas como ?ndice o S¨ª, financiadas, dirigidas y dise?adas por ¨¦l. Era as¨ª fiel a su idea de ¡°alentar a los j¨®venes; exijir, castigar a los maduros; tolerar a los viejos¡±.
¡°Me parece que tiene este cerrado granad¨ª un gran temperamento l¨ªrico¡±, dice por carta Juan Ram¨®n hablando de Lorca en 1920. ¡°?Qu¨¦ gusto ver llegar buenos nuevos! ?Espina Garc¨ªa, Salazar, Guill¨¦n, Garc¨ªa Lorca¡¡±. El maestro acogi¨® a Federico en Madrid con todas las atenciones, visit¨® a su familia en Granada, cre¨® la colecci¨®n que public¨® el primer poemario de Pedro Salinas ¡ªPresagios, ¡°libro de maestro interior¡±¡ª, manifest¨® su devoci¨®n por Guill¨¦n ¡ª ¡°m¨¢jico escritor¡±¡ª y colabor¨® incluso en la revista ultra¨ªsta Reflector pese a sus reservas hacia la supuesta novedad de las vanguardias. ¡°En Rimbaud¡±, escribe a Gerardo Diego, ¡°est¨¢ tambi¨¦n el cubismo¡±.
Juan Ram¨®n ve¨ªa su correspondencia como parte esencial de su obra literaria
La cercan¨ªa de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez con los j¨®venes coincide con su paulatino alejamiento de los mayores, ¡°ese mont¨®n est¨¦tico-social-naufrago que llaman jeneraci¨®n del 98¡±, escribe. Y tambi¨¦n: ¡°venimos y vamos a sitios distintos (adem¨¢s de la Academia, el Congreso, la Prensa y el Sal¨®n). A m¨ª me da dolor de est¨®mago s¨®lo de pensar que mi poes¨ªa tenga nada que ver con el consabido desastre¡±.
Curiosamente, 1927 ser¨¢ la fecha que marque el alejamiento de sus disc¨ªpulos por la necesidad de matar al padre y el choque de vanidades. Lo que empieza con alguna que otra diferencia sobre el c¨¦lebre homenaje a G¨®ngora coordinado por Gerardo Diego ¡ª¡°G¨®ngora pide director m¨¢s apretado y severo, sin claudicaciones ni gratuitas ideas fijas provincianas¡±¡ª termina siete a?os m¨¢s tarde con un furibundo ataque del autor joven m¨¢s cercano a Juan Ram¨®n: Jos¨¦ Bergam¨ªn. Su antiguo colaborador aprovecha un art¨ªculo sobre Pedro Salinas para tachar la obra de su mentor de ¡°amoralismo esteticista¡±, ¡°falsa e inhumana¡±, ¡°agonizante y espectacular¡±. Finalmente, este retira sus poemas de la antolog¨ªa con la que Diego ampli¨® su famosa selecci¨®n de 1932 ¡ªdecisiva para consagrar al grupo¡ª y escribe un seco telefonema a Jorge Guill¨¦n: ¡°Quedan hoy retirados trabajo y amistad¡±. En una hoja conservada en sus archivos escribe: ¡°J.R.J. asesinado en 1934 por sus disc¨ªpulos: PS, JG, DA, JB y sus paniaguados¡±. Es decir, Pedro Salinas, Jorge Guill¨¦n, D¨¢maso Alonso y Jos¨¦ Bergam¨ªn.
Pero no todo es disputa literaria en Juan Ram¨®n Jim¨¦nez. En su correspondencia viven tambi¨¦n el poeta agradecido que se cartea con corresponsables an¨®nimos y el que hombre comprometido que en mayo de 1931 escribe al ministro Fernando de los R¨ªos celebrando ¡°esta primaveral Rep¨²blica alegre, sana, milagrosa¡± pese a que ¡°sus ideas sociales son m¨¢s extremas que las republicanosocialistas espa?olas¡±. Cuando estalla la Guerra Civil, el escritor y su esposa acogen en un piso de la calle Vel¨¢zquez a 12 ni?os abandonados. De Zenobia, que considera a su marido ¡°un corresponsal catastr¨®fico¡±, es la carta que cierra el volumen. En ella habla del trabajo con los chicos ¡ª¡°han desplazado toda nuestra vida anterior y nos absorben por completo¡± (el hombre que toda su vida busc¨® el silencio vive en el m¨¢s constante estruendo y estr¨¦pito). Los ni?os, a?ade, ¡°le compensan a uno de todo¡±. Y concluye: ¡°Todos nos hacemos a la nueva vida: un poco-mucho desali?ados, empezando porque no se puede estar vistiendo y ba?ando y alimentando ni?os con medias y trajes de seda. Yo me endoso una bata, un delantal y un par de zapatillas y lo dem¨¢s me parece tan superfluo que sea lo que fuera vamos a cambiar radicalmente de vida¡±. Les esperaban, antes de morir sin ver Espa?a, veinte a?os de exilio.
Babelia
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