El editor independiente busca refugio
La entrada de Planeta en Tusquets pone fin a una era de autonom¨ªa en los sellos cl¨¢sicos Se reabre el debate sobre el futuro de la peque?a edici¨®n Varios editores analizan el panorama en este cambio de paradigma
?Tienen las editoriales independientes los d¨ªas contados si no se blindan o crean alianzas con grandes grupos o conglomerados editoriales? ?La precipitaci¨®n de un nuevo paradigma econ¨®mico y digital redibuja un nuevo mapa editorial en Espa?a? Las preguntas que suelen rondar a los sellos medianos y peque?os cobran vigencia con la entrada del Grupo Planeta en el accionariado de Tusquets, la ¨²ltima editorial cl¨¢sica, prestigiosa e independiente espa?ola. Casi una de cada tres editoriales est¨¢ hoy vinculada a un grupo o conglomerado editorial. La joint venture entre Planeta Corporaci¨®n y Tusquets est¨¢ cerca de poner el punto y final a la existencia de sellos independientes de corte literario y volumen de negocio medio que no est¨¦n bajo un paraguas que pueda darles cobertura log¨ªstica. El fen¨®meno no es nuevo.
El acuerdo de Tusquets es de asociaci¨®n y seguir¨¢ liderada por Beatriz de Moura al frente de su equipo editorial, que ¡°podr¨¢ no s¨®lo acceder a la poderosa y eficaz plataforma de servicios de distribuci¨®n de Planeta, sino a los de administraci¨®n que, con el tiempo y una colaboraci¨®n activa, crean conveniente", dice el comunicado. De Moura no ha precisado el porcentaje que tendr¨¢ Planeta (aunque se especula que es del 50%), y afirma: "Yo sigo independiente. A m¨ª no me ha comprado nadie¡±. Una prueba de ello, seg¨²n la editora, es que el nuevo consejo es paritario, habr¨¢ dos personas de cada editorial.
Varios editores, hermanos peque?os y alumnos aventajados de los nombres emblem¨¢ticos del mundo de la edici¨®n coinciden en aclarar que el caso de Tusquets como el de Anagrama, que en 2015 pasar¨¢ a la italiana Feltrinelli, se debe m¨¢s a que no hay una sucesi¨®n natural; aunque recuerdan que los antecedentes de convenios similares vividos por otras editoriales es que terminan siendo fagocitadas por las grandes.
Sobre el panorama editorial, Manuel Borr¨¢s, editor de Pre-Textos, creada en 1976, aclara que ¡°una cosa es la supervivencia mercantil y otra la independencia de la empresa Ojal¨¢ que, adem¨¢s de la paridad expresada en el acuerdo con Planeta, quede garantizada la independencia de una editorial como Tusquets, que para m¨ª en el ¨¢mbito literario espa?ol ha tenido una gran importancia y junto con Anagrama supusieron en el ¨¢mbito editorial un ejemplo a seguir¡±.
Sigrid Kraus, fundadora y editora de Salamandra hace 12 a?os, cree que para sobrevivir no hace falta unirse a un grupo m¨¢s grande. Una vez entrados en esa situaci¨®n ¡°la supervivencia est¨¢ m¨¢s en ser libres e independientes. Adem¨¢s de que puede recortar tu creatividad y valent¨ªa porque hay que rendir cuentas¡±. Si todo fuera as¨ª, agrega Kraus, ni Planeta podr¨ªa defenderse de Google y Apple.
El riesgo de estas alianzas, apoyos, cuerdos o convenios es que se desdibuje la personalidad y la idiosincrasia de una editorial adquirida por un grupo grande. En la franja de Tusquets y Anagrama quedan ahora por volumen, si bien provenientes de estrategias y ¨¦pocas muy distintas, Salamandra y Edhasa.
La salida para crecer e ir al ritmo de los tiempos no necesariamente es aliarse con grandes grupos, coinciden los editores. ¡°Aunque la realidad, mal que nos pese, impone su efecto rectificador y los tiempos que soplan hacen cambiar de planes¡±, dice Borr¨¢s desde la Feria del Libro de Bogot¨¢.
En el caso de editoriales peque?as o medianas surgidas entre los a?os noventa y este siglo que han adquirido una p¨¢tina de prestigio e independencia a situaci¨®n es distinta, asegura Juan Casamayor, de P¨¢ginas de Espuma creada hace 13 a?os. Recuerda que Jorge Herralde dijo que de la misma manera que editoriales como Anagrama surgieron como una insumisi¨®n contra el franquismo, las aparecidas a finales de los a?os noventa y este siglo son las insumisas contra la censura comercial. Estas ¨²ltimas, afirma Casamayor, ¡°han demostrado que saben nacer, mantenerse y crecer. Que algunas desaparecer¨¢n seguro, porque hay ciclos comerciales y editoriales¡±. Sobre Tusquets, dice: "Siempre hab¨ªa una inc¨®gnita, porque de Anagrama supimos hace unos a?os hacia d¨®nde iba, y es l¨®gico que Beatriz de Moura quiera cerrar un ciclo y dar larga vida a Tusquets".
Es verdad que todo es m¨¢s dif¨ªcil que hace a?os, pero ¡°hay editoriales medianas y peque?as que se han mantenido independientes¡±, afirma Luis Solano de Libros del Asteroide, su fundador y editor desde hace siete a?os. El riesgo de estos movimientos para editoriales como las nuestras, agrega Solano, ¡°es que otras compa?¨ªas persiguen criterios m¨¢s comerciales que editoriales y literarios, y cuando vendes a una m¨¢s grande corres el riesgo de poner en duda esa independencia y l¨ªnea que te ha dado el reconocimiento¡±. Pero sobre todo depende del tiempo que confirma o no lo acordado. Espero que Tusquets no pierda independencia y contin¨²en siendo referencia de calidad.
La segunda lectura pasa por entender el pacto Planeta-Tusquets como un escal¨®n m¨¢s en el lento pero inexorable proceso de concentraci¨®n editorial espa?ol que, ce?ido al marco de esa clase media, se ha acelerado desde hace un par de a?os como consecuencia de la crisis econ¨®mica y que ha llevado, por citar s¨®lo dos casos recientes, a la compra de Siglo XXI por Akal (mayo de 2010) o a la de la divisi¨®n espa?ola de De Vecchi por Edhasa (octubre de 2010).
El fen¨®meno no es nuevo. Aqu¨ª --am¨¦n de la compra del sello de Josep Jan¨¦s por Germ¨¢n Plaza para fundar Plaza & Jan¨¦s en 1959¡ª el proceso de concentraci¨®n arranc¨®, en una primera fase, entre mediados de los a?os 80 y principios de los 90, cuando el mercado editorial espa?ol empezaba, tras una crisis econ¨®mica que estaba dejando tocados a sellos hist¨®ricos, a dar muestras por otro lado de cierta madurez. Los grandes conglomerados de la industria del ocio europea detectaron la conjunci¨®n, imaginando tambi¨¦n la expansi¨®n por Am¨¦rica Latina que ya no pod¨ªan hacer en sus pa¨ªses.
En ese contexto ser¨¢ como la alemana Bertelsmann comprar¨¢ Plaza & Jan¨¦s en 1984 y la italiana Mondadori har¨¢ lo propio en 1989 adquiriendo la hist¨®rica Grijalbo (1962) y, en el paquete, qued¨¢ndose con Cr¨ªtica (1974), de las grandes en ciencias sociales y que en 1999 acabar¨ªa en manos de Planeta. S¨®lo un a?o antes que los italianos, en 1988, el grupo franc¨¦s Hachette se hab¨ªa quedado con Salvat Editores (1923).
Por una cuesti¨®n de supervivencia, los grandes grupos aut¨®ctonos hab¨ªan empezado a mover ficha. Anaya, creada en 1959 como sello de libro de texto por Germ¨¢n S¨¢nchez Ruip¨¦rez, adquir¨ªa en 1981 Tecnos (de 1947) pero daba el golpe en 1989 qued¨¢ndose Alianza (fundada en 1965). La reci¨¦n creada Ediciones B (salida del period¨ªstico Grupo Z) adquir¨ªa en 1986 la reina de los c¨®mics y del entonces libro de bolsillo, Bruguera, nacida en 1910 pero refundada como tal en 1940.
La compra de Tecnos por Anaya era un movimiento un poco a imagen y semejanza de la estrategia que Planeta hab¨ªa arrancado en 1982, cuando se hizo con una de las grandes de la edici¨®n literaria de calidad, Seix Barral, que desde 1950, con la llegada de Carlos Barral, marcaba el pulso de la modernidad novel¨ªstica. La absorci¨®n de Seix Barral por Planeta ser¨ªa la punta del iceberg de algo usual en nuestros d¨ªas: editoriales con un cat¨¢logo fino, generalmente fruto de los gustos dif¨ªcilmente transferibles de sus directores literarios o directamente propietarios, eran absorbidos por grandes sellos de corte comercial y volumen de facturaci¨®n y personal notabil¨ªsimos: un mercado ya masivo requer¨ªa fondos de t¨ªtulos y diversificaci¨®n de oferta. La ratificaci¨®n de esta teor¨ªa volver¨ªa a llegar de la mano del grupo de Jos¨¦ Manuel Lara Hern¨¢ndez, que en 1989 sumaba a su conglomerado Ediciones Destino (1942), primera gran editorial literaria en el erial cultural de la posguerra.
En esa primera tanda, otra vez Planeta golpeaba dos veces y daba un salto al hiperespacio editorial al adquirir en 1991 todo un mito, Espasa-Calpe (1926) por la friolera de 10.000 millones de pesetas. Lo m¨¢s normal, sin embargo, era la compra de sellos m¨¢s modestos, con pedigr¨ª literario, como el que puede simbolizar la entrada en 1996 de Anaya en el accionariado de Siruela (fundada cuatro a?os antes) y que con los a?os acabar¨ªa conllevando la marcha de su fundador Jacobo Siruela.
Sin paralizarse nunca del todo, la segunda gran oleada de este proceso se dio con el estreno del nuevo milenio, cuando Mondadori y Bertelsmann (a trav¨¦s de su sello Random House) juntaron fuerzas en 2001. La espiral para alimentar los nuevos conglomerados comport¨®, entre otras muchas operaciones, algunas de tan notorias como las adquisiciones de Paid¨®s (1979) en 2003 por Planeta de nuevo (a trav¨¦s de Espasa) o las de una pujante RBA, que en 2004 se hizo con las catalanas La Magrana, L¡¯Aven? y Molino, propietaria de Agatha Christie en Espa?a; unos sellos a los que dos a?os despu¨¦s a?adir¨ªa la tambi¨¦n infantil Serres pero, a su vez, la exquisita Gredos (1946).
En una carrera sinf¨ªn, y con la voluntad de no dejar resquicios, ese mismo 2006 Planeta llegaba a un acuerdo a tres bandas con Enciclop¨¨dia Catalana y Grupo 62, convirti¨¦ndose en el l¨ªder absoluto del mercado catal¨¢n; dos a?os despu¨¦s llegaba el ¨²ltimo gran golpe, la compra de la francesa Editis (1.000 millones de euros y ella sola con cerca de 40 marcas editoriales).
Capeando el chaparr¨®n entre los grandes, Edhasa ha adquirido en dos fases (2008 y el a?o pasado) la Castalia (1945) de los grandes cl¨¢sicos espa?oles y Akal, Siglo XXI (1967) no hace ni dos a?os, entre otras muchas operaciones. En ese panorama de fusionarse o ser fusionado se han visto envueltos Anagrama (con Feltrinelli, en diciembre de 2010) y, ahora, Tusquets.
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