Espectacultura
De entre las m¨¢s activas e implicadas cabezas en la realidad diaria, destaca la de Vargas Llosa. Aunque lleva rechazados en dos mandatos distintos el Ministerio de Cultura y la direcci¨®n del Instituto Cervantes, con sabia resistencia a ser usado como florero pol¨ªtico, siempre se manifiesta con claridad y agudeza sobre asuntos de la sensibilidad inteligente. Ahora presenta La civilizaci¨®n del espect¨¢culo, cruce entre el an¨¢lisis desesperanzado y los art¨ªculos provocadores sobre cuestiones culturales, sociales, religiosas y hasta er¨®ticas. Por m¨¢s prevenido que uno est¨¦ ante el des¨¢nimo de la edad y el uso fraudulento que se hace de la palabra cultura a todas horas, urge leerlo. Discrepar en lo esencial no evita la admiraci¨®n por alguien que mejora cualquier discusi¨®n con su alergia a nuestro eterno sectarismo.
Que el an¨¢lisis postrero de un autor que goza de ¨¦xito y prestigio al alcance de muy pocos, sea tan deprimente como para afirmar la muerte de la cultura verdadera frente al comercio del espect¨¢culo, no deja de sorprender. Qu¨¦ dir¨ªan Cervantes o Quevedo, con la miseria y persecuci¨®n que jalon¨® su vida de artista en un pa¨ªs siempre enfrentado a la inteligencia, de una ¨¦poca como la nuestra, con sus premios Nobel y sus adelantos editoriales. Es inc¨®modo salvar la cara a nuestro tiempo, pero una perspectiva generosa ayuda a no arrojar la toalla, sino a buscar culpables y quitarles la m¨¢scara. Y no son los artistas pl¨¢sticos que tanto desprecia Vargas Llosa, como Damien Hirst que ahora repone en la Tate Modern algunas de sus piezas m¨¢s representativas. Hasta quiz¨¢ tras ellos se esconda un latido de protesta. Sus desplantes y gui?os superficiales combaten el ¨¦xito desde dentro; lo alcanzan con propuestas insultantes, luego insultan ese ¨¦xito.
Decir que el erotismo ha perdido la batalla frente a la zafia satisfacci¨®n de la pornograf¨ªa, es enfrentar el instinto humano con su otra capacidad para la recreaci¨®n y la trascendencia. Suena como decir que el sexo ha acabado con el amor. Me temo que los antiguos griegos apreciaban la belleza del modelado de Prax¨ªteles sin dejar de sodomizar p¨²beres esclavos. Por eso merece la pena ampliar el campo de batalla que propone Vargas Llosa al enemigo real. Ma?ana m¨¢s.
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