Breves verdades
El pensamiento fragmentario reverdece en castellano con novedades editoriales que cuestionan el des¨¢nimo social y pol¨ªtico
Ciertos hombres prefieren creer que fingimos los orgasmos¡±. Erika Mart¨ªnez ha entonado en Lenguaraz, en Pre-Textos, un hasta aqu¨ª hemos llegado. Esa funci¨®n de tope, de l¨ªmite y trinchera, es precisamente la que cumplen los aforismos, un g¨¦nero h¨ªbrido entre la poes¨ªa, el pensamiento y la ciencia que en los ¨²ltimos meses vive un reverdecer en lengua castellana. En el caso de Mart¨ªnez, investigadora sobre literatura hispanoamericana contempor¨¢nea en la Universidad de la Sorbona, los aforismos, a fuer de po¨¦ticos, funcionan tambi¨¦n de manera pol¨ªtica: ¡°El aforismo sabe que los clich¨¦s morales est¨¢n en las ant¨ªpodas de la libertad. Quiz¨¢ un nuevo motor del aforismo pueda ser el activismo ciudadano y su avidez de esl¨®ganes: necesitamos ideas rotundas, capaces de alcanzar la m¨¢xima profundidad posible dentro del m¨ªnimo espacio, capaces de prender la chispa de una acci¨®n transformadora¡±.
Esa fuerza contagiosa fue una de las se?as de identidad del Mayo franc¨¦s y tambi¨¦n, con la ayuda de Internet, del Mayo espa?ol (el 15-M). El aforismo transforma la realidad porque delimita y define, al igual que las fronteras. Es una tierra de nadie donde no solo termina un territorio, sino que comienza otro. En el contexto de urgencia y velocidad en el que nos movemos, el aforismo funciona como una puerta de grueso cristal contra la que uno choca a la carrera. Ese golpe es una conminaci¨®n a pararse (y atreverse) a pensar; a mirar alrededor y ver un territorio si no nuevo, s¨ª al margen. Con independencia de su contenido, esa exigencia moral de un alto, de una pausa en esta alocada marcha, es com¨²n a todo aforismo.
¡°El que va lento, llega tarde; el que va despacio, a su hora¡±, escribe Andr¨¦s Trapiello en Hemeroflexia, el blog en el que a menudo vuelca m¨¢ximas y observaciones. Trapiello, valedor de la noci¨®n de aforismo como punta del iceberg de un sistema filos¨®fico, est¨¢ conforme con la idea de que este g¨¦nero sirve tambi¨¦n para tomar aire, como hacen los delfines. Una subida a la superficie para, acto seguido, volver a sumergirse en el marasmo. ¡°La aceleraci¨®n que ha provocado Internet ha promovido ese g¨¦nero. Pero esto no nos puede hacer olvidar que el aforismo nunca es un atajo ni una ocurrencia ni una improvisaci¨®n. Detesto las ocurrencias del momento. Puede ser un rel¨¢mpago pero no puede ser una bengala. Internet lo favorece, pero hay que saber distinguir unas cosas de otras. El aforismo es consecuencia de un pensamiento, no es producto del azar, no es un tropiezo. Son contagiosos y eso explica que haya tanta proliferaci¨®n en la Red¡±.
Los aforismos de Trapiello, algunos in¨¦ditos y otros decantados de sus diarios, ser¨¢n publicados pr¨®ximamente en la granadina Cuadernos del Vig¨ªa, que dirige el tambi¨¦n aforista Miguel ?ngel Arcas. En esa misma colecci¨®n ¡ªa cargo, por cierto, de Erika Mart¨ªnez¡ª ha visto la luz Tirar de la cuerda, una selecci¨®n de aforismos involuntarios del fil¨®sofo Fernando Savater. ¡°Me encantan los aforismos, pero no s¨¦ escribirlos (¡). Yo soy m¨¢s argumentativo. Tal vez sea un defecto de profesor: creo que siempre hay algo que aclarar¡±, se disculpaba el pensador en una entrevista en EL PA?S el pasado mes de marzo. El encargado de extraer los aforismos del corpus savateriano ha sido el escritor ¡ªy aforista confeso¡ª Andr¨¦s Neuman. Al igual que los buscadores de oro, por el cedazo del equipo de Miguel ?ngel Arcas pasar¨¢ en breve tambi¨¦n la obra del poeta Carlos Marzal. ¡°En un texto de filosof¨ªa o poes¨ªa hay incrustados aforismos involuntarios. Forman parte de otro texto pero tienen autonom¨ªa. Significan. Aparecen como una gema¡±, se?ala Arcas.
Es un g¨¦nero que no solo prescribe realidades morales, sino que tambi¨¦n tiene pretensiones descriptivas
Por ese mismo m¨¦todo, ese ¡°trabajo de extracci¨®n¡±, acaba de llegar a las librer¨ªas Pura l¨®gica, de Benjam¨ªn Prado. En este caso ha sido el poeta e investigador Julio C¨¦sar Gal¨¢n el encargado de extraer de cuadernos de notas, art¨ªculos, novelas y ensayos, perlas no cultivadas, como esta: ¡°Todo lo vertical amenaza ruina¡±.
Adem¨¢s de la vertiente pol¨ªtica y filos¨®fica del aforismo, su aspiraci¨®n cient¨ªfica es innegable (no en vano el primer autor de una obra llamada Aforismos fue el m¨¦dico Hip¨®crates y en ella describ¨ªa s¨ªntomas de enfermedades). Es pues un g¨¦nero que no solo prescribe realidades morales, sino que tiene pretensiones descriptivas. Un buen aforismo se parece a un juicio sint¨¦tico de Kant, afirma algo sobre algo, busca ampliar el campo de lo conocido. Esa es la intenci¨®n del f¨ªsico Jorge Wagensberg en M¨¢s ¨¢rboles que ramas, que acaba de salir y que constituye otro s¨ªntoma del auge del g¨¦nero.
La eclosi¨®n actual de esta forma literaria no se debe solo a Internet, tambi¨¦n al modo de vida urbano y a las servidumbres laborales y familiares. No hay tiempo, por eso el lector busca contenidos que se adapten a una nueva ¡°estrategia de lectura¡±, en palabras de Andr¨¦s Neuman. Arcas ahonda en esta idea: ¡°La lectura de aforismos genera una especie de isla interior donde lo escrito se expande (¡). Podemos decir que un aforismo se construye entre dos, se hace verdadero con su lector¡±. La voz de alarma contra la banalizaci¨®n proviene de Trapiello: ¡°Nos estamos acostumbrando a leer de pie; pero el pensamiento m¨¢s aristocr¨¢tico nace de poder estar acostados. Hay cosas que duran m¨¢s de dos minutos, y si la gente se acostumbra a no leer o escuchar m¨¢s de dos minutos, entonces se impacientar¨¢ pronto¡±.
Del presocr¨¢tico Her¨¢clito ¡ªpasando, entre otros, por Marco Aurelio, Petrarca, Erasmo, Karl Kraus, Cioran y Elias Canetti¡ª hasta llegar a los tuits (mensajes en la red social Twitter) del mexicano Juan Villoro o del colombiano H¨¦ctor Abad Faciolince, el poeta y editor Jos¨¦ Luis Gallero es un testigo de excepci¨®n del milenario relato de lo breve. Lleva dos d¨¦cadas elaborando una historia del pensamiento fragmentario; su primer volumen es Her¨¢clito: fragmentos e interpretaciones (?rdora). Gallero prepara un programa de radio para la emisora online www.elestadomental.com, una revista cultural con vocaci¨®n experimental. Seg¨²n este editor, otra explicaci¨®n para el auge afor¨ªstico es la necesidad de cubrir un d¨¦ficit, pero no el que tanto preocupa a Angela Merkel, sino uno moral, ¡°el de la quiebra ¨¦tica generalizada a la que asistimos aqu¨ª y ahora¡±.
Su eclosi¨®n no se debe solo a la Red, tambi¨¦n al modo de vida urbano y a las servidumbres laborales y familiares
Para su debut en las ondas del ciberespacio, Gallero ha elegido al alem¨¢n Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799): ¡°Es a la vez un so?ador y un cient¨ªfico. Por un lado, representa la culminaci¨®n del siglo XVII, con maestros de la talla de Graci¨¢n, La Rochefoucauld, Pascal o La Bruy¨¨re; por otro, anticipa a Schopenhauer y Nietzsche. Cierto que cabr¨ªa decir lo mismo de algunos contempor¨¢neos suyos como Goethe, Chamfort o Joubert, pero Lichtenberg posee una entonaci¨®n especial: su libro, que no es en realidad sino un cuaderno de notas, estaba expresamente dirigido a la posteridad, y por ello lo mantuvo voluntariamente in¨¦dito hasta su muerte¡±.
¡°Lo de morirme lo dejar¨¦ para cuando no haya m¨¢s remedio¡±, parece responder desde el fondo de la sala Savater. Con la muerte culmina la descripci¨®n de uno mismo. Es la gran delimitaci¨®n, la defunci¨®n como definici¨®n; aquello que hace que esos extra?os autores consagrados al aforismo se ti?an de un existencialismo avant la lettre, algo que comparten con los poetas. ¡°Entiendo la poes¨ªa y el aforismo como hermanos. Los dos surgen como expresi¨®n de un estado, como indagaci¨®n del yo ante el mundo; una forma individual de mirar la realidad, de descubrir lo ins¨®lito de lo evidente¡±, se?ala Arcas, quien en oto?o publicar¨¢, esta vez como autor, M¨¢s realidad (Pre-Textos).
Erika Mart¨ªnez cree que esta ¨²ltima floraci¨®n se debe a algo que le est¨¢ sucediendo a la poes¨ªa en castellano: ¡°Quiz¨¢ el reciente fin de siglo ha dado una mayor pulsi¨®n fragmentaria y filos¨®fica a nuestra l¨ªrica. Y eso, de alguna manera, parece haber acercado a los poetas al aforismo¡±. A trav¨¦s de una especie de poema, Carlos Edmundo de Ory (1923-2010) reflexiona sobre su propia producci¨®n afor¨ªstica, Los aerolitos, editados por Calambur el a?o pasado: ¡°Nietzsche los llama: sentencias y dardos / Novalis los llama: polen / Baudelaire los llama: cohetes / Joubert: pensamientos, Cioran: pensamientos estrangulados, y Andr¨¦i Siniaski: pensamientos repentinos / Rozanov: hojas ca¨ªdas y Ren¨¦ Char: hojas de Hypnos / Malcolm de Chazal: sentido-pl¨¢stico, y Louis Scutenaire: inscripciones / Antonio Porchia los llama: voces, y yo aerolitos¡±. El ¨¢rbol del pensamiento breve en castellano ha vivido otras floraciones: Baltasar Graci¨¢n, Antonio Machado, G¨®mez de la Serna, Bergam¨ªn¡ Y entre los vivos, S¨¢nchez Ferlosio, Crist¨®bal Serra, Ram¨®n Andr¨¦s, Rafael Argullol, Jordi Doce, Lorenzo Oliv¨¢n¡ ¡ªTrapiello se queda con Juan Ram¨®n Jim¨¦nez (¡°uno de los grandes de Europa¡±), de cuyos Aforismos prepar¨® una selecci¨®n en 2007 (La Veleta, Editorial Comares)¡ª. Gallero a?ade a esta n¨®mina no exhaustiva al colombiano Nicol¨¢s G¨®mez D¨¢vila (Atalanta edit¨® en 2009 sus Escolios para un texto impl¨ªcito) y las Voces reunidas (Pre-Textos, 2006) del argentino Antonio Porchia.
Un g¨¦nero pujante, mestizo y ap¨¢trida como muchos de sus m¨¢s eminentes cultivadores. De ah¨ª el aforismo, en forma de pregunta, que deja en el aire Erika Mart¨ªnez: ¡°Una larga convalecencia engendra novelistas. La proximidad de una cat¨¢strofe, poetas. ?De qu¨¦ agujero salen los aforistas¡±.
Lenguaraz (aforismos). Erika Mart¨ªnez. Pre-Textos. Valencia, 2011. 84 p¨¢ginas. 12 euros. Tirar de la cuerda. Fernando Savater. Selecci¨®n de Andr¨¦s Neuman. Cuadernos del Vig¨ªa. Granada, 2012. 104 p¨¢ginas. 16 euros. Pura l¨®gica (500 aforismos). Benjam¨ªn Prado. Hiperi¨®n. Madrid, 2012. 114 p¨¢ginas. M¨¢s ¨¢rboles que ramas. 1116 aforismos para navegar por la realidad. Jorge Wagensberg. Tusquets. Barcelona, 2012. 264 p¨¢ginas. 18 euros.
Babelia
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