Una nueva compa?¨ªa de altura
El vac¨ªo por la lamentada desaparici¨®n del Ballet de Zaragoza hace unos a?os ha terminado con la consolidaci¨®n de La Mov
La nunca bien y del todo asumida (y lamentada) desaparici¨®n del Ballet de Zaragoza hace unos a?os dej¨® a la ciudad cantera por excelencia del ballet en el Estado espa?ol sin una agrupaci¨®n con entidad representativa. Esa etapa de vac¨ªo ha terminado con la consolidaci¨®n de la compa?¨ªa La Mov, iniciativa del bailar¨ªn ma?o Victor Jim¨¦nez que aparc¨® su fruct¨ªfera trayectoria internacional (Ballet de Maurice B¨¦jart en Lausana, Ballet de la ?pera de Ly¨®n) para volver al terru?o no como un hijo pr¨®digo sino como un artista maduro y responsable, a expensas de lo mucho que tendr¨ªa que luchar. Ahora se est¨¢ en condiciones de decir que, en otro formato pues son otros tiempos, Zaragoza vuelve a tener una compa?¨ªa de inter¨¦s, muy distinta del punto de excelencia que consigui¨® Arantxa Arg¨¹elles en materia de acad¨¦mica cuando exist¨ªa la agrupaci¨®n municipal, pero igualmente respetable por su nivel y proyecci¨®n.
Momenta
Compa?¨ªa La Mov. Words unspoken: Anthony Missen y Kevin Edgard/ Ryuchi Sakamoto; Momenta: V¨ªctor Jim¨¦nez/J. S. Bach; La gram¨¢tica del silencio: Itzik Galili/Kronos Quartet. Teatro Principal. Zaragoza. Hasta el 13 de mayo.
La Mov es una tropa privada, de recursos escasos muy bien usufructuados y de una probada profesionalidad. En varios sentidos es un ejemplo que debe estudiarse: atiende a la actualidad del g¨¦nero ballet contempor¨¢neo en su variedad, estimula a los m¨²sicos y compositores j¨®venes espa?oles a trabajar para la danza y su vocaci¨®n cosmopolita se manifiesta con una plantilla donde hay no s¨®lo peninsulares, sino europeos y latinoamericanos.
Este s¨¦ptimo programa tiene tres coreograf¨ªas y el talento local de Jim¨¦nez se alza con los m¨¢s que merecidos laureles del ¨¦xito. Su obra es la m¨¢s redonda y mejor, la mejor empacada y desvelada, con sus fases de sombra misterio y sensualidad.
La primera pieza de los din¨¢micos muchachos de Manchester Missen y Edward es una apuesta experimentar que se informa de las tendencias globales. Esto es pertinente por la manera de iluminar y de vestir a los bailarines sobre est¨¢ndares trillados que nos suenan al cotidiano teatral donde la fantas¨ªa, de haberla, hay que buscarla en el movimiento asociativo de varias tendencias. Algo simula la no terminaci¨®n, el proceso que contin¨²a en el imaginario.
Momenta es lo mejor por muchas razones. Jim¨¦nez se ha tra¨ªdo de Toulouse a la instrumentista Ester Ciudad, especialista en el barroco que viaja con su propio clavec¨ªn de ¨¦poca para tocar las Variaciones Goldberg. El sonido es atrayente y poderoso, probablemente enf¨¢tico hasta cierta heterodoxia que los fines de acompa?amiento para la danza liberan de compromiso estil¨ªstico, de escol¨¢stica constrictiva. La coreograf¨ªa es refinada y potente, de ruego sentimental y de b¨²squeda. Hay tinieblas y mucha intensidad llevada con elegancia, una delicia de continuidad y de enlaces coordinados que ponen al espectador en situaci¨®n.
Cierra la pieza del israelita Galili, uno de los m¨¢s famosos y solicitados core¨®grafos de hoy a nivel mundial. Siempre en su estilo, exprimiendo t¨¦cnica e intenciones po¨¦ticas, la pieza es un desolado cuadro de indefensi¨®n ante las circunstancias, de hombre frente al paisaje.
La plantilla se esmera y se entrega. Todos los artistas aparecen una y otra vez en escena. Ya verlos es casi agotador, la energ¨ªa y la b¨²squeda de diferenciar estilos y acentos, din¨¢micas y texturas, dice mucho y bien de su entrenamiento y futuro.
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