Contagioso delirio
La escritora Valeria Luiselli publica su primera novela, 'Los ingr¨¢vidos' El hipot¨¦tico encuentro neoyorquino entre Garc¨ªa Lorca y Gilberto Owen, un marido que lee por encima del hombro el libro que escribe su mujer son los argumentos de la historia
Qu¨¦ dif¨ªcil es escribir bien ficci¨®n cuando se es joven. O quiz¨¢ deber¨ªa decir: qu¨¦ dif¨ªcil es escribir tan bien cuando se es tan joven como Valeria Luiselli. La novela es un g¨¦nero de madurez; hay que cumplir a?os para poder alejarte del ruido empeque?ecedor de tu propia vida y para aprender a verte a ti misma desde fuera, con la misma impasibilidad con la que contemplar¨ªas a cualquiera de tus personajes. Aunque, claro, siempre hay excepciones: ah¨ª est¨¢ por ejemplo la espa?ola Carmen Laforet, que gan¨® el primer Premio Nadal con su novela Nada (1944), un cuento cruel, una obra modern¨ªsima, brutal y casi perfecta que redact¨® a la inconcebible edad de 23 a?os. Pero, como si Laforet hubiera hecho un pacto con el diablo y Lucifer le hubiera exigido un temprano pago de la deuda, ese fulgor precoz pareci¨® calcinar el resto de su vida. Por diversas razones que se pueden rastrear en la estupenda biograf¨ªa Carmen Laforet, una mujer en fuga, de Anna Caball¨¦ e Israel Rol¨®n, la autora acab¨® perdi¨¦ndose en un aterrador pantano personal y nunca escribi¨® nada m¨¢s que alcanzara esa altura.
Por fortuna, no creo que este sea el caso de la mexicana Valeria Luiselli, que, en primer lugar, ya ha cumplido los 28 a?os y que adem¨¢s muestra en su primera novela, Los ingr¨¢vidos, un asombroso dominio de la estructura narrativa y de los mecanismos literarios. Los ingr¨¢vidos es un libro impresionista, un rompecabezas, un torbellino de im¨¢genes, reflexiones y escenas que van construyendo un todo espectral. La narradora, casada y madre de dos ni?os peque?os, est¨¢ escribiendo un libro que su marido le va leyendo por encima del hombro. El marido se enfada, se mosquea con lo que lee; entonces la narradora altera lo que escribe. En un momento determinado, la narradora empieza a redactar una novela que supuestamente est¨¢ contada en primera persona por Gilberto Owen (1905- 1952), un conocido poeta mexicano que coincidi¨® (o quiz¨¢ no) en Nueva York con Garc¨ªa Lorca. Aunque Owen ha fallecido muchos a?os antes de que la narradora naciera, sin embargo los dos comienzan a entreverse casualmente en el metro, esto es, se atisban por un instante tras los cristales de trenes que se cruzan en la oscuridad. Encuentros imposibles entre vivos y muertos, ?o quiz¨¢ a estas alturas del libro ya no quede nadie verdaderamente vivo? Porque la narradora se va afantasmando. Que es otra manera de decir que va enloqueciendo. Y el libro se deshace, se desmiga entre las manos como un bizcocho demasiado mojado.
Es una obra prodigiosa, impresionista, un rompecabezas, un torbellino de im¨¢genes, reflexiones y escenas que se van construyendo
Te puede parecer que la novela que acabo de describir es un inmenso l¨ªo. Y desde luego lo es. Es una historia compleja, un caleidoscopio. Pero es liosa, sobre todo, cuando alguien de fuera la quiere contar, extractar, resumir. Como todos los libros verdaderamente buenos, la novela s¨®lo adquiere su justo sentido cuando est¨¢ narrada con las palabras originales y en la precisa forma en que la cuenta Valeria. Desconf¨ªo de los libros cuyo argumento puede resumirse f¨¢cilmente: para m¨ª es tan importante lo que se dice como la manera en que se dice. Al leer Los ingr¨¢vidos, en fin, todo se comprende mucho mejor; y lo que no se entiende por completo, alimenta y fascina a¨²n mucho m¨¢s. Es una obra prodigiosa, un cuento entretenid¨ªsimo que te desv¨ªa todo el rato del camino, que te enga?a y te confunde, que te pierde y te reencuentra. Un universo resbaladizo e inestable.
Owen se encuentra con Garc¨ªa Lorca: ¡°Federico lleg¨® tarde, con su acostumbrada arrogancia de estrella a punto de ser descubierta¡±. La narradora escribe: ¡°Dej¨¦ de darle pecho a la beb¨¦. Estuve cinco d¨ªas con los senos rojos y dur¨ªsimos. Pero la idea de dejar de producir leche me alienta. No es f¨¢cil, nunca es f¨¢cil, ser una persona que produce leche¡±. Owen vive con tres gatos que le lamen los platos, de manera que no tiene que lavar la vajilla. Tambi¨¦n a ¨¦l le va mal en la vida. Tambi¨¦n se va desmoronando y encerrando. La narradora rega?a ¡°al ni?o mediano porque escondi¨® a la beb¨¦ en un caj¨®n del refrigerador¡±. Los hogares, proyectos de felicidad, devienen en encierros. Este libro poderoso y original es una catarata de est¨ªmulos y emociones, una tela de ara?a de la que no te libras.
Lo m¨¢s llamativo es la libertad con que est¨¢ escrito. Por detr¨¢s resuena una mente poderosa: esta Luiselli tiene una notable cultura
Pero lo m¨¢s llamativo es la libertad con que est¨¢ escrito. Por detr¨¢s resuena una mente poderosa: esta Luiselli tiene sin duda una gran cabeza, una notable cultura. Pero su obvia inteligencia no lleva las riendas, por fortuna, porque la ficci¨®n ha de ser escrita desde el inconsciente. En su discurso de entrada a la Academia, la historiadora Carmen Iglesias cont¨® la deliciosa par¨¢bola del ciempi¨¦s y la cucaracha envidiosa que, maligna, se acerc¨® al miri¨¢podo y empez¨® a adularle: ¡°?Oh, qu¨¦ bello eres, tan largo, con tant¨ªsimas patas y movi¨¦ndote de manera tan armoniosa! ?Podr¨ªas decirme c¨®mo lo consigues y ense?arme de qu¨¦ forma caminas?¡±. El ciempi¨¦s, tontorr¨®n y envanecido, contest¨®: ¡°Muy f¨¢cil, muy f¨¢cil, s¨®lo hay que enfilar las cincuenta patitas del costado izquierdo y sincronizar sus movimientos, haciendo rotar la articulaci¨®n hacia delante mientras, al mismo tiempo, desplazas las cincuenta extremidades del costado derecho hacia atr¨¢s y blablabla¡¡±. Cuando termin¨®, un buen rato despu¨¦s, la cucaracha, que le contemplaba con fingido arrobo, remat¨®: ¡°?Qu¨¦ interesante! Y, por favor, ?podr¨ªas hacerme ahora una demostraci¨®n?¡±. Y el pobre ciempi¨¦s no fue capaz de volver a moverse nunca m¨¢s, porque, al hacerse consciente de c¨®mo caminaba, no pudo ejecutar ese gracioso y complej¨ªsimo baile de su cuerpo. Que es igual que el gracioso y complej¨ªsimo baile de la creaci¨®n. Por modesta que sea, toda manifestaci¨®n art¨ªstica ha de tener algo de alucinaci¨®n, de fuego en los ojos, de delirio. La primera novela de Valeria Luiselli, rebosante de humor y de horror, de sutiles coincidencias e inaudibles gritos, est¨¢ llena de esa libertad, de ese fuego y de una inmensa promesa. Tremenda escritora. Y crecedera.
Los ingr¨¢vidos. Valeria Luiselli. Sexto Piso. Madrid, 2011. 144 p¨¢ginas. 15,90 euros.
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