Rosemarie Trockel entre l¨ªneas
Es una de las artistas m¨¢s destacadas de su generaci¨®n Declarada feminista y celosa de su libertad creativa Ha reunido los trabajos de una serie de artistas-cient¨ªficos y 'outsiders' Expone junto a los de ellos sus trabajos m¨¢s recientes Su 'cosmos' personal se despliega en el Museo Reina Sof¨ªa
Saltar de un lado a otro de la l¨ªnea trazada en el suelo no es solo un juego infantil. Rosemarie Trockel (Schwerte, Alemania, 1952) lo sigue haciendo, de alguna manera. A su manera. Los l¨ªmites convencionales del arte son para ella un atractivo que la lleva a traspasar la l¨ªnea. A transgredir. As¨ª lo dice en varias ocasiones a lo largo de la conversaci¨®n que sostenemos con motivo de la exposici¨®n que inaugura este martes en el Museo Reina Sof¨ªa. Una muestra en la que casi la mitad de las piezas expuestas no son suyas, sino de otros artistas heterodoxos, outsiders. "He querido mostrar junto a una selecci¨®n de mis trabajos algunas de las m¨¢s importantes influencias en mi obra. Eleg¨ª unos artistas que han estado muy presentes para m¨ª a lo largo de mi vida, aunque tambi¨¦n he incluido otros que me sugiri¨® la comisaria, Lynne Cook", afirma.
Trockel ha mantenido siempre una posici¨®n firme del lado del feminismo y as¨ª lo ha demostrado en sus obras. Empez¨® a darse a conocer con sus cuadros tejidos. Una pr¨¢ctica artesanal ligada ¨ªntimamente al mundo de la mujer, se transform¨® en un soporte cr¨ªtico representando la hoz y el martillo comunistas, o el conejito de Playboy. Hace pocos a?os titul¨® su retrospectiva directamente Menopausia, poniendo de relieve la ocultaci¨®n social de este momento crucial en la vida de la mujer. "Nunca he pensado que los Cuadros tejidos sean la parte m¨¢s fuerte de mi trabajo. Lo son mucho m¨¢s mis dibujos, de los que he elegido solo unos cuantos, dos o tres, para esta exposici¨®n. Tampoco habr¨¢ esculturas ni v¨ªdeos. Siempre resulta dif¨ªcil reunir un poco de todo cuando trabajas con medios tan distintos. Es una buena muestra de lo que he estado haciendo los ¨²ltimos veinticinco a?os, pero no es una retrospectiva", aclara.
Un cosmos, que es el t¨ªtulo de la muestra madrile?a, se orienta en otro sentido. Se podr¨¢n ver las piezas en cer¨¢mica vidriada que Trockel ha venido produciendo en los ¨²ltimos a?os, algunas obras realizadas en lana y sus books drafts, cuadernos de anotaciones personales. Todo ello en combinaci¨®n con cerca de sesenta piezas que representan su inter¨¦s por la biolog¨ªa, que ella lleva al terreno del arte. Porque otro de los caballos de batalla de esta creadora es su firme convicci¨®n de que entre arte y artesan¨ªa no debe haber una divisi¨®n r¨ªgida. "Es muy dif¨ªcil establecer las diferencias entre ambas", dice. "Hay solo una fina l¨ªnea que las divide. Un espectro que tiene una zona gris y yo misma me niego a trazar las diferencias".
Hay solo una fina l¨ªnea que divide arte y artesan¨ªa. Un espectro que tiene una zona gris. Me niego ha trazar las diferencias
En esa categor¨ªa podr¨ªan entrar las extra?as y delicadas figurillas de vidrio de los naturalistas del siglo XIX Leopold y Rudolph Blashka, que representan peque?as criaturas marinas. O las divertidas pel¨ªculas del entom¨®logo Ladislas Starevich, pionero de la animaci¨®n en stop motion, como en La venganza del c¨¢mara (1912), con escarabajos y otros insectos como protagonistas. Tambi¨¦n est¨¢n las inquietantes mu?ecas de Morton Barlett, de una naturalidad algo terror¨ªfica (y un poco morbosa). Pero tambi¨¦n los p¨¢jaros de papel de James Castle, analfabeto y mudo ¡ªque ya tuvo una exposici¨®n en el Reina Sof¨ªa¡ª , o los cuadernos compulsivamente escritos e ilustrados, casi enciclop¨¦dicos, sobre bot¨¢nica, ornitolog¨ªa u otros temas diversos, realizados por el espa?ol Manuel Montalvo. "Me interes¨¦ desde peque?a por la biolog¨ªa", cuenta. "Estoy muy contenta de poder incluir tambi¨¦n en la exposici¨®n im¨¢genes, dibujos y grabados naturalistas de la expedici¨®n de Jos¨¦ Celestino Mutis. O las acuarelas de flora y fauna de Maria Sybilla Merien, hechas en el siglo XVII. Mis padres ten¨ªan en casa muchas estampas bot¨¢nicas que me fascinaban".
Pero no solo recoge obras de artistas del pasado. Tambi¨¦n ha querido incluir las de G¨¹nter Weseler, un artista que en los a?os setenta estaba en primera l¨ªnea de la influyente escena de D¨¹sseldorf, junto a Blinky Palermo, Gerhard Richter, Joseph Beuys o Sigmar Polke, pero que despu¨¦s desapareci¨®. "Hemos hecho juntos una obra en las ¨²ltimas semanas para esta exposici¨®n, pero es un artista al que yo he admirado desde joven. Adem¨¢s incluimos tres piezas suyas", explica.
Trockel ense?a actualmente en D¨¹sseldorf, donde Joseph Beuys sigue proyectando su sombra. "Yo no conoc¨ª personalmente a Beuys, pero como artista fue muy importante en su tiempo y sigue si¨¦ndolo", afirma. "Mis estudiantes se refieren a ¨¦l constantemente y en relaci¨®n con distintos aspectos de su trabajo. Como persona fue alguien muy carism¨¢tico y con una gran fuerza. Con un cierto aura. Era f¨¢cil caer bajo su influencia. Sigue siendo muy importante hoy en d¨ªa tanto para los j¨®venes como para muchos artistas de distintas generaciones".
Ella considera que la etapa de aprendizaje para el joven artista es un momento privilegiado. "Creo que lo principal para los estudiantes de arte es la oportunidad que tienen de relacionarse entre si. Tengo alumnos de muchos pa¨ªses y resulta muy estimulante la comunicaci¨®n. Sobre todo porque es algo que es todav¨ªa ajeno a la escena o al mercado del arte. Pueden trabajar libremente sin ninguna presi¨®n exterior. Intento orientarlos para que no se proyecten demasiado hacia el mercado".
En su opini¨®n, la situaci¨®n de desventaja de las mujeres artistas ha mejorado. "Las cosas han cambiado mucho desde que yo empec¨¦", admite. "El mundo del arte hoy est¨¢ m¨¢s abierto a todo tipo de personas. Pero de cara al mercado del arte las cosas no son tan equilibradas. Las mujeres siguen estando en inferioridad respecto a los hombres. Y sobre todo las artistas que vienen de pa¨ªses donde la situaci¨®n de la mujer es m¨¢s dura, donde no hay igualdad de derechos. Hay todav¨ªa mucho que hacer en cuanto a igualdad. En Alemania las estudiantes de arte tienen igualdad frente a los hombres, pero no la hay entre profesores. ?Era mejor en los a?os noventa!".
Rosemarie Trockel prefiere tener a raya el mercado del arte. "Los galeristas no entran en mi estudio. Ninguno en 25 a?os", dice. Se reserva una buena entidad de ellas. "Hay obras de las que no te quieres desprender y prefieres conservar. Sobre todo los dibujos, que son lo m¨¢s cercano que puedo tener y los book drafts. Son como un diario personal, mis pensamientos diarios. Es mi microcosmos", se?ala.
"El dibujo es mi t¨¦cnica preferida. Surge casi sin pensar, es como si la mano dejara salir las ideas. La l¨ªnea del dibujo es quiz¨¢ el punto de contacto entre arte y artesan¨ªa. Y lo es en muchos sentidos, sobre todo porque los bocetos son el primer paso para la realizaci¨®n de todo proyecto. Dibujo cada d¨ªa".
"He seguido trabajando con muchos materiales. Depende de lo que quiera hacer en cada momento. Nunca s¨¦ que va a salir cuando entro en el estudio", dice. "Con la cer¨¢mica trabajo de manera m¨¢s espont¨¢nea. Si me planteo una pieza tejida con lana parto de un concepto distinto. Me encanta trabajar con cer¨¢mica, hace diez a?os que empec¨¦, y cuento con un grupo de gente que me ayuda maravillosamente. En la exposici¨®n habr¨¢ cosas antiguas y nuevas".
Trockel ha preparado una instalaci¨®n espec¨ªfica para el Reina Sof¨ªa. Es una habitaci¨®n alicatada con baldosas blancas. Del techo cuelgan dos palmeras de pl¨¢stico y una jaula con p¨¢jaros mec¨¢nicos. ?El mundo al rev¨¦s? "La idea de que el mundo est¨¢ al rev¨¦s es algo que est¨¢ en el fondo de toda mi obra. Hay un compromiso intr¨ªnseco con lo que sucede en el mundo. No quiero separar las cosas ni se?alarlas, espero que cada persona haga sus propias interpretaciones". O
Rosemarie Trockel: un cosmos. Museo Reina Sof¨ªa. Santa Isabel, 52. Madrid. Del 22 de mayo al 24 de septiembre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.