Un ¡®Cinema Paradiso¡¯ a la yugoslava
Las memorias de Emir Kusturica ven la luz en Espa?a En ellas repasa su relaci¨®n con el cine, la m¨²sica y la pol¨ªtica
Cuando escuch¨® de ni?o que su padre lanzaba improperios contra Tito y lo acusaba de ser un dictador, Emir Kusturica se acord¨® de la pel¨ªcula que hab¨ªa visto de Charles Chaplin. ¡°?Pap¨¢, es como Charlie Chaplin en El gran dictador!¡± intervino el ni?o con la esperanza de complacer a su padre y esper¨® la respuesta con cierto temor. ¡°Todav¨ªa m¨¢s divertido, hijo m¨ªo, y much¨ªsimo peor¡±. Desde aquel momento, el cine y la pol¨ªtica se cruzaron ya para siempre en la vida de Emir Kusturica (Sarajevo, 1954) el cineasta y m¨²sico m¨¢s famoso, pol¨¦mico y heterodoxo que alumbr¨® la antigua Yugoslavia. Con una larga y brillante trayectoria, premiado desde joven en todo el mundo, director de pel¨ªculas que han pasado a la historia desde Pap¨¢ est¨¢ en viaje de negocios hasta Underground publica ahora en Espa?a ?D¨®nde estoy en esta historia?, (Pen¨ªnsula) unas memorias donde se entrelazan la cultura, la vida cotidiana, la educaci¨®n sentimental y las guerras en su pa¨ªs. Una especie de Cinema Paradiso a la yugoslava escrita con lucidez e iron¨ªa, en ocasiones exculpatoria y en otras destructiva, como la mayor¨ªa de autobiograf¨ªas.
Kusturica explica las razones que le han llevado a escribir sus memorias, a los 58 a?os, cuando enfila la ¨²ltima parte de su vida. ¡°No me gustar¨ªa que lo que ha agitado mi alma fuera inaccesible para siempre tras haber emprendido mi ¨²ltimo viaje y que alg¨²n descendiente m¨ªo, empujado por la curiosidad, no pudiera trazar puentes conmigo para descifrar el importante misterio de su origen¡±. Por las p¨¢ginas de ?D¨®nde estoy en esta historia?, un significativo t¨ªtulo que revela la necesidad del artista por analizar su tormentosa vida, desfilan todas las contradicciones de este hijo de familia serbia y musulmana, con un padre que fue alto funcionario de la Yugoslavia comunista, enfant terrible del cine europeo y desgarrado por la guerra en Bosnia-Herzegovina (1992-1995). Ahora bien, el cine entendido como la forma de contar historias a trav¨¦s de las im¨¢genes y de la m¨²sica figura como el hilo conductor de la biograf¨ªa de Kusturica. Desde su divertida narraci¨®n de c¨®mo sus amores juveniles le impiden ver una y otra vez Amarcord, obra maestra de su admirado Federico Fellini, hasta su reflexi¨®n sobre la importancia de tener un hijo. En 1978 naci¨® su hijo Stibor y Kusturica no puede resistir la tentaci¨®n de explicarlo en t¨¦rminos cinematogr¨¢ficos. ¡°Era muy importante para m¨ª tener un descendiente, un reci¨¦n nacido¡±, cuenta, ¡°como en la pel¨ªcula 2001, una odisea del espacio, de Stanley Kubrick. El ni?o como una alegr¨ªa c¨®smica, pero adem¨¢s con el calor del vientre materno y sin el fr¨ªo glacial que reina en el universo de Kubrick¡±.
Kusturica alterna la historia con may¨²sculas que vivi¨® su pa¨ªs con la historia con min¨²sculas en un relato muy divertido
En cualquier caso, el verdadero h¨¦roe para Kusturica es su paisano Ivo Andric, el ¨²nico escritor yugoslavo que obtuvo, en 1960, el premio Nobel de Literatura. De familia croata, nacido en Travnik, una zona musulmana de Bosnia, y serbio por ideolog¨ªa, Andric le sirve a Kusturica como un alter ego. De hecho, el cineasta se considera a s¨ª mismo un disc¨ªpulo, un sucesor del autor de Un puente sobre el Drina, una excelente novela para comprender las tragedias yugoslavas. Hasta el punto de que Kusturica recuerda de este modo el ambiente cultural, irreverente y desmitificador del comunismo, de la Bosnia de los a?os setenta y ochenta. ¡°El grupo No Smoking Orchestra (del que luego formar¨¢ parte Kusturica), el cantante Elvis Kurtovic y el programa televisivo Surrealistas fueron fen¨®menos totalmente revolucionarios. Este arte popular permiti¨® que los herederos de Un puente sobre el Drina se reconocieran en sus canciones y en las parodias televisivas¡±. Kusturica alterna la historia con may¨²sculas que vivi¨® su pa¨ªs con la historia con min¨²sculas en un relato muy divertido. Cuando en 1986 gan¨® la Palma de Oro en el festival de Cannes y se convirti¨® en una celebridad las autoridades culturales de Sarajevo manifestaron a la prensa local: ¡°No vamos a permitir que la Palma de Oro viva en casa de su suegra. No tiene sentido¡±. Como a tantos otros intelectuales durante el comunismo, a Kusturica la fama le sirvi¨® para conseguir una casa mejor.
Formado en Praga, Nueva York y Francia, donde reside con su mujer y sus hijos desde hace unos a?os, vivi¨® en la distancia el estallido b¨¦lico en Croacia, Serbia y Bosnia con amargas coincidencias como la muerte de su padre, Murat, en plena desintegraci¨®n de Yugoslavia. ¡°En 1992 muri¨® mi padre. Ese mismo a?o desapareci¨® Yugoslavia. Tras la secesi¨®n de Croacia, el telediario de la primera cadena de la televisi¨®n francesa empez¨® con la siguiente frase: Yugoslavia ya no existe¡±. Como furibundo antinacionalista y muy cr¨ªtico con los intelectuales y los l¨ªderes pol¨ªticos y religiosos Kusturica vio venir el cataclismo al que se encaminaba su antiguo pa¨ªs y as¨ª lo deja reflejado en sus memorias. ¡°En las primeras elecciones democr¨¢ticas, los musulmanes, los serbios y los croatas aplastaron a los que cre¨ªamos que en los Balcanes era posible ser simples ciudadanos. Nos vencieron. En Bosnia, el pueblo eligi¨® a partidos pol¨ªticos nacionalistas, un atajo que para nosotros llevaba directamente a la guerra¡±. La actitud de Kusturica, que prefiri¨® residir en el extranjero durante la guerra en Bosnia mientras parte de su familia se refugiaba en Montenegro, fue muy criticado por esta actitud y justifica su elecci¨®n a trav¨¦s de un viaje con el actor Johnny Depp en la Yugoslavia preb¨¦lica durante el rodaje de El sue?o de Arizona. Al hilo de la retirada de un busto de su reverenciado Ivo Andric, el cineasta y m¨²sico tuvo miedo, como ¨¦l mismo confiesa, y respondi¨® a la pregunta del t¨ªtulo de su libro de este modo. ¡°?Qu¨¦ pinto yo en esta historia? Han retirado el busto del difunto Andric. ?Qu¨¦ me har¨¢n a m¨ª, que estoy vivo, si no ajusto mi pobre cerebro a las cabezas pensantes y las ideas de los intelectuales musulmanes? Suceda lo que suceda, jam¨¢s renegar¨¦ del jam¨®n ahumado d¨¢lmata, que se seca al viento de Krajina¡±. Toda una declaraci¨®n de principios de un siempre pol¨¦mico Kusturica.
Babelia
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