Cronenberg espeso y ret¨®rico
Admitiendo que David Cronenberg ha sido desde sus comienzos un autor vocacionalmente raro, due?o de un universo enfermizo, violento y retorcido, en el que habitan todo tipo de patolog¨ªas, que alcanza en esa ¨¦poca su cima art¨ªstica con la perturbadora Inseparables, pero que a cambio nos ha castigado con variadas e irritantes apolog¨ªas del morbo, reconozco que a ra¨ªz de la espl¨¦ndida Una historia de violencia, a la que seguir¨¢n las tambi¨¦n memorables Promesas del Este y Un m¨¦todo peligroso, Cronenberg se olvida de su parroquia de fans incondicionales y deja afortunadamente de hacer pel¨ªculas de espaldas al p¨²blico. Lo que cuenta y el lenguaje que ha utilizado en su ¨²ltima ¨¦poca conecta con todo tipo de sensibilidades sin renunciar a hacer un cine personal.
Sin embargo, en los iniciales t¨ªtulos de cr¨¦dito de Cosm¨®polis observo con mosqueo que la ha producido Paulo Branco, promotor de todo lo que huela a vanguardias y experimentaci¨®n, adem¨¢s de ser el eterno productor del centenario Manoel de Oliveira, cuya trascendente obra siempre ha logrado ponerme de los nervios. Y pienso, acompa?ado de mis contrastados prejuicios, que Branco le va a ofrecer barra libre a Cronenberg para que sus antiguos y molestos dislates vuelvan a florecer. No me equivoco. Cosm¨®polis es un verborreico e insufrible desfile de personajes exc¨¦ntricos y situaciones forzadamente apocal¨ªpticas. No conozco la novela de Don DeLillo que adapta Cronenberg. Tal vez literariamente funcionen las esc¨¦pticas reflexiones, las par¨¢bolas y las intelectuales conversaciones que establece un todopoderoso broker de 28 a?os a bordo de su limusina, empe?ado en atravesar de punta a punta una Nueva York convulsionada, con anarquistas y manifestantes armados en la calle proclamando el final del depredador capitalismo, para que su filos¨®fico peluquero le atienda por ¨²ltima vez. Pero lo que tengo claro es que tal como lo narra Cronenberg en im¨¢genes resulta un desastre. El ejercicio de mantener en el espacio casi exclusivo de la limusina a una fauna de antip¨¢ticos personajes soltando discursos sobre todo lo divino y lo humano, posee capacidad para agotar la paciencia de los espectadores masoquistas.
Sabemos que hay ¨®rdenes de poderes en la sombra para que el broker sea asesinado en medio de su obsesivo viaje por la ciudad, pero eso tampoco sirve para crear la m¨ªnima tensi¨®n. Y por si fuera poco, acompa?ando a esa espesa ret¨®rica sobre el ag¨®nico estado de las cosas, tenemos que soportar ver el careto en todos los planos de Robert Pattinson, el vampiro juvenil y rom¨¢ntico de la saga Crep¨²sculo. La inexpresividad de este actor tan soso puede resultar agotadora. Y en la larga secuencia que comparte con el extraordinario Paul Giamatti la diferencia art¨ªstica y comunicativa entre ese guaperas que ha sido bendecido por el ¨¦xito y el veraz y camale¨®nico Giamatti resulta demasiado cruel. Hay rumores de que Cronenberg va a rodar la continuaci¨®n de Promesas del Este. Ojal¨¢ que lo haga y pronto. Por el bien del cine y de su irregular carrera.
La pel¨ªcula ucrania En la bruma, dirigida por Sergei Loznitsa, cuenta la historia durante la invasi¨®n nazi de Ucrania de un hombre al que la Resistencia va a ejecutar acusado de colaboracionismo con los alemanes. El retrato de falsos traidores y supuestos h¨¦roes, de los actos abominables y las conductas complejas a las que empuja la supervivencia, de la tesis de que nadie es inocente cuando el horror se ha apoderado de todo, pod¨ªa haber dado lugar a una pel¨ªcula muy atractiva. Esta no lo es. Le pierde la morosidad narrativa, la sensaci¨®n de que el director a veces no sabe qu¨¦ hacer con la c¨¢mara excepto filmar hasta la extenuaci¨®n los viajes a trav¨¦s de un bosque. La idea era buena, pero el desarrollo es pl¨²mbeo y le sobra metraje.
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