Sosiego
Escuch¨¦ que en el Parlamento alguien del Gobierno adujo la falta de cobertura del caso de los ERE andaluces para explicar el sectarismo de la televisi¨®n del Estado. Mill¨¢s suele decir que los pol¨ªticos dicen algo para decir otra cosa, y eso los lleva a simular que cuentan algo para distraer la conciencia del que oye. En este caso debi¨® pasar eso, pues quien haya visto la televisi¨®n (la del Estado) en estos ¨²ltimos tiempos se habr¨¢ hartado de ver desfilar a la juez y a los implicados en el triste caso de corrupci¨®n que se dirime en Sevilla.
De modo que lo que quer¨ªa decir en el Parlamento quien suscit¨® ese argumento era sin duda cualquier otra cosa. La principal, que no le gustaba la televisi¨®n que se hace, que quiere otra. Es leg¨ªtimo, pero como dec¨ªa aquel rector al que los estudiantes le exig¨ªan que contribuyera a derrocar a Franco, para llegar a cumplir ese deseo hay que seguir algunos tr¨¢mites, y estos no son tan f¨¢ciles de deglutir como los tr¨¢mites de quita y pon.
En primer lugar, la televisi¨®n del Estado ha alcanzado un alto nivel de credibilidad en funci¨®n de un sistema que la puso en marcha tras los pasos de la BBC. Y esta vez no era solo un deseo, sino una acci¨®n. Ser¨ªa muy insensato pensar que ese trayecto pod¨ªa cumplirse en un d¨ªa (o en unos a?os), pero es igualmente insensato pensar que el trayecto se cumplir¨ªa si, de pronto, se interrumpe.
La quiebra del afecto por el proyecto, que trasluce esa desviaci¨®n de la realidad con respecto a la cobertura de los ERE, esconde la intenci¨®n de arreglar el camino para que el proyecto deje de funcionar. Y eso tiene muchos riesgos, algunos de los cuales son pol¨ªticos, pero no todos. Espa?a, que est¨¢ en crisis, y en crisis va a estar hasta que no terminen de cumplir ciertos tr¨¢mites, necesita instrumentos de sosiego en los que se asiente la informaci¨®n, la opini¨®n y, en cierta manera, el acuerdo sobre el tono de la cr¨®nica de nuestros desastres (y de nuestras esperanzas). Echar a un lado, como sectaria, una radiotelevisi¨®n que no lo ha sido no suscita esperanza sino inquietud, y eso no le viene bien ni a esos medios ni a este pa¨ªs ni al semblante del invento.
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