¡®Mud¡¯, un precioso retrato adolescente

No recuerdo exactamente la fecha, tal vez hayan pasado 20 a?os, pero la impresi¨®n que me caus¨®, y que se renueva cada vez que vuelvo a visitarla, es perdurable. Ocurri¨® en la ¨²ltima jornada de un festival de Cannes que hasta ese momento era gris¨¢ceo. Esa pel¨ªcula se titulaba Leolo, era poes¨ªa en carne viva, lacerante, hermosa y desgarrada, imposible de describir aunque te removiera el coraz¨®n y el cerebro. La hab¨ªan programado cuando una parte considerable del p¨²blico y de los medios de comunicaci¨®n estaban haciendo las maletas o se hab¨ªan largado ya de Cannes, e imagino que los que qued¨¢bamos nos mov¨ªamos en estado de agotamiento extremo, ya que estar doce d¨ªas viendo pel¨ªculas desde la ma?ana a la noche y con la obligaci¨®n de hablar de ellas es algo que anula forzosamente la lucidez. Y si ese cine ha sido mediocre, espeso o infame, el castigo mental es absoluto. Pero la aventura ¨ªntima de aquel ni?o insomne y de su enloquecida familia represent¨® un subid¨®n inolvidable cuando te sent¨ªas hastiado de una catarata de im¨¢genes y de sonidos que te hab¨ªan amodorrado durante dos semanas, cuando no cre¨ªas que apareciera un milagro que despejarar ese involuntario embrutecimiento.

Y he tenido una sensaci¨®n parecida en este olvidable edici¨®n de Cannes al ver Mud, el ¨²ltimo t¨ªtulo que ofrec¨ªa la secci¨®n oficial. Puede ocurrir que cuando me vuelva a encontrar con ella en Madrid y en condiciones normales, el entusiasmo que me ha creado no sea el mismo, pero estaba tan sediento de que apareciera una pel¨ªcula que me ara?ara la sensibilidad, que en el caso de que solo sea un espejismo lo agradezco con la misma intensidad que si fuera real.

Mud la dirige Jeff Nichols, un director de 33 a?os que ya hab¨ªa demostrado en la perturbadora Take shelter, una descripci¨®n terrible y compasiva de la esquizofrenia, de estar en compa?¨ªa de monstruos que solo puedes ver t¨², que te alejan de todo lo que amas, necesitas o te da cobijo, que era alguien con voz propia y una capacidad expresiva a la altura de los grandes creadores del cine norteamericano. En esta ocasi¨®n hace un retrato conmovedor de la adolescencia, de sus incertidumbres, deseos, miedos, urgencia de mitos, pureza, tortura, retorcimiento. Son dos cr¨ªos que se han puesto la obligatoria m¨¢scara de dureza, uno hu¨¦rfano, el otro con los padres a punto de divorcio. Viven en casas prefabricadas al borde de un r¨ªo. Huyen cotidianamente a una isla. All¨ª est¨¢ su h¨¦roe, un asesino, un hombre misterioso que se ha escondido all¨ª y sobrevive como puede, un Robinson Crusoe al que ha herido el amor.

Nichols describe admirablemente la fascinaci¨®n de estos chavales hacia el peligro desconocido, esos caminos inici¨¢ticos en los que la confusi¨®n va acompa?ada de valentia, en los que los desenga?os y las ilusiones se viven con intensidad en sus luces y en sus sombras. Su c¨¢mara se mueve con la sencilla complejidad de los cl¨¢sicos, los actores, j¨®venes y viejos, transmiten matices y autenticidad, todo respira en esta preciosa pel¨ªcula. Y el p¨²blico la ha ovacionado. Dudo que el jurado haga lo mismo. Est¨¢ en la tradici¨®n del gran cine norteamericano. O sea, palabras mayores.

Tener la obligaci¨®n de citar el culebr¨®n coreano que ha antecedido a Mud me provoca demasiada fatiga. Se titula The taste of money y la dirige Im Sang-Soo, un habitual de los festivales. Es una tonter¨ªa supuestamente cr¨ªtica sobre una familia de la oligarqu¨ªa coreana cuyos miembros pasan la existencia haci¨¦ndose putadas para lograr el poder. Es como Dallas, Dinast¨ªa, o esos infames culebrones sudamericanos de la sobremesa pero en asi¨¢tico y con pretensiones art¨ªsticas. Cine de autor seg¨²n los criterios art¨ªsticos del internacionalista Cannes. Que no falten jam¨¢s variadas muestras del trascendente cine asi¨¢tico y africano. Con la condici¨®n, por supuesto, de que todas ellas est¨¦n coproducidas o producidas ¨ªntegramente por capital franc¨¦s.