Sombras y luces al anochecer
Beach House se erigieron en reyes de la penumbra mientras ca¨ªa la noche sobre el F¨®rum
Justo en ese momento en que no se sabe si es m¨¢s de d¨ªa que de noche, cuando todo es claroscuro y las sombras ganan terreno a la luz, salieron Beach House a escena. Que ni pintado. Escenario en contraluz recortando las siluetas de los tres m¨²sicos que ocupaban la escena y Wild sonando como primera entrega. Era la actuaci¨®n m¨¢s esperada de la ¨²ltima jornada diurna del Primavera Sound , festival que seg¨²n sus organizadores ha producido 120.000 visitas en sus tres d¨ªas del F¨®rum, cantidad que asciende a 150.000 si se cuentan las asistencia a los actos realizados en el casco urbano de Barcelona. Palabras mayores.
Como el dream pop de Beach House, etiqueta que quiere denotar lo vaporoso de la m¨²sica del d¨²o de Baltimore. La multitud situada frente al escenario ya levit¨® con su segundo tema, el excelente Norway, que dio paso a Other People. Era s¨®lo el comienzo de una banda a la que el festival ha visto crecer, situ¨¢ndola en escenarios cada vez m¨¢s grandes. Con su propia escenograf¨ªa ambientando el concierto, Beach House dejaron claro que su momento de popularidad resulta ¨®ptimo y que pod¨ªan haber actuado en el escenario principal, donde la ausencia de Bj?rk convirti¨® en cabezas de cartel a Saint Etienne. El grupo brit¨¢nico ofreci¨® un concierto aseado abierto con Like a motorway, pieza a la que siguieron Popular y Burn out car. Pop bailable, m¨¢s que nunca tras su ¨²ltimo disco, electr¨®nico y bonito que no pareci¨® suficiente para la inmensidad del espacio que justo la v¨ªspera atiborraron The Cure y sus tres horas de concierto por momentos inacabable.
Antes del concierto de Beach House , Alberto Guijarro, uno de los directores del Primavera Sound, realiz¨® balance y valor¨® de manera positiva los actos realizados fuera del F¨®rum, en salas y muy especialmente en el Arco del Triunfo y en el parque de la Ciutadella, y dio dos noticias, como siempre en estos casos, una buena y una mala. La buena: el festival, visto el resultado de actuaciones cono la de Afrocubism, ha acabado de convencerse de que los l¨ªmites estil¨ªsticos sobre lo que el p¨²blico puede y quiere ver son m¨¢s amplios que los estrictamente encerrados en las fronteras de la m¨²sica alternativa.
La noticia, mala, bastante mala, es que el Auditori no tiene garantizada la continuidad el a?o que viene. Seg¨²n indic¨® Guijarro, la empresa que lo explota no puede confirmar a la organizaci¨®n del Primavera la disponibilidad del espacio hasta seis meses antes del festival, lo que hace del todo inviable una programaci¨®n por falta material de tiempo. Es una l¨¢stima que este espacio, uno de los aspectos diferenciales del Primavera Sound por la programaci¨®n que en ¨¦l pod¨ªan ubicar, se pierda.
Por lo que hace al arranque la fueron las bandas nacionales las que dejaron el pabell¨®n en alto. Por ejemplo fue el caso de Senior i El Cor Brutal, una banda de ¡°valenciana¡±, que es como ellos mismos llaman a su ¡°americana¡± hecha en Valencia, de donde son naturales. Decir que es una de las escasas bandas nacionales que suenan a rock sin mimetismos exagerados, es situar de entrada a un grupo cuyo l¨ªder, Miguel Angel Landete es un letrista aventajado. Sus canciones, en ocasiones tiernas, otras ¨¢speras y reivindicativas, siempre bien construidas y con intenci¨®n que se manifiesta de entrada por un fino sentido del humor, tiene ese alma propia de los artistas que necesitan la m¨²sica para explicarse. En el Primavera rindieron homenaje a sus admirados rockeros norteamericanos, Tots els ianquis que vull y estrenaron una nueva canci¨®n, El cel de les illes Caiman, presentada gr¨¢ficamente como respuesta a la intenci¨®n de los mandamases econ¨®micos de llevarse por delante hasta a nuestras mascotas, luego de hacer lo propio con nuestras madres, hermana e hijas
Tambi¨¦n tuvo tono reivindicativo la actuaci¨®n de Lisab?, otra banda a la que el festival ha visto crecer poco a poco. De ocupar escenarios perif¨¦ricos en horarios de banda nacional, el grupo de Ir¨²n actu¨® ayer en uno de los escenarios centrales y con el sol ya descansando. Y adem¨¢s con nutrida presencia de p¨²blico. El grupo form¨® como sexteto ¨Cdos bater¨ªas, tres guitarras y bajo- y su sonido despein¨® una vez m¨¢s. Decir que hacen hardcore en euskera es quedarse cortos, ya que el idioma apenas se entiende y el hardcore puede tener tantos pelajes que es una palabra tan imprecisa como perro - ?bulldog?, ?pekin¨¦s?-. El caso es que la intensidad con la que tocan Lisab? los diferencia del resto, al recrear una tormenta imperfecta y apasionada en la que los m¨²sicos se curvan sobre instrumentos que en ocasiones desenchufan accidentalmente mientras los micros caen empujados por un golpe inopinado. Torbellino, ciertamente. No es de extra?ar que su ¨²ltimo disco haya sido saludado por diversas publicaciones de m¨²sica nacionales como uno de los mejores del pasado a?o. Ah, y lo de la reivindicaci¨®n se centr¨® en convocar al p¨²blico a una manifestaci¨®n que tiene lugar hoy mismo a prop¨®sito de los detenidos del 29 M.
Las actuaciones internacionales de la primera franja de la tarde no tuvieron excesiva historia. Sandro Perry con su improbable mezcla entre Arthur Rusell y Steely Dan dej¨® en el aire que su pop elaborado y meticuloso, con arreglos muy originales y desarrollos interpretados, funciona mucho mejor en disco. Y no es s¨®lo porque el carisma y ¨¦l tienen la misma relaci¨®n que las vasectom¨ªas y la pintura del Renacimiento. Por su parte, Veronica Falls qued¨® en muy buen lugar dentro del apartado de banda mejor de los ¨²ltimos cuatro meses. Su pop de guitarras con anclaje en los ochenta result¨® tan divertido como pasajero e insustancial. Bonitas melod¨ªas al servicio de algo que son¨® tan ef¨ªmero como ese fondo de cat¨¢logo de las centenares de bandas que han pasado por este y otros festivales y de las que nunca jam¨¢s nadie volvi¨® a preguntar nada. El a?o que viene habr¨¢ m¨¢s.
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