Nuestro hombre en la red
Una definici¨®n del columnista es la de: individuo que tiene la rara habilidad de granjearse enemigos con menos de 400 palabras
Consciente como soy de que Espa?a es ese pa¨ªs en el que durante una comida los comensales ocupan el 70% del tiempo recordando platos memorables que saborearon en el pasado y aventurando los platos deliciosos que les deparar¨¢ el futuro, decid¨ª adaptarme de nuevo a la patria cit¨¢ndome, el mism¨ªsimo d¨ªa de mi llegada, con un t¨ªo (ahora se dice ¡°tipo¡±) que ocupa el 70% de sus columnas hablando de comida. En el 30% restante se le cuela la actualidad, y ah¨ª es donde suele meterse en l¨ªos. Pero, ?de qu¨¦ sirve un columnista si no se mete en l¨ªos? Es m¨¢s, podr¨ªa decirse que la definici¨®n m¨¢s ajustada del columnista es la de: individuo o individua que tiene la rara habilidad de granjearse unos cuantos enemigos con menos de cuatrocientas palabras. De lo que se trata es de levantar pasiones, y nuestro hombre, el t¨ªo (o el tipo) con el que me cit¨¦ en mi primera comida espa?ola, las levanta a destajo. Bloguero insigne de El Comidista, espacio en teor¨ªa dedicado a la gastronom¨ªa, pero que le sirve al autor de excusa para agitar conciencias, dar alg¨²n palo cuando encarta, provocar sonrisas casi siempre y desplegar un talante ir¨®nico sin llegar nunca a hacer sangre. Ese es Mikel Iturriaga. S¨ª, como el del baloncesto. Son hermanos de sangre, como casi toda Espa?a sabe. Aunque cuando le observ¨¦ avanzar entre las mesas del restaurante pens¨¦ que el c¨¦lebre exbaloncestista era una suerte de primo de Zumosol de nuestro comidista, que est¨¢ mucho m¨¢s delgado que en la foto del peri¨®dico. Ya, ya s¨¦ que en la foto solo aparece el rostro, pero el lector suele hacerse una idea del resto, y en mi imaginaci¨®n yo le hab¨ªa a?adido unos cuantos kilos, tanto en pan¨ªculo adiposo como en m¨²sculo, vaya usted a saber por qu¨¦. Tal vez fuera porque se apellida Iturriaga.
A Mikel Iturriaga su blog le sirve para agitar conciencias, dar alg¨²n palo o provocar alguna sonrisa
M¨¢s frugal que comil¨®n, m¨¢s Quijote que Sancho, el flaco comidista me quer¨ªa comer con coca-cola light y, como pueden ustedes comprender, me negu¨¦ en redondo, y el hombre, que se ve que tiene buen car¨¢cter, cedi¨® como un caballero, me acompa?¨® con el vino y tambi¨¦n con la tortilla de patatas, no deconstruida, pero s¨ª babosita, como les gusta a los del norte. Esta fan¨¢tica tortillista tiene comprobado que seg¨²n se baja hacia el sur peninsulero el huevo se va cuajando. No me pregunten por qu¨¦, yo solo constato.Hablamos del pan. De ese texto que escribi¨® sobre el camelo del pan en esta nueva ola de panader¨ªas decoradas en el colmo de la autenticidad que cobran a precio de oro un pan en el que a menudo una se deja los dientes. Hablamos de la dificultad de encontrar una buena barra, de la p¨¦rdida de la tradici¨®n del buen pan, incluso en los pueblos. Hablamos de su madre, que hace poco muri¨® y a la que le dedic¨® una columna conmovedora. Hablamos de ese v¨ªdeo que ¨¦l populariz¨® desde su blog de un Argui?ano cocinando, como suele, y echando a un tiempo pestes de estos responsables de nuestra crisis que se van de rositas, con una buena pensi¨®n y sin dar explicaciones. No hablamos, sin embargo, del se?or Mercadona, porque el comidista a¨²n no le hab¨ªa dedicado esa carta locuaz que se ha convertido esta semana en la pieza m¨¢s le¨ªda del peri¨®dico, pero el tema se mascaba en el ambiente, al tiempo que masc¨¢bamos esas croquetas celestiales que hacen en Las Tortillas de Gabino. La comida era una excusa para hablar de la vida, igual que ocurre en lo que ¨¦l escribe. Igual que le ocurr¨ªa a Haro Tecglen cuando ocupaba ese espacio diario en el peri¨®dico para escribir, supuestamente, sobre radio y televisi¨®n.
El columnista tiene algo de esos ni?os que si no se saben la pregunta del examen hacen lo posible por acabar escribiendo sobre el tema que dominan. Mikel domina como cronista el mundo de la gastronom¨ªa, y a menudo da una informaci¨®n inaudita y valiosa, como aquella vez que nos descubri¨® esas p¨¢ginas web dedicadas a la gente a la que se le ha aparecido nuestro se?or Jesucristo en los alimentos, pero su fuerte est¨¢ en valerse de lo gastron¨®mico para alzar el vuelo y decirle alto y claro a todos los se?ores Mercadona que hacer cr¨ªticas al d¨¦bil y no al poderoso es cobarde, y m¨¢s si se vive una situaci¨®n de privilegio. Eso s¨ª, ahora, Mikel tendr¨¢ que ir a comprar cremas y galletas a Mercadona con el cuello de la gabardina subido y unas gafas negras. Gajes del oficio.
El columnista tiene algo de esos ni?os que si no saben la pregunta escriben sobre el tema que dominan
Hablamos de Bilbao. C¨®mo va a comer una con un t¨ªo de Bilbao y no hablar de Bilbao. Es de todo punto imposible. Y la conversaci¨®n fluy¨® con simpat¨ªa, sin los silencios inc¨®modos que suelen padecer dos desconocidos que se enfrentan a una comida a d¨²o. Y yo le dije, blogs hay muchos; blogueros, otros tantos, por eso es una maravilla que en ese mundo tan confuso y concurrido de la Red alguien consiga que su voz sea identificable, se alce sobre las otras voces y consiga que unos fieles hagan clic en la p¨¢gina a diario en busca de informaci¨®n, de pura comedia o de una receta. Porque, supuestamente, en ese blog se habla de comida, de los platos memorables que comimos y de los que nos quedan por comer, pero tambi¨¦n de todo esto que nos est¨¢ pasando.
Y para rematar, una informaci¨®n que interesar¨¢ tanto a ellas como a ellos: es m¨¢s delgado de lo que imagin¨¦, s¨ª, pero tambi¨¦n m¨¢s guapo que en la foto. Y hasta aqu¨ª puedo leer.
Babelia
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