Manual para fugas rom¨¢nticas
Wes Anderson conquista lo que llevaba tanteando desde hace dos pel¨ªculas: mantener la fidelidad a s¨ª mismo apoder¨¢ndose de un territorio expresivo in¨¦dito
La nueva pel¨ªcula de Wes Anderson se abre con la Gu¨ªa de orquesta para j¨®venes de Benjamin Britten como fondo sonoro de la descripci¨®n de uno de esos microcosmos, entendidos como casa de mu?ecas, que son una de las m¨¢s reconocibles figuras de estilo del cineasta. La c¨¢mara recorre planos exquisitos, cuidados al detalle, articulando la l¨®gica interna de un universo ordenado, trazado con tiral¨ªneas, bajo cuya caligraf¨ªa se intuyen las zonas de sombra del aislamiento y la melancol¨ªa. Es el hogar de los Bishop, desde cuya atalaya la adolescente Suzy quiz¨¢ pueda divisar, a trav¨¦s de sus prism¨¢ticos, lo que ocurre en otro universo perfectamente reglamentado: el campamento de boy-scouts Ivanhoe, donde Sam, el ni?o m¨¢s solitario del lugar, maquina su posibilidad de escape rumbo al deslumbramiento, y las fragilidades, del primer amor.
MOONRISE KINGDOM
Direcci¨®n: Wes Anderson.
Int¨¦rpretes: Kara Hayward, Jared Gilman, Bruce Willis, Bill Murray, Edward Norton, Frances McDormand.
G¨¦nero: comedia. EE UU, 2012.
Duraci¨®n: 94 minutos.
En Moonrise kingdom, Wes Anderson conquista lo que llevaba tanteando desde hace dos pel¨ªculas: mantener la fidelidad a s¨ª mismo ¡ªa su codificada est¨¦tica, pero tambi¨¦n a su po¨¦tica sutil¡ª, apoder¨¢ndose, al mismo tiempo, de un territorio expresivo in¨¦dito. Si en Viaje a Darjeeling (2007) jug¨® a introducir el caos, la itinerancia y la fealdad del zoom en su universo y en El fant¨¢stico Mr. Fox (2009) demostr¨® que todo ¡ªsus composiciones y su conocimiento de lo humano¡ª pod¨ªa sobrevivir a las rigurosas claves de la animaci¨®n stop-motion, aqu¨ª rompe, literalmente, su caligraf¨ªa para buscar una espontaneidad pur¨ªsima, la mirada porosa del adolescente que huye de su madriguera para encontrar su provisional casa para siempre a la intemperie. De hecho, Anderson hace lo mismo que sus protagonistas: emprender una fuga, dejando atr¨¢s al resto de elementos de la orquesta para ensayar una melod¨ªa privada.
Hasta ahora, el cine de Anderson se hab¨ªa centrado en los claroscuros de infancias postergadas, con figuras adultas parapetadas en la trinchera de la inmadurez como autodefensa. En Moonrise kingdom busca ¡ªy encuentra¡ª la mirada del primer descubrimiento, del aprendizaje de la rebeli¨®n fundacional, y le ha salido una pel¨ªcula que provoca en el espectador la sensaci¨®n de haber desenterrado su primer ¨¢lbum de Tint¨ªn en lomo de tela o de haber encontrado un in¨¦dito de Enid Blyton. Tiene que ser una experiencia inapreciable encontrarse con esta pel¨ªcula en la infancia o la primera adolescencia y, a?os m¨¢s tarde, poder redescubrirla en la madurez y fijar la mirada en los alrededores de los enamorados Sam y Suzy, habitados por esos adultos rotos que, hasta el momento, eran la materia prima esencial del cineasta.
Relato rom¨¢ntico de iniciaci¨®n, gu¨ªa tur¨ªstica de una comunidad insular en v¨ªsperas de tormenta, melanc¨®lica mirada a los ecos de los fulgores de infancia en un repertorio de derrotas adultas, pel¨ªcula de aventuras sustentada en las ense?anzas del Manual para los J¨®venes Castores y comedia sutil, precisa e irresistible, Moonrise kingdom no solo es una pieza mayor en el repertorio de Wes Anderson: tambi¨¦n se acerca a la idea plat¨®nica de la perfecta pel¨ªcula juvenil.
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