S¨®nar: la crisis, con electr¨®nica entra
Flying Lotus y Daedelus estrenan la primera jornada del S¨®nar
Todo debe de responder a esa heroica y vieja idea de seguir bailando hasta que desfallezca el ¨²ltimo m¨²sico. O hasta que el sudoroso cuerpo aguante (y la econom¨ªa nacional). Quiz¨¢ ayude ese 60% de p¨²blico extranjero que recibe el festival o el continuum hedonista que transpiran los tres d¨ªas de evento. Pero ayer, en medio del apocalipsis financiero de Espa?a, no hubo rastro de abatimiento o melancol¨ªa en el arranque de la 19? edici¨®n de S¨®nar. Al contrario. El festival ha agotado las entradas para su modalidad diurna de hoy y ma?ana y va camino de hacerlo tambi¨¦n para las dos noches. En 19 a?os ha sorteado todo tipo de modas sonoras y ahora que todas las discogr¨¢ficas quieren tener a un artista de electr¨®nica (un DJ o algo que se le parezca, les da igual), el evento sigue su curso como aislado recuerdo de aquella Catalu?a moderna y europeizada. Si hab¨ªa duda del componente glocal de festival, el mismo Jordi Pujol anduvo ayer de por la zona VIP charlando, suponemos, que de ninguna escena musical emergente ni del atractivo superpoblado cartel con el que se abri¨® la primera jornada.
Justo al lado del Molt Honorable, transcurri¨® durante todo el d¨ªa el showcase de los artistas del sello angelino Brainfeeder, dirigido por el carism¨¢tico Flying Lotus. Erigido en salvador de la electr¨®nica hace dos a?os cuando lanz¨® su Cosmogramma, desembarc¨® ayer con tratamiento de estrella. Productor y consejero en asuntos de vanguardia electr¨®nica de artistas como Thom Yorke o Erykah Badu, tocado con ese aura de distinci¨®n que concede pertenecer al linaje de los Coltrane (Alice Coltrane era su t¨ªa), atrajo a casi todo el aforo hasta el escenario principal del recinto, ese gran patio que forman los muros de dos museos y una universidad y que otorga al S¨®nar ese aire entre art¨ªstico y urbano que lo define.
Steven Ellison (su nombre real), una bestia sobre el escenario emparedada entre dos enormes monitores, apareci¨® con camiseta de tirantes y una carcajada perenne para entremezclar su viejo ¨¢lbum con fragmentos de lo que tiene en el horno con Warp. Quiz¨¢ el sonido estuvo apagado al principio (el escenario Village son¨® un poco flojo), pero se fue haciendo con el control de un asunto, una mezcla imposible de hip-hop abstracto, jazz y potentes y rugosas l¨ªneas de bajo (perd¨®n por la ensalada), que nada tiene que ver con los f¨¢ciles ritmos 4x4 que tardaron ayer en asomarse. De hecho, a media tarde algunos corrieron a buscarlos al mercado de la Boquer¨ªa, donde como el a?o anterior, Richie Hawtin ofreci¨® un set secreto entre berenjenas y pimientos.
Lo m¨¢s parecido a eso fue la actuaci¨®n de Totally Enormous Extinct Dinousaurs (tocado con un traje de plumas y escoltado por unas marcianas coristas), que s¨ª recurri¨® a los c¨¢nones de siempre para poner al p¨²blico a bailar con su digitalizada visi¨®n del house. Y funcion¨®, aunque la potencia del sonido no acompa?ara del todo. Acaba de lanzar su primer disco con una major y representa con nitidez ese ¨¢vido inter¨¦s del mainstream por hacerse con artistas de m¨²sica electr¨®nica que jam¨¢s habr¨ªan sonado en un programa de radio f¨®rmula.
Son aut¨¦nticos, baratos de sacar de gira y sencillos de producir; adem¨¢s funcionan tanto para la pista de baile como para hacer anuncios (para muchos, Totally¡ se dio a conocer en un spot de Nokia). Qu¨¦ m¨¢s podr¨ªa pedir la quejumbrosa industria discogr¨¢fica.
Poco antes, el estadounidense Daedelus, con su Archimedes Show, estren¨® los bajos del sistema de sonido del S¨®nar Hall (la recepci¨®n subterr¨¢nea del CCCB es el lugar donde mejor se escucha la m¨²sica en el S¨®nar de d¨ªa). Se plant¨® en el escenario con un artefacto de 24 espejos m¨®viles que rebotaban disparos l¨¢ser construyendo un juego de reflejos y destellos geom¨¦tricos que dibujaban perfectamente su m¨²sica. Algo as¨ª como un cubo rubik de textura y ritmo desquiciadamente asim¨¦trico que, vestido con su chaqueta tres cuartos y una corbata, arm¨® y desmont¨® casi a la manera jazz¨ªstica de Flying Lotus. La fant¨¢stica sala, que cada a?o se queda peque?a en las actuaciones m¨¢s destacadas (para ver hoy a John Talabot m¨¢s vale ya ir cogiendo sitio), estaba a primera hora hasta arriba. Lo mismo que cuando Mostly Robot, un supergrupo de cinco m¨²sicos liderado por la voz soul de Jamie Lidell y unas bases muy ochentas, demostr¨® que es complicado montar una banda con este cantante y no sonar, simplemente, a Jamie Lidell.
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