?Campeones?

Contaba Cohn-Bendit, aquel se?or jud¨ªo con vocaci¨®n incendiaria, medio alem¨¢n y medio franc¨¦s, abominador de todas las patrias, l¨ªder de aquella revuelta sin muertos en el mes de las flores que puso tan nervioso al estado franc¨¦s, que vivi¨® con estupor la paradoja de que se le llenaban los ojos de l¨¢grimas cuando la exquisita selecci¨®n francesa perdi¨® contra los panzers alemanes (como olvidar al feroz rottweiler Schumacher, aquella bestia g¨¦lida y disfrazada de portero, que envi¨® arteramente durante tres meses al hospital a Battiston) en la semifinal del Mundial de Espa?a. La fuerza hab¨ªa vencido a la belleza, volvieron a ganar como casi siempre los villanos. Y el radical, el intelectual libertario que ten¨ªa claro en que consist¨ªa el opio del pueblo, se sinti¨® tan desolado como esos ultranacionalistas a los que tanto detestaba.

Haces agradecida memoria de las proezas de esta selecci¨®n que tanto placer ha otorgado no solo a sus compatriotas (excluyo a Bildu y a Esquerra, muy nerviosos ante la posibilidad de que los ni?os de su oprimida patria se identifiquen con el rojer¨ªo imperialista) sino a cualquier persona que le guste el f¨²tbol y descubres que hace cuatro a?os la tormenta era inminente en este pa¨ªs, hace dos ya exist¨ªan tres millones de parados y en este momento ni se sabe. Y ma?ana... Pero mucha gente se sinti¨® campe¨®n de Europa y del mundo, campe¨®n de algo. Es posible que se fortaleciera durante unas horas el abatido ego, que llegara la alegr¨ªa moment¨¢nea cuando todo invita a la depresi¨®n. Y Zapatero, el timonel que neg¨® imperdonablemente la llegada de ese monstruo llamado crisis, se sent¨ªa radiante ante la euforia y el orgullo del pueblo. Aunque la cuenta corriente del personal fuera sombr¨ªa y asfixiaran las impagables hipotecas, nuestro deporte hab¨ªa alcanzado por fin el esplendor.

Si Espa?a ganara a Alemania en la hipot¨¦tica final, es probable que la mezquindad pol¨ªtica vendiera esto como un triunfo de nuestra subyugada naci¨®n sobre la estranguladora Merkel. Y Rajoy, ese se?or tan enfermizamente mentiroso intentar¨ªa capitalizarlo. Ser¨ªa bonito que ganara Espa?a. Y mucho m¨¢s si al celebrar la victoria, la gente abroncara a cualquier pol¨ªtico que pretendiera colarse en esa foto gloriosa.