No crecer nunca
"Como ocurre con casi todos los mitos, ¡°nuestro¡± Peter Pan es sobre todo un molde en el que han fraguado interpretaciones"
Desde Huckleberry Finn a El guardi¨¢n entre el centeno o Harry Potter, una parte nada desde?able de la historia de la novela ha explorado de diversos modos el viejo motivo de la suspensi¨®n del tiempo en el instante luminoso y dorado que asociamos a la adolescencia, aquel en que solo existe el presente y el porvenir se nos aparece a¨²n m¨¢s extra?o e incomprensible que el pasado. No crecer, esquivar para siempre el deterioro de las facultades f¨ªsicas y mentales (y de las cualidades morales) que relacionamos con la edad provecta, rechazar todo compromiso para permanecer eternamente receptivos, vivir con total libertad un aqu¨ª y ahora exento de las responsabilidades y quebrantos de la madurez. Si toda vida, como apuntaba Scott Fitzgerald, no es m¨¢s que un largo proceso de demolici¨®n, en la adolescencia esa perspectiva queda a¨²n muy lejos, de ah¨ª que la imaginaci¨®n adulta haya intentado una y otra vez congelar en innumerables poemas y narraciones aquel tiempo perdido e idealizado.
El tiempo detenido en un presente eternamente feliz es el tema que subyace a la historia de Peter Pan, posiblemente el m¨¢s popular de todos los relatos acerca de la eterna juventud. James Matthew Barrie (1880-1937), de cuya muerte se conmemoraba ayer el 75? aniversario, comenz¨® a escribir la historia de su protagonista cuando ya era una celebridad literaria y, sobre todo, un dramaturgo de ¨¦xito. La primera aparici¨®n del personaje tuvo lugar en un relato fant¨¢stico publicado en 1902, pero la historia le sedujo lo suficiente como para que continuara d¨¢ndole forma y explorando sus posibilidades dram¨¢ticas. Finalmente, en 1904 estren¨® Peter Pan con una puesta en escena de lujo que requer¨ªa m¨¢s de cincuenta personajes y cinco cambios de escenario: el ¨¦xito fue tan apabullante que durante las siguientes tres d¨¦cadas el espect¨¢culo se convirti¨® en una pantomima familiar imprescindible en la cartelera navide?a londinense.
Barrie asumi¨® el triunfo y sigui¨® perfilando a su criatura en dos sucesivas entregas novelescas. La ¨²ltima, Peter Pan y Wendy (1911), fue la que fij¨® definitivamente el arquetipo que, con diversos a?adidos posteriores, ha entrado a formar parte de nuestro imaginario. Como el modelo de puer aeternus que describir¨ªan m¨¢s tarde K¨¦renyi y Jung en la Introducci¨®n a la esencia de la mitolog¨ªa (Siruela), su h¨¦roe estaba dotado de ciertos superpoderes (volaba) y se caracterizaba por su obsesiva codicia de independencia y su rebeld¨ªa ante toda restricci¨®n o l¨ªmite (el del tiempo, por ejemplo). Como ocurre con casi todos los mitos, ¡°nuestro¡± Peter Pan es sobre todo un molde en el que han fraguado interpretaciones, glosas y a?adidos posteriores, empezando por los derivados de la muy popular (y mucho m¨¢s conservadora) pel¨ªcula animada de la factor¨ªa Disney (1953).
A la postre, Peter Pan fagocit¨® a su autor de modo casi absoluto. Prol¨ªfico dramaturgo, narrador, cr¨ªtico y ensayista, la posteridad lo recuerda, casi exclusivamente, por haber dado forma a una historia para ni?os que ilustra con trasfondo eduardiano el antiguo mito de la b¨²squeda de la infancia y/o juventud eterna. Pero, en todo caso, su biograf¨ªa es por s¨ª misma una fascinante novela en la que ocupan lugares destacados su infancia desprovista de cari?o, sus complejos f¨ªsicos (era tan bajito que algunos bi¨®grafos se refieren a su ¡°enanismo psic¨®geno¡±) y su insatisfactoria relaci¨®n con las mujeres, aspectos todos ellos en los que han buceado los int¨¦rpretes freudianos de su obra. En esa biograf¨ªa y, sobre todo, en la gestaci¨®n de la aventura de Peter Pan, Campanilla, Wendy y los Ni?os Perdidos tienen mucho que ver sus extra?as relaciones con la familia Llewelyn Davies, cuyos hijos fueron la aut¨¦ntica inspiraci¨®n y est¨ªmulo para el desarrollo del relato. Una historia literariamente fascinante que utiliz¨® Rodrigo Fres¨¢n como una de las l¨ªneas argumentales de su novela Jardines de Kensington (2003, Mondadori), y que tambi¨¦n inspira el guion de la pel¨ªcula de Marc Foster Descubriendo Nunca Jam¨¢s (2004).
Babelia
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