¡®A dos metros bajo tierra¡¯ elimina a ¡®House¡¯
Hoy se enfrentan el doctor m¨¢s corrosivo y desagradable de la televisi¨®n con una de las m¨¢s extra?as familias de la televisi¨®n, propietarios de la funeraria Fisher
ACTUALIZACI?N: A dos metros bajo tierra gana a House con el 56,58% de los votos.
House
Por Ricardo de Querol
T¨² no soportar¨ªas al doctor Gregory House como tu jefe. Har¨ªa comentarios groseros sobre tu escote, robar¨ªa tu taza de caf¨¦ para comprobar tu paternidad, indagar¨ªa si has tenido un l¨ªo y con qui¨¦n, registrar¨ªa tu taquilla, espiar¨ªa tu correo electr¨®nico, te retar¨ªa a un duelo de bromas pesadas aunque tenga que contratar actores para ello, tirar¨ªa a la basura la carta de naturalizaci¨®n que llevabas meses esperando, desaparecer¨ªa cuando m¨¢s lo necesitas. No soportar¨ªas a House en la vida real pero te tiene enganchado ante la pantalla, porque sus casos y sus gamberradas te llevan a admirar la inteligencia en su grado sumo, esa que tiene poder sobre la vida y la muerte. La serie es un elogio de la genialidad, aunque sea la de ese canalla al que tienes que perdonar todo porque es el mejor resolviendo enigmas m¨¦dicos. Y si da con la enfermedad con la que nadie daba, si saca al paciente de la agon¨ªa sin haberse acercado a ¨¦l ni una vez, importa menos que sea gru?¨®n, que sea soberbio, que sea infeliz, que siempre haya estado solo. Y t¨², espectador, disfrutas tanto de sus deducciones como de esa chuler¨ªa que en el fondo te gustar¨ªa poder permitirte. ¡°Si mejora ganas t¨², si muere gano yo¡±.
House acierta en los diagn¨®sticos y nos zarandea cada d¨ªa con su sarcasmo, porque no dice una frase sin punta. No es un antih¨¦roe sino el h¨¦roe de un mundo c¨ªnico, en el que todo el mundo miente. Remite a Sherlock Holmes porque aborda un diagn¨®stico como una investigaci¨®n criminal, porque encuentra respuestas en detalles que se le escaparon a los dem¨¢s, porque adem¨¢s de su raz¨®n sabe utilizar la intuici¨®n. Sin m¨¢s dios que la ciencia, House sacude sin piedad a la estupidez humana: considera idiotas a la mayor¨ªa de sus semejantes, desmonta todas sus mentiras, dice a un moribundo creyente que no se haga ilusiones, porque detr¨¢s no hay nada m¨¢s que la nada. ¡°Si se pudiera razonar con la gente religiosa no habr¨ªa gente religiosa¡±.
Nos fascina entender c¨®mo razona una mente turbulenta pero privilegiada. ?l sabe que la inspiraci¨®n puede visitarle mientras toca la guitarra el¨¦ctrica, mientras ve b¨¦isbol en la televisi¨®n de un paciente en coma o se ba?a en un jacuzzi con dos prostitutas. S¨ª, House tambi¨¦n es putero, y soci¨®pata, y consumidor impulsivo de vicodina (¡°He dicho que soy adicto, no que tenga un problema¡±). Y es un ex presidiario reincidente, la ¨²ltima vez por un embestir con su coche la casa de su jefa Cuddy, quiz¨¢s la ¨²nica mujer que ha amado. La tensi¨®n sexual entre ambos ha sido tel¨®n de fondo hasta la pen¨²ltima temporada; sin ella, House casi acaba encajando en un matrimonio de conveniencia con una bella inmigrante. Pero no era ese el final feliz que no deb¨ªamos esperar de esta serie.
¡°La vida es un asco, pero la suya es peor que otras. Aunque las hay peores, y eso es deprimente¡±. Te dije que en la vida real no soportar¨ªas a un tipo como House. Quiz¨¢s por eso nadie ha sacado lo mejor de ti.
A dos metros bajo tierra
Por Miriam Lagoa
A dos metros bajo tierra lleg¨® a la parrilla de HBO en el a?o 2001. El panorama seri¨¦filo estadounidense estaba en el comienzo de una edad de oro que todav¨ªa se prolonga hasta hoy. Tan solo dos a?os antes hab¨ªan empezado su andadura Los Soprano y Sexo en Nueva York (tambi¨¦n en HBO), El ala oeste de la Casa Blanca en la generalista NBC y 24 en Fox, una serie no comparable en calidad a las anteriores pero s¨ª con un formato basado en la narraci¨®n en tiempo real que supuso una peque?a revoluci¨®n en la forma de entender el lenguaje televisivo. La comedia no se quedaba atr¨¢s gracias al gran momento que estaban viviendo comedias como Friends, Frasier o?Malcolm in the middle, cuya influencia sigue todav¨ªa muy presente en muchas de las sitcoms actuales.
A dos metros bajo tierra es un canto a la vida de unos personajes que viven rodeados de muerte. La familia Fisher es propietaria de un negocio funerario que tiene instalado bajo su propio techo. Una convivencia diaria con los fallecidos y sus dolientes parientes, con los que los Fisher han aprendido a convivir, aunque en el fondo nunca ha dejado de marcarles de un modo u otro. En el primer cap¨ªtulo de la serie muere el patriarca del clan y con ¨¦l se hunden los fr¨¢giles cimientos que sosten¨ªan a los Fisher.
Lejos de la alargada sombra del padre, cada miembro de la familia Fisher emprender¨¢ un viaje vital que les llevar¨¢ a encontrar su lugar en el mundo. Un aprendizaje sentimental en el que se combinan momentos de drama, toques de comedia surrealista y mucho humor negro. Uno de esos raros acontecimientos en los que el espectador es consciente que est¨¢ asistiendo a una obra maestra de la peque?a pantalla y a la que un solo visionado nos le hace justicia, una vez que has convivido con los Fisher durante cinco a?os es inevitable volver de vez en cuando de visita.
Otras de los aspectos que hacen grandes a la serie es su final. Un momento que muchas veces define si una serie se merece entrar en el olimpo televisivo. En el caso de A dos metros bajo tierra son seis minutos, acompa?ados por el tema Breathe me de Sia, que completan la trayectoria de los personajes y son muestra de la esencia de la serie. Si la muerte es inevitable, m¨¢s vale explotar al m¨¢ximo el viaje.
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