El Titanic flota
Joan Manuel Serrat y Joaqu¨ªn Sabina afrontan la crisis con una treintena de conciertos por Espa?a
¡°Nano, acu¨¦rdate de m¨ª cuando me olvides¡±. Se va Joan Manuel Serrat, casi de madrugada, del bar donde ha tomado unos pinchos con su compa?ero Joaqu¨ªn Sabina, y este le hace una broma usando la letra de una de sus nuevas canciones, que interpretan juntos y por separado en el primero de los 30 conciertos que ofrecer¨¢n en verano y en oto?o en otras tantas ciudades espa?olas. La serie se llama La Orquesta del Titanic. La ficci¨®n que trasladan es que el Titanic flota, y ellos est¨¢n ah¨ª, tocando mientras se consuma la tragedia.
Vienen de hacer lo mismo en Argentina, ¡°donde llenamos m¨¢s de 20 veces el Luna Park¡± que fue materia prima de muchos cuentos de Julio Cort¨¢zar. Y vienen de Israel, de cantar ante 10.000 espectadores, muchos de ellos argentinos trasplantados. Por este concierto les llovieron chuzos de punta, sobre todo en Espa?a. Ellos fueron ¡°porque all¨ª nos esperaban¡±, y punto. Lo que obtuvieron fue afecto, y el met¨¢lico que se trajeron ya lo tramita Unicef.
La gira espa?ola comenz¨® en Zaragoza, como cuando hace cinco a?os protagonizaron el primer ensayo de su hermandad en la gira Dos p¨¢jaros de un tiro. Ahora ¡°los p¨¢jaros atacan de nuevo¡±. Alimenta la uni¨®n una amistad que incluye a las mujeres, ¡°si ellas no se llevaran bien¡¡± Y, adem¨¢s, un di¨¢logo generacional que ¡°nos ha ampliado el p¨²blico¡±, de modo que ahora ya no hay, en estos conciertos, ¡°gente para uno y gente para otro¡±. Los dos cantan las letras que han ido creando cada uno por su lado, de modo que ahora se aprecia una simbiosis que el p¨²blico ha entendido. Esta gira es delicada. En primer lugar porque el p¨²blico ya no est¨¢ para alegr¨ªas, y puede ir o no. Lo cierto es que el primer concierto (anoche actuaron en Alcoi, y all¨ª recordaron a Ovi Montllor, como en Zaragoza recordaron ¡°al abuelo¡± Labordeta) se llen¨®, hasta los topes.
Fue como un par¨¦ntesis de fiesta en medio de una crisis que hace que la met¨¢fora del Tit¨¢nic adquiera fuerza en cada una de las canciones, incluidas las que tienen su base en poemas de Miguel Hern¨¢ndez o de Antonio Machado. La tr¨¢gica iron¨ªa del poeta de Orihuela alcanza ahora, en la voz rasposa de Sabina y en la voz marina de Serrat, los aires de la saeta en que parece resumirse la conversaci¨®n espa?ola. Y la sabidur¨ªa cansada de Machado tambi¨¦n aparece, y no solo en los versos de este.
Parece como si los dos cantantes, que en un tiempo fueron maestro y disc¨ªpulo (y ambos ironizan sobre eso: ese es el eje de muchos de sus mon¨®logos sat¨ªricos), se hubieran acercado, desde sus edades respectivas (Serrat naci¨® en 1943, Sabina seis a?os m¨¢s tarde), a una sola edad, que es la edad actual, ¡°una edad cabrona¡±, dice el m¨¢s joven, que solo se puede superar ech¨¢ndole ganas al concierto para que la gente tambi¨¦n se lo pase bien.
Los dos son ahora uno solo, parece, y no es solo por el milagro de la amistad que los ha juntado, sino porque el ritmo que los marca ha hecho que Sabina se inyecte la moral musical de Serrat y que este cante (y baile: baila rock, baila flamenco; Sabina se burla mucho de ¨¦l por eso) lo que ha compuesto Joaqu¨ªn como si ya lo hubiera incorporado al disco duro de sus sentimientos.
Solo una vez se dijo en el concierto la palabra crisis. Y una vez (o quiz¨¢ tres) se dijo la palabra Banco (en el sintagma Banco Hispanoamericano); pero el p¨²blico, que bailaba y sent¨ªa con el m¨®vil en la mano, par¨® la funci¨®n en ese instante con su abucheo autobiogr¨¢fico, como si los cantantes le estuvieran haciendo un retrato de la vida actual con las palabras que m¨¢s le duelen. Dec¨ªa Horacio Guaran¨ª que el d¨ªa que los hombres sean libres la pol¨ªtica ser¨¢ una canci¨®n. Pero a¨²n los hombres no son libres y hay palabras, incrustadas en un concierto, que son como una canci¨®n.
La gente se divierte en medio del Titanic, y esa, la cr¨®nica del hundimiento, es la filosof¨ªa que impregna las canciones de siempre y las canciones nuevas (Hoy por ti, ma?ana por m¨ª, La Orquesta del Titanic, Acu¨¦rdate de m¨ª¡). Inquietante apuesta de la que salen airosos, y de la que el p¨²blico sale como si esta reflexi¨®n de los dos p¨¢jaros les supusiera un chute de adrenalina para bailar incluso, como dec¨ªa Brecht, ¡°en los tiempos oscuros¡±¡
Les quise preguntar, en la madrugada, por lo que pasaba en este pa¨ªs, por lo que sintieron cuando (como les pas¨® a Yupanqui y a Neruda cuando fueron a Nueva York, en los sesenta) aqu¨ª los pusieron verdes por haber ido a Israel¡ Sobre esto ¨²ltimo algo dijo Sabina: ¡°Como si aqu¨ª no hubiera venido Yves Montand cuando m¨¢s lo necesit¨¢bamos¡±. En realidad, no hac¨ªa falta que respondieran. Hab¨ªan estado respondiendo m¨¢s de dos horas ante un auditorio que los fue a ver como si quisieran resucitar, con sus canciones, el ¨¢nimo perturbado por el tiempo infeliz que la m¨²sica interrumpi¨® un rato. Con grietas, pero ah¨ª est¨¢ el Titanic, con los dos p¨¢jaros encima.
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