Plagiando a Faulkner
William Faulkner Firm¨® seis guiones, cinco de ellos para Howard Hawks: El sue?o eterno, Tener y no tener, Tierra de faraones, El camino de la gloria y Vivimos hoy
Para el com¨²n de los espa?oles, William Faulkner es ese escritor al que fusilaba el intelectual argentino en Amanece que no es poco y que por tanto era recriminado por el guardia civil en el cuartelillo: ¡°Le gustan a usted las extravagancias [¡]. Pero esto.... Ahora vienen estos amigos a contarme que usted ha plagiado Luz de agosto, de Faulkner. Hombre, Faulkner, William Faulkner. ?Es que no sabe que en este pueblo es verdadera devoci¨®n lo que hay por William Faulkner?¡±.
A ¨¦l esta referencia le dar¨ªa bastante igual. Su visi¨®n del mundo del cine fue dolorosa, aburrida y, finalmente, acab¨® hastiado. Faulkner intent¨® usar al cine como su teta alimenticia (no lograba muchos ingresos como escritor), pero el cine le devor¨® a ¨¦l durante los a?os treinta y cuarenta. Y desde luego, siempre porfi¨® contra su maquinaria. Es legendaria la leyenda -y como leyenda hay que tomarla- sobre el encuentro del escritor con un ejecutivo de la 20th Century Fox. Paseaba el escritor por los alrededores del edificio de los guionistas en el campus de la?major cuando el directivo se cruz¨® en su camino y le pregunt¨® qu¨¦ hac¨ªa. Nada. ?No tiene ideas? ¡°S¨ª¡±, respondi¨® el escritor, ¡°pero las escribir¨ªa mejor en mi casa que en el edificio de los guionistas¡±. Al ejecutivo le pareci¨® bien, y le permiti¨® irse¡ sin sospechar que Faulkner no se refer¨ªa a su casa en Hollywood, sino a su hogar en Oxford (Misisipi).
El premio Nobel nunca se adapt¨®. ¡°Yo soy un granjero que cuenta historias¡±, se defend¨ªa. Nunca logr¨® que su talento brillara. Pero firm¨® seis libretos, cinco de ellos para un genio, Howard Hawks (El sue?o eterno, Tener y no tener, Tierra de faraones, El camino de la gloria y Vivimos hoy), y meti¨® mano en un pu?ado m¨¢s, en algunos de los trabajos de Raoul Walsh o John Ford. Adem¨¢s en Hollywood hizo dos buenos amigos, dos grandes bebedores como ¨¦l: Humphrey Bogart y el ya mencionado Howard Hawks, un par de almas gemelas muy cercanas a sus gustos, y muy alejadas del oropel del cine. Como muestra de lo que le resbalaba ese ambiente, del centenar de cuentos de Faulkner solo uno, Tierra dorada, se desarrolla en la meca del celuloide.
En injusta correspondencia, ninguna de las adaptaciones de las obras de Faulkner est¨¢ a la altura del autor. Tal vez Martin Ritt fue el que m¨¢s se acerc¨® con El largo y c¨¢lido verano (1958), aunque no estuviera muy brillante en El sonido y la furia (1959). En la pantalla, nunca hemos podido vivir a gusto en el condado de Yoknapatawpha, y para las nuevas generaciones, Faulkner es ese personaje secundario rebautizado como W. P. Mayhew en Barton Fink.
Babelia
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