Toros de la se?orita Pepis
?Qu¨¦ chasco! Le llaman la feria del toro y van y te echan seis juguetes de la se?orita Pepis. As¨ª comienza el declive y ya se sabe c¨®mo puede acabar San Ferm¨ªn pasado un tiempo. La gente que hoy abarrota los tendidos acude para ver el toro, su trap¨ªo y su pujanza. Canta, bebe, baila y jalea, le importa poco la pureza y la exigencia, es m¨¢s festiva que aficionada, pero compra la entrada porque le divierte el toro.
Pero aparecen las figuras e imponen el novillote moderno, el que carece de estampa, de fortaleza, de casta y de bravura, y el festejo se precipita por el barranco de la soser¨ªa y el aburrimiento. Que se cuide la Casa de Misericordia porque, de seguir por este camino, el d¨ªa menos pensado las pe?as cambian de opini¨®n y montan el botell¨®n fuera de la plaza. Que no olvide que al cliente hay que cuidarlo; sobre todo, a este tan fiel y generoso.
Domecq / El Fandi, Perera, Talavante
Toros de Juan Pedro Domecq, mal presentados, inv¨¢lidos, sosos y nobles.
El Fandi: estocada ca¨ªda (ovaci¨®n); estocada tendida y ca¨ªda (silencio).
Miguel ?ngel Perera: pinchazo, bajonazo ¡ªaviso¡ª y dos descabellos (silencio); tres pinchazos (silencio).
Alejandro Talavante: estocada baja; pinchazo y pinchazo hondo ca¨ªdo (silencio).
Plaza de Pamplona. 13 de julio. S¨¦ptima corrida de feria. Lleno.
Si esta es la feria del toro, ?qu¨¦ pintan en Pamplona los toros de Juan Pedro Domecq? Ser¨ªa bueno que alguien explicara semejante misterio. Para empezar, los tres primeros no eran m¨¢s novillos de plaza de segunda; mejor presentaci¨®n luc¨ªan los dem¨¢s, pero los seis carecieron de una cualidad fundamental: la fuerza. No se pic¨® ninguno, y los se?ores del castore?o limitaron su funci¨®n a simular la suerte, y todos, con la excepci¨®n del segundo, llegaron al tercio final casi sin vida, agotados, sosos, dormidos y encogidos. Y ese no es el toro, sino un noble suced¨¢neo que no emociona, aburre y tensiona.
En esta plaza, sin embargo, cuentan con el ant¨ªdoto de la comida, las canciones y el griter¨ªo, pero cualquier d¨ªa caen en la cuenta de que los est¨¢n enga?ando y se puede ver un n¨²mero. El que avisa no es traidor¡
Con tales elementos, es f¨¢cil colegir que el festejo fue un pesti?o; solo el derroche de facultades de El Fandi en el tercio de banderillas en su primero consigui¨® que las pe?as abandonaran sus habituales quehaceres para prestarle atenci¨®n. Por cierto, ni ese ni el toro cuarto coloc¨® un par que mereciera la pena, entendi¨¦ndose por tal cuadrar en la cara del toro y asomarse al balc¨®n. El Fandi prefiere asomarse al lomo. Este asunto importa aqu¨ª poco, pero quede constancia del detalle. Hubo otro momento interesante, y fue cuando Miguel ?ngel Perera tom¨® la muleta con la zurda en el segundo de la tarde, el ¨²nico que sac¨® algo de casta, y traz¨® una tanda de naturales largos, emotivos y hermosos, con el toro imantado en el enga?o. Fue el momento estrella de una labor acelerada de un torero seguro y asentado en la arena. Finalmente, se dedic¨® a dar circulares insulsos, se le fue el estoque a los bajos y se esfum¨® el triunfo que ten¨ªa ganado. Quiso levantar el ambiente en el quinto, pero era un muerto en vida.
Dicho queda el mejor v¨¦rtice de El Fandi. Su primero lleg¨® hundido a la muleta, y el cuarto no pod¨ªa con su soser¨ªa. Y tampoco acompa?¨® la suerte a Talavante. Superficial se mostr¨® con el tullido tercero, y se desesper¨® ante el dormido que hizo el ¨²ltimo. ?Qu¨¦ chasco con la feria del toro¡!
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