A celebrar, y que se jodan
Creo recordar que en mi infancia el pueblo llano asociaba frecuentemente la distinci¨®n, gen¨¦tica elegancia, s¨ªntomas de cuna excelsa, a determinadas y dionisiacas profesiones. Al parecer, consideraban la aristocracia como una profesi¨®n, aunque nunca he tenido claro en que consist¨ªa su ¨¦pico trabajo, pero cuando cre¨ªan reconocer esos dones ancestrales en la apariencia de alguien exclamaban: ¡°Parece un marqu¨¦s¡±. Igualmente identificaban a un ser superior, poniendo los ojos en blanco y abriendo excesivamente su plebeya boca con esta revelaci¨®n: ¡°Parece un diplom¨¢tico¡±. O sea, pertenecer a ese gremio, aunque la cruel naturaleza se hubiera empe?ado en dotarte con los rasgos de Quasimodo, te convert¨ªa inmediatamente en Petronio.
Me informan de que ese se?or que muestra delante de las c¨¢maras indescriptible euforia y un exultante y ?et¨ªlico? sentido de la patria es el embajador espa?ol en Polonia y que lleva cuarenta a?os practicando tan distinguido oficio. Pero no acabo de pillarle el punto aristocr¨¢tico a este eximio y longevo representante de la diplomacia espa?ola. Este excelso anfitri¨®n invita a comer en su patri¨®tica morada a un mont¨®n de periodistas deportivos. Corre el vino, el champ¨¢n e imagino que una reserva inagotable de selectos licores eslavos. Y llega el esplendor de los efectos desinhibitorios del alpiste. El racial embajador se pone la camiseta de la selecci¨®n, da unos pases toreros con la bandera espa?ola, grita: ¡°Yo soy espa?ol, espa?ol...¡±, reparte puros, manosea con adem¨¢n rijoso a una se?orita que se ha embutido en una ce?ida camiseta mientras comenta: ¡°Cualquiera se pone a registrar aqu¨ª¡± y arenga a sus invitados con un imperial ¡°Vamos a dar por saco a los franceses¡±.
Si la actitud de ese hortera patri¨®tico provoca verg¨¹enza ajena, la traici¨®n que sufre el subconsciente de una rubia y pepera diputada apellidada Fabra acojona directamente a cualquiera que posea m¨¢s de un par de neuronas y un m¨ªnimo de conciencia. Despu¨¦s de que Rajoy anuncie en el Parlamento que los parados que cobran el desempleo lo van a tener cada vez m¨¢s crudo, los labios de la dama susurran algo tan salvaje como: ¡°Que se jodan¡±. Posteriormente aclara, c¨®mo no, que se refer¨ªa a los diputados sociatas que hab¨ªan protestado por esa medida. No se si siento m¨¢s asco que terror.
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